El Khimki de Bartzokas corta la racha del Real Madrid

El cuadro ruso, liderado por Shved y Markovic, derrota a los blancos (80-86), que tras 10 victorias consecutivas pagaron la fatiga de un octubre estresante

Thomas gana un rebote a CauseurRodrigo Jimenez (EFE)

El Khimki de Bartzokas venció al Madrid en la quinta jornada de la Euroliga (80-86) y cortó la racha de 10 victorias consecutivas del conjunto de Laso, que no perdía desde la derrota en la semifinal de la Supercopa. Los blancos pagaron el esfuerzo de la persecución, tras pasar toda la noche a remolque, y Doncic falló el triple que hubiera colocado a su equipo por delante en los segundos finales. Con las cuotas de acierto saturadas tras un excelso mes de octubre, el genio esloveno se quedó a cero en la segunda mitad. Aun así fue el más valorado de los suyos, pero no pudo compensar las 19 pérdid...

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El Khimki de Bartzokas venció al Madrid en la quinta jornada de la Euroliga (80-86) y cortó la racha de 10 victorias consecutivas del conjunto de Laso, que no perdía desde la derrota en la semifinal de la Supercopa. Los blancos pagaron el esfuerzo de la persecución, tras pasar toda la noche a remolque, y Doncic falló el triple que hubiera colocado a su equipo por delante en los segundos finales. Con las cuotas de acierto saturadas tras un excelso mes de octubre, el genio esloveno se quedó a cero en la segunda mitad. Aun así fue el más valorado de los suyos, pero no pudo compensar las 19 pérdidas de balón y los pobres porcentajes de tiro (20 de 45 de dos y 7 de 25 en triples). Con las manos y las piernas más rápidas y la cabeza más fresca, el cuadro ruso resultó inabarcable para un Madrid fatigado.

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Se enfrentaban los blancos al equipo más atlético de la competición en palabras de Laso y, mezclando la fibra de Shved y Anderson con el músculo de Gill y Thomas, el Khimki respondió a las expectativas elevando las revoluciones del partido desde el salto inicial. Los de Bartzokas se hicieron dueños del ritmo y dejaron a contrapié al Madrid. Laso buscó resortes y no tardó en recuperar para la causa a Randolph. Mejorando los plazos más optimistas, el estadounidense con pasaporte esloveno entró en juego 14 días después de la luxación del hombro derecho que sufrió ante el CSKA. Con su refuerzo y el de Felipe, los locales enderezaron ligeramente la figura, pero no encontraron nunca el libro de instrucciones.

Con Campazzo y Doncic destemplados, los ataques del Madrid se convirtieron en una secuencia errática de lanzamientos precipitados que dieron vuelo al Khimki. Coincidiendo con la aparición de Markovic, el conjunto ruso materializó el primer estirón de la noche (28-40, m. 16). En plena carrerilla, el base serbio se lastimó el pulgar de la mano izquierda y, en lo que tardó en encontrar las tiritas, el Madrid reaccionó con un parcial balsámico de 9-0. Aun sin encontrarse cómodo, Doncic comenzó a reclamar galones y llegó al entreacto con una producción de 12 puntos, exactamente los mismos que Shved pero este con casi siete minutos más de juego.

Doncic buscaba ante el Khimki una de esas plusmarcas, tan testimoniales como icónicas, que retratan la voracidad de las estrellas. La joya eslovena tenía la posibilidad de convertirse en el primer jugador de la Euroliga en lograr el MVP (jugador más valioso) en tres jornadas consecutivas, frontera desconocida desde que hace 18 años se instaurase este galardón individual. Pero llegó exhausto a la cita. El niño prodigio comenzó la competición arrasando al Efes con 27 puntos, cuatro rebotes, cuatro asistencias y 32 de valoración; rebajó sus prestaciones en el emotivo duelo ante el CSKA con 14 puntos, seis rebotes, dos asistencias y 21 de valoración; cogió de nuevo carrerilla ante el Armani con otros 27 puntos, ocho rebotes, cinco asistencias y 41 de valoración; y consolidó su vuelo con 28 puntos, nueve rebotes, cuatro asistencias y 35 de valoración ante el Zalgiris. Todo ello en poco más de 27 minutos en pista. Un mes de dominio abrumador de un chaval de 18 años que, por encima de sus números, asombra por su excelencia genética. Esta vez no encontró ni aliento ni soluciones en un encuentro abigarrado desde el inicio para el Madrid.

El abrumador dominio de los blancos en el rebote ofensivo (11-4 en los primeros 20 minutos) y las pérdidas de balón del Khimki (10 en la primera mitad) minimizaron el desenfoque madridista (13 de 40 en tiros de campo) y evitaron el prematuro despegue de los rusos (39-45, m. 20). Pero el Madrid se marchó al vestuario entre las tribulaciones y la fatiga. Tras salvar el primer sprint de la temporada con cinco triunfos en 10 días, los de Laso se mostraron de nuevo espesos, como ante el Burgos en la última jornada de Liga. El apartado de asistencias, solo cinco al descanso y ninguna en el segundo cuarto, delataba a un equipo estresado.

Sin embargo, donde no llegaba la lucidez alcanzó, momentáneamente, con un arrebato de carácter. Un triple de Randolph, un mate de espaldas de Taylor y una transición fugaz de Ayón reengancharon al Madrid (48-47, m. 23). No se inmutó el Khimki que, con las manos rápidas de Jenkins y la intendencia de Gill, devolvió la reacción con un 0-9 en menos de dos minutos (48-56, m. 25). Se marchó frustrado al banquillo Doncic, pateando sillas. Pero la agitación de Campazzo, la brega de Felipe y una técnica a Bartzokas permitieron al Madrid seguir haciendo la goma. Los de Laso aparcaron el desgaste de la persecución y volvieron a ponerse por delante tras un triple de Campazzo (69-68, m. 33). De nuevo, puro espejismo. No era la noche de los blancos. No tuvo premio su carga final. Volvió Shved con cinco puntos consecutivos que abrieron la brecha definitiva (69-78, m. 36). Ayón falló la opción de recortar a dos puntos y recibió una personal en ataque en la siguiente acción. Carroll estiró la rendición con un triple y tras un tiro errado por Shved el partido se quedó en 80-82 a 29s del final. Se la jugó Doncic para ganar, pero su triple se estrelló en el aro. Ganó el Khimki.

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