La Champions niega a Suárez

Sin Messi, el delantero uruguayo completa un gran encuentro, pero se pierde en el remate

Luis Suárez, durante el partido de Champions en San Siro.MIGUEL MEDINA (AFP)

En el Giuseppe Meazza había muchas ganas de fútbol, de recibir al Barça y de ponerle en un aprieto porque el Inter sumaba siete victorias consecutivas en la Serie A, tan solo a cuatro de igualar el récord histórico que logró Spalletti en el curso anterior. En los comercios, los taxis o cualquier rincón de la ciudad se hablaba del encuentro, grande como pocos desde hacía años en la ciudad —al menos, en la mitad de la ciudad porque la otra se decanta por el Milan— porque el Inter no disputaba la Champions desde marzo de 2012 ante el Olympique de Marsella.

Todo eran señas vitalistas en San...

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En el Giuseppe Meazza había muchas ganas de fútbol, de recibir al Barça y de ponerle en un aprieto porque el Inter sumaba siete victorias consecutivas en la Serie A, tan solo a cuatro de igualar el récord histórico que logró Spalletti en el curso anterior. En los comercios, los taxis o cualquier rincón de la ciudad se hablaba del encuentro, grande como pocos desde hacía años en la ciudad —al menos, en la mitad de la ciudad porque la otra se decanta por el Milan— porque el Inter no disputaba la Champions desde marzo de 2012 ante el Olympique de Marsella.

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Todo eran señas vitalistas en San Siro, como que la cámara enfocara a Materazzi y éste, entre sorprendido y abrumado por la ovación prolongada, acabara por saludar y tocarse el corazón ante el delirio de la hinchada. Pero los decibelios explotaron cuando por la megafonía atronó el Pazza Inter, amala, acompañado con un mosaico negro y azul, también con las luces del flash de los móviles —los mecheros ya quedaron en el olvido— para después acabar cantado a capela por la afición. Para todos ellos, sin embargo, el Barça resultó ser un analgésico, toda vez que atesoró la pelota durante gran parte del duelo, pase a pase, Valium a Valium. Y peor pudo haber sido si Luis Suárez no tuviera el gafe con la Champions.

Cómodo en LaLiga porque hace nada le hizo un fabuloso hat-trick al Madrid, a Suárez se le resiste la Liga de Campeones. Pero si hay algo que nunca falta en Suárez es la entrega, el sacrificio por el bien colectivo y su tesón por tener protagonismo en el área rival. Tanto le da el gafe que se prolonga por tres años, dado que ha marcado cuatro goles en sus últimos 23 encuentros europeos (0,17 de media por partido) y solo uno en los últimos 14, que fue en la ida de los cuartos ante la Roma del curso anterior. Y eso que ocasiones no le faltan como explicó ante el Inter. “Solo le puedo pedir que insista, que siga haciéndolo porque ha completado un partidazo ya que desde el primer minuto ha incordiado a la defensa y se ha peleado con todos”, señalo Valverde; “pero que insista porque el gol hay que perseguirlo y Luis es un experto en perseguir el acierto”.

Sin chispa

En ausencia de Messi, baja por lesión, el 9 asumió el liderazgo del equipo. Aunque no coronó con un gol. Primero, decidió chutar con la zurda desde la frontal del área cuando tenía tiempo para perfilarse y romper, por lo que la pelota se fue por arriba. Luego se la puso Alba al desmarque y se bastó con poner la cara para amortiguar el balón, para después girarse y sacar una vaselina preciosa que le hizo cosquillas al poste. La volvió a tener a la salida de un córner, cuando le pegó mal con la zurda y le llegó a Piqué, quien de chiripa realizó una pared con Suárez, que volvió a darle con la izquierda pero cruzado. Con el gafe a cuestas, malgastó otra oportunidad tras un pase de Arthur en profundidad, cuando se hizo un nudo con las piernas al encarar a Skriniar. Y la más clara le llegó tras un rechazo a chut de Coutinho, pero Handanovic intuyó y acertó su disparo.

No había manera porque le faltaba la chispa, el chut certero en el momento oportuno. Como en esa ocasión que robó el balón, pisó área y tras un recorte reclamó la mano de Perisic sin éxito. Desde la grada le gritaron repetidamente scemo (tonto, en italiano) y más que se irritaron cuando protestó frente al linier un gol que bien le anularon porque a Rakitic se le escapó la pelota y salió por línea de fondo. O cuando tras un centro al área le pegó de volea con la zurda y la pelota casi se va al banderín de córner. “Una pena que no se haya dado”, señaló Valverde. Así, fundido a negro, el 9 encontró en Malcom lo que le falló toda la noche porque el extremo, que jugó por sorpresa los minutos finales, pisó área y chutó a puerta, lejos de las manoplas de Handanovic. No fue definitivo porque Icardi replicó en el área rival con un gol de delantero. Justo lo único que le faltó a Suárez.

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