El fútbol puede cambiar vidas y así lo explica el Barcelona

El filme documental ‘Un juego llamado esperanza’ narra las historias de cinco niños que participan del programa Futbolnet desarrollado por la Fundación del club azulgrana

Para Oulimata Thiaw (Somone, Senegal; 16 años) su mejor amigo era su padre. Pero murió. Y ella tuvo que dejar el colegio, —“mi futuro”—, aunque sueña con ser abogada. Tenía que ponerse a trabajar para ayudar a su madre. En casa todo son mujeres y ella es la mayor. Así que, “hay cosas que una tiene que hacer”.

El padre de Nupur Akte (Dacca, Bangladesh; 12 años) conduce un rickshaw, un vehículo ligero de dos ruedas que él hace avanzar a base de pedaleo, y aspira a que su niña, que quiere ser médico y adora ir a clase, termine los estudios que él no tiene.

Rodrigo de Sousa ...

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Para Oulimata Thiaw (Somone, Senegal; 16 años) su mejor amigo era su padre. Pero murió. Y ella tuvo que dejar el colegio, —“mi futuro”—, aunque sueña con ser abogada. Tenía que ponerse a trabajar para ayudar a su madre. En casa todo son mujeres y ella es la mayor. Así que, “hay cosas que una tiene que hacer”.

El padre de Nupur Akte (Dacca, Bangladesh; 12 años) conduce un rickshaw, un vehículo ligero de dos ruedas que él hace avanzar a base de pedaleo, y aspira a que su niña, que quiere ser médico y adora ir a clase, termine los estudios que él no tiene.

Rodrigo de Sousa Jr. (Río de Janeiro, 10 años) vive en las favelas de Maré. Su padre es un exnarcotraficante que sabe, ahora lo sabe, que lo mejor es que su hijo no lleve su mismo camino (y el de la mayoría de los niños de la zona) y acabe convertido en un criminal.

Givara Khalil (Siria, 16 años) huyó de las bombas en una patera. Creía que llegaría a Alemania (eso le dijeron), pero se quedó en Lesbos. Lleva meses viviendo en el campo de refugiados Kara Tepe, ese al que no llegó su amigo Aylan Kurdi. “Jugaba con él, iba a menudo a la tienda de su padre. Lo echo de menos”, dice.

Pablo Ruiz (Barcelona, 15 años) tiene la enfermedad de Batten, una patología de origen genético que afecta al sistema nervioso. De pequeño jugaba de delantero y se volvía loco con los fichajes del Barcelona. Ahora los momentos de mayor felicidad los vive también en la pista. Sigue jugando a fútbol, aunque sea desde su silla.

Como Pablo, todos los protagonistas de Un joc anomenat esperança (Un juego llamado esperanza, dirigido por Jorge Martínez) juegan al fútbol. Y no lo hacen para ganar. Ni se enfadan cuando pierden. Juegan para sentirse vivos, para reír y compartir. Y aprender los valores que la Fundación del FC Barcelona quire transmitir a través del programa Futbolnet, que utiliza el balón como una herramienta de transformación social. Una herramienta que permita a Oulimata olvidarse, durante un rato, de lo dura que es su vida, a Nupur entender que las chicas pueden hace de todo, hasta jugar a fútbol, a Rodrigo que existe un lugar al que no llegan las balas, a Givara que el dolor y el desamparo son más fáciles de llevar con amigos. Y a Pablo que todavía le quedan motivos para sonreír.

Sus historias nos las traen —en este fantástico documental que explica que el fútbol puede cambiar vidas— cinco prestigiosos periodistas: Martín Caparrós, John Carlin, Santiago Roncagliolo, Laura Restrepo y Juan Cruz.

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