Arteta, el joven director

El exjugador, ayudante de Guardiola en el City, solo tiene 35 años, pero sus ganas de evolucionar harán que se atreva más pronto que tarde con un banquillo

Arteta, en el banquillo del City durante el partido contra el Swansea.ANDREW BOYERS (Reuters)

Mikel Arteta es uno de los hombres Premier de moda. Es una pieza importante del staff técnico de Guardiola en el City de los récords, el de las 18 victorias consecutivas, el de los 58 puntos sobre 60. Según algunos medios ingleses, Mauricio Pochettino quiso incorporarlo a su equipo de trabajo en el Tottenham. Incluso Arsene Wenger lo vería como un candidato a medio plazo para el banquillo del Arsenal. Guardiola lo conoce bien, desde su época en la Masia. Cuando colgó las botas como gunner,...

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Mikel Arteta es uno de los hombres Premier de moda. Es una pieza importante del staff técnico de Guardiola en el City de los récords, el de las 18 victorias consecutivas, el de los 58 puntos sobre 60. Según algunos medios ingleses, Mauricio Pochettino quiso incorporarlo a su equipo de trabajo en el Tottenham. Incluso Arsene Wenger lo vería como un candidato a medio plazo para el banquillo del Arsenal. Guardiola lo conoce bien, desde su época en la Masia. Cuando colgó las botas como gunner, le convenció para tenerlo cerca. No debió de ser muy complicado, es un máster pagado.

En realidad, Mikel Areta lo hizo todo muy rápido en su carrera, sin periodos de aclimatación, ni tampoco para las dudas. Con 15 años dejó San Sebastián y firmó por el Barça para llegar al filial y no debutar con el primer equipo.

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Con 18 fue cedido al PSG de Luis Fernández siendo titular en su segundo año en un equipo en el que jugaban Ronaldinho, Heinze, Cristóbal Parralo o el mismo Pochettino. Allí el argentino tomó la matrícula de un chaval que acabaría fichando por el Glasgow Rangers. Una apuesta sorprendente por un centrocampista creativo, más bien liviano y con necesidad de balón en una Liga de juego muy directo. Y volvió a ser precoz. En su primera temporada, con 21 años, convirtió el penalti, en el descuento, que dio la Liga a los protestantes, superando al Celtic. Arteta adoró siempre la responsabilidad.

La historia iba a tener un paso esperado, la Real. Arteta volvió a casa ya formado, joven y con una misión: relevar en liderazgo a un gran amigo, Xabi Alonso, rumbo ya a Liverpool. Como suele ocurrir, no funcionó. En enero fue cedido al Everton, donde llegó a ser capitán y jugó más de 200 partidos en seis años muy buenos. Llegó a convertirse en una personalidad muy reconocida en la ciudad y en el mejor del equipo. Luego Wenger se lo llevó a Londres. Pegaba en aquel Arsenal, menos ganador, pero de buen toque. Lo hizo bien.

Seguramente mereció ser convocado con la selección. En Inglaterra hablaban de una figura infravalorada. Del Bosque reconoció que hubo opciones de llamada, pero no ocurrió. Incluso los pross llegaron a amagar con un Diego Costa a la inglesa, una opción inviable.

Arteta solo tiene 35 años, pero sus ganas de evolucionar harán que se atreva más pronto que tarde con un banquillo. Al tiempo.

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