Un paseo inglés

En El arte del paseo inglés (Tumbona) se recogen 10 textos de otros tantos autores británicos que hicieron del paseo un deporte físico e intelectual

Portada de 'El arte del paseo inglés'.

Vivimos tiempos rápidos. Todo (o casi todo) se exige de manera inmediata. En cada acción ha de existir una recompensa y debe recibirse al momento. Hay que correr a más velocidad y, ya si eso, compartiremos después una foto en las redes sociales. Se habrá evitado, así, yendo a toda mecha, la reflexión pausada, la contemplación del paisaje y la búsqueda de trayectos alejados de la vía principal que utiliza todo el mundo. Totalmente a la inversa de aquel consejo de Cervantes que recordaba: “el camino siempre es mejor que la morada”.

Salir a caminar sin destino. Pasear por pasear, sin más o...

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Vivimos tiempos rápidos. Todo (o casi todo) se exige de manera inmediata. En cada acción ha de existir una recompensa y debe recibirse al momento. Hay que correr a más velocidad y, ya si eso, compartiremos después una foto en las redes sociales. Se habrá evitado, así, yendo a toda mecha, la reflexión pausada, la contemplación del paisaje y la búsqueda de trayectos alejados de la vía principal que utiliza todo el mundo. Totalmente a la inversa de aquel consejo de Cervantes que recordaba: “el camino siempre es mejor que la morada”.

Salir a caminar sin destino. Pasear por pasear, sin más objetivos. Buscar un punto de vista propio. Es una actividad deportiva casi en desuso. Pero hubo un tiempo en el que estuvo, incluso, cercana a la aventura. Fueron muchos los escritores y pensadores que encontraron un refugio ambulante en las caminatas. En El arte del paseo inglés (Tumbona) se recogen 10 textos de otros tantos autores británicos que hicieron del paseo un deporte físico e intelectual.

Decía Robert Louis Stevenson: “Quien pertenece por pleno derecho a esta hermandad no viaja en busca de lo pintoresco, sino de cierto humor jovial, de la esperanza y el talante con el que la marcha da inicio en la mañana, y de la paz y la plenitud espiritual del descanso durante la noche. No sabría decir qué le parece más deleitoso, si ponerse la mochila o quitársela; la emoción de la partida lo pone ya en sintonía con la del regreso”.

El pionero de la literatura sobre caminatas fue William Hazlitt. Le gustaba hacerlas solo -“nunca estoy menos solo que cuando estoy a solas”- y veía en ellas una oportunidad para pensar y olvidarse de los contratiempos del día a día. A Charles Dickens, sus paseos nocturnos le sirvieron de inspiración para sus escritos. Una práctica deportiva moderada en esta época de comidas y cenas navideñas.

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