Somos diésel, diésel plus

A España, como a los buenos diésel, le puede costar más arrancar, pero cuando coge velocidad es constante y fiable

Los jugadores de la Selección celebran el pase a semifinales. Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Alemania llegó al cruce con España sin hacer ruido, quizás porque tras la retirada de Dirk Nowitzki le falta ese glamour que acompaña a los más grandes, o porque aquel tiro libre fallado por Schröder en el último Europeo rebajaba las expectativas. Pero el heredero del trono alemán ha sabido recoger el testigo de Dirk para ser el mejor de su selección, dirigir y ser el segundo máximo anotador hasta este cruce.

Aunque esta Alemania ya no es selección de un único jugador. Forman un bloque sólido...

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Alemania llegó al cruce con España sin hacer ruido, quizás porque tras la retirada de Dirk Nowitzki le falta ese glamour que acompaña a los más grandes, o porque aquel tiro libre fallado por Schröder en el último Europeo rebajaba las expectativas. Pero el heredero del trono alemán ha sabido recoger el testigo de Dirk para ser el mejor de su selección, dirigir y ser el segundo máximo anotador hasta este cruce.

Aunque esta Alemania ya no es selección de un único jugador. Forman un bloque sólido que ha puesto en muchísimos problemas al conjunto nacional. Le han generado más dudas que nadie hasta ahora. Lógico: el campeonato avanza. Su defensa ha sido sólida, sobre todo con unas ayudas muy buenas y unos cambios en el bloqueo. Una movilidad que durante el primer tiempo nos hizo sufrir, sobre todo al juego exterior. El buen hacer de Gasol, Pau, con ocho puntos consecutivos después del primer tiempo muerto (11-2), nos devolvió la igualdad. Unas tablas que se mantuvieron durante todo el primer tiempo en el que España no encontró los caminos idóneos para correr.

Todo cambió en el segundo tiempo y lo hizo a manos de Gasol, aunque esta vez me refiero a Marc. Emergió en la pista empujado por la movilidad que le da El Chacho al juego. En un visto y no visto España sumó tres canastas consecutivas, con dos de dos en triples (triplazos) de Marc, y el hueco que parecía imposible se abrió en el marcador.

Después de sufrir en el primer tiempo llegó la hora de disfrutar y de hacerlo con el juego de Marc. Hay momentos en los que a un jugador le sale todo, haga lo que haga, y ayer le tocó a él, que ha hecho y deshecho sobre la pista a su gusto. Como si con su talento y su fuerza liberara a España de la losa que había arrastrado durante el encuentro, el juego de todos mejoró, apareció la chispa y la diferencia se disparó. A España, como a los buenos diésel, le puede costar más arrancar, pero cuando coge velocidad es constante y fiable.

Algo que ha quedado claro tras el partido ante Alemania: a este deporte juegan dos rivales y, por muy bueno que seas, el adversario también tiene sus armas y la posibilidad de utilizar mil planteamientos para ponerte en dificultades. Alemania opuso resistencia de una forma increíble y ante eso lo importante es saber explotar los propios recursos, aunque no parezcan los más naturales. Ayer España no encontraba el acierto de sus exteriores y eso se notó hasta que Marc abrió la lata con sus 2,13 desde esa línea de 6,75.

Y si individualizo, es de justicia mencionar también el enorme trabajo de Joan Sastre, que sin hacer mucho ruido, cumple a la perfección un papel clave en la selección. Ante Alemania apareció su defensa en un momento clave y su trabajo junto con el del resto nos sitúa ya en nuestro entorno natural, las semifinales. Me faltan adjetivos para definir lo que este equipo da, porque es increíble que desde 2001 nunca se haya faltado a esta cita. Paso a paso, el diésel siempre llega.

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