Pragmatismo vs empirismo

Valverde genera contextos para mejorar al jugador al tiempo que Rubi, más interviniente, suele acertar todo lo que pasará en el juego

Valverde y Rubi, en la foto previa al derbi del sábado.Quique García (EFE)

A veces me gusta comparar nuestra visión sobre los entrenadores con la lectura que se hace por los entendidos de las obras de arte: extraemos más conclusiones sobre ellas que lo que realmente han querido expresar. Normalmente, les atribuimos más méritos que el de —en palabras de Valverde— “intentar molestar lo menos posible”. No obstante, es la posición clave dentro de una plantilla. Hay miles de decisiones que cambian la dinámica de un grupo: táctica, gestión, energía vital, comunicación… Tuve el honor de aprender de los mejores y entre ellos, sin duda, están Valverde y Rubi. Dos personas sen...

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A veces me gusta comparar nuestra visión sobre los entrenadores con la lectura que se hace por los entendidos de las obras de arte: extraemos más conclusiones sobre ellas que lo que realmente han querido expresar. Normalmente, les atribuimos más méritos que el de —en palabras de Valverde— “intentar molestar lo menos posible”. No obstante, es la posición clave dentro de una plantilla. Hay miles de decisiones que cambian la dinámica de un grupo: táctica, gestión, energía vital, comunicación… Tuve el honor de aprender de los mejores y entre ellos, sin duda, están Valverde y Rubi. Dos personas sencillas, apasionadas, analíticas, tan iguales pero, a la vez, tan diferentes.

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Ernesto es un gestor ideal que posee un sexto sentido, incluso a nivel energético, para saber qué pasa en cada momento. Él es consciente que no se ganan los partidos en la pizarra, que no se puede encorsetar el talento ni el juego, y atribuye a la toma de decisión del propio jugador la clave para “dominar el juego”. Aun sabiendo lo que estaba pasando, solía decirme “No puedo decir lo que tienes que hacer, has de elegir bien porque si no lo haces, jugará el que está allí sentado”. Genera contextos para explotar las características de cada jugador y ubicarlo allá donde pueda rendir. Analiza perfectamente las regularidades de cada equipo y qué necesita para ser un conjunto fuerte. No es casualidad que haya rendido en todos los sitios donde ha ido porque suele administrar la medicina justa, con la dosis adecuada, a cada enfermo. Sin egos, sin protagonismos, relativizando todo lo que pasa a su alrededor.

Rubi es más interviniente y tiene atado prácticamente cualquier detalle del juego. Te va a dar todas las variables, todas las vertientes de cada jugador rival, qué posibilidades hay de que pase cada cosa y cuándo y cómo van a pasar. Y lo mejor de todo es que suele acertar. Es un trabajador incansable que se lo ha tenido que currar de verdad. Picando piedra. Cualquier cosa que vaya a pasar, probablemente, él la haya analizado con anterioridad y no le cogerá por sorpresa. Tiene menos experiencia en la élite que Ernesto pero tiene un potencial de crecimiento espectacular porque es extremadamente feliz haciendo lo que hace y, ante eso, no hay nada ya que lo derrumbe.

El pragmatismo de Valverde contra el empirismo de Rubi. A ambos les gusta ser protagonistas con el balón, apretar arriba y que sus equipos tengan un sello propio acorde con lo que tienen entre manos. No juegan a ser magos porque saben que el fútbol, al fin y al cabo, es de los futbolistas. Sin embargo, asumen su responsabilidad como máximos responsables y, pese al desgaste que este trabajo “degenera” en ellos, siguen siendo personas normales. Esperemos que durante mucho tiempo. Ambos han pasado por Barça y Espanyol, ambos saben lo que es un derbi y, a pesar de lo que pase y del resultado final, se darán la mano sin problema alguno. Y eso siempre es de agradecer.

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