El Fenerbahçe silencia el Palau

La exhibición del equipo de Obradovic, con Ali Muhammed al frente, abruma al Barça

Datome, defendido por Blazic.Enric Fontcuberta (EFE)

El Fenerbahçe desinfló el estado de euforia que se respira en el Palau Blaugrana de un tiempo a esta parte. Se estaba convirtiendo en un fortín, con victorias concluyentes ante el Maccabi, el Armani Milán y el Real Madrid, y un juego hacendoso, efectivo y a menudo espectacular. Por eso, el mérito del equipo turco fue extraordinario. Redondeó un partido formidable e hizo saltar en pedazos la guarida azulgrana.

Ali Muhammed, el base de Chicago que a sus 35 años y tras una larga etapa de nómada por media Europa, parece en el esplendor de su carrera. Su exhibición de manejo, búsqueda de sol...

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El Fenerbahçe desinfló el estado de euforia que se respira en el Palau Blaugrana de un tiempo a esta parte. Se estaba convirtiendo en un fortín, con victorias concluyentes ante el Maccabi, el Armani Milán y el Real Madrid, y un juego hacendoso, efectivo y a menudo espectacular. Por eso, el mérito del equipo turco fue extraordinario. Redondeó un partido formidable e hizo saltar en pedazos la guarida azulgrana.

BARCELONA, 65; FENERBAHÇE, 84

Barcelona Lassa: Pangos (0), Kuric (10), Claver (2), Singleton (3), Tomic (7) —equipo inicial—; Séraphin (6), Pau Ribas (5), Hanga (16), Blazic (2), Heurtel (2), Pustovyi (3) y Oriola (9).

Fenerbahçe: Muhammed (16), Green (4), Kalinic (9), Melli (10), Duverioglu (2) —equipo inicial—; Arna (0), Guduric (13), Vesely (11), Datome (11) y Lauvergne (8).

Árbitros: Lamonica, Koromilas y Nedovic. Eliminado: Lauvergne (m. 37). Señalaron una técnica a Pesic y una antideportiva a Oriola.

Palau Blaugrana. 6.013 espectadores. 10ª jornada de la Euroliga. El Barcelona suma seis victorias y cuatro derrotas.

Ali Muhammed, el base de Chicago que a sus 35 años y tras una larga etapa de nómada por media Europa, parece en el esplendor de su carrera. Su exhibición de manejo, búsqueda de soluciones ofensivas y tiro lastró al Barcelona, que fue a remolque y llegó a verse poco menos que despedido del partido (23-38). Erick Green, el exalero del Valencia, y la sucesión de jugadores que baraja Zeljko Obradovic, ahora Melli o Kalinic, luego Vesely y Gurudic, o Lauvergne y Datome, aventaron un oleaje que sumergió al Barcelona de principio a fin.

Solo la irrupción de Hanga mediado el segundo cuarto marcó un punto de inflexión, aunque de efectos limitados. El alero húngaro revolucionó las constantes de su equipo, un tanto impávido ante la exhibición del Fenerbahçe. Sus nueve puntos en ocho minutos y su estilo vibrante y agresivo espoleó a los suyos (34-39). Pero se quedó sin oxígeno. Pidió el cambio.

El Barcelona se fue al descanso sin un solo rebote en ataque, uno de los detalles que Pesic valoró de una forma tan ilustrativa cuando relevó a Sito Alonso en febrero. “Un jugador que tiene tres coches en el garaje no va al rebote ofensivo”, dijo entonces. Debió recordarlo durante el descanso. Mejoró el Barcelona en ese aspecto y en la relación de robos y pérdidas, pero Melli, con siete puntos casi consecutivos, y todo el equipo de Obradovic volvió a funcionar de maravilla en ataque. El balón se movía de mano a mano, los bloqueos y las fintas acababan depositándolo en poder de algún jugador en posiciones francas para asumir un tiro obligado, fácil.

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La superioridad del equipo turco fue extrema. Pesic lo intentó todo. Después de haber situado a Pangos y Heurtel al unísono, incluyó después a Pau Ribas y al pívot ucranio Pustovoyi junto a Hanga. El Barcelona amagó con una ligera reacción (58-68). Se animó el Palau. Pero Guduric con siete puntos seguidos, Kalinic, Datome, todos prosiguieron hilando el juego.

El golpe de autoridad del Fenerbahçe dejó helado al Palau y volvió a dibujar la imagen de un Barcelona limitado, inferior, sin más, necesitado de mucha más consistencia, con varios jugadores sobrepasados, empezando por sus bases, tanto Pangos como Heurtel. El Fenerbahçe rompió la dinámica de un equipo que se había hecho fuerte precisamente en casa. Esta vez, el Palau fue una bicoca para la escuadra de Obradovic.

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