¿Dónde está el fondo para el Madrid?

En el desplome del equipo, sin Liga ni Copa, Zidane ha escogido no variar la ruta, confiado en que es la misma que le ha llevado siempre a la Champions

Zidane, durante el partido contra el Leganés en el Bernabéu.Foto: atlas | Vídeo: JUAN MEDINA (REUTERS) / ATLAS

Puesto a desplomarse, el Real Madrid parece haber escogido aplicarse a ello con la misma determinación que le condujo, por ejemplo, a coronarse por duodécima vez en Cardiff. Incluso con el mismo libreto. Un derrumbe formidable a la altura del mastodonte caído, que después de brillar con cinco títulos en un año, se dedica a regalar selfis felices a rivales desesperanzados. Solo en la Copa, el Fuenlabrada, el Numancia y el Leganés se llevaron del vestuario del Bernabéu fotos que no imaginaban: goles a pares y una semifinal. ...

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Puesto a desplomarse, el Real Madrid parece haber escogido aplicarse a ello con la misma determinación que le condujo, por ejemplo, a coronarse por duodécima vez en Cardiff. Incluso con el mismo libreto. Un derrumbe formidable a la altura del mastodonte caído, que después de brillar con cinco títulos en un año, se dedica a regalar selfis felices a rivales desesperanzados. Solo en la Copa, el Fuenlabrada, el Numancia y el Leganés se llevaron del vestuario del Bernabéu fotos que no imaginaban: goles a pares y una semifinal. Con su eliminación contra el Leganés, el Madrid, como acostumbra, anotó su nombre en la historia, al permitir que le remontaran en casa una eliminatoria copera por primera vez en 115 años.

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Por el camino ha repartido otras felicidades (Levante, Betis, Girona, Tottenham), pero el camino siempre ha trazado una línea recta. Si acaso, con algún leve bamboleo: una tea que se despeña de un acantilado sin terminar de apagarse, con algún resplandor fugaz por un soplido de viento. Ante la caída, la receta pública de Zidane ha sido la insistencia en el viejo plan, una especie de contemplación serena a la espera de algún cambio ambiental. No le faltaban razones para pensar que eso podía funcionar. Por ejemplo: el desacierto de Cristiano Ronaldo en la Liga, el delantero que más oportunidades de gol ha desperdiciado en Europa, es claramente una anomalía estadística, y la estadística al final siempre acaba teniendo razón. Aunque en el fútbol a veces el final estadístico llega demasiado tarde. Cae la tea y aún no se ve el fondo.

Zidane ha venido apretando el gesto mientras insistía en que el único camino era el que seguían, el que habían estado siguiendo, convencido de que al final, como siempre en su caso, estaba la Champions. Lo ha hecho, además, sin que nadie viera conveniente intervenir. Esperando a que algo pasara, como si no estuviera pasando nada. Mientras, lo único que ha agitado el equipo ha sido algo que al final no sucedió, que Kepa terminó quedándose en Bilbao, y que si hubiera sucedido tampoco habría variado el rumbo.

Así que ahora, fuera de la Copa y a 19 puntos de la cabeza de la Liga, los mismos que tiene sobre el descenso, el Madrid se ha colocado en una situación insólita para cualquier otro equipo. Lo único que puede evitar el estrépito del choque contra el fondo es la Champions, inalcanzable para casi todos, y percibida casi como feliz rutina en el Bernabéu. Como si en ese fondo lo que en realidad hubiera fuera una Orejona.

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