Jimmy, el planeta y yo

Un malagueño que lleva tres años dando la vuelta al mundo a pie llega este domingo a la Puerta del Sol

Nacho Dean, el miércoles 16 de marzo, en la carrera CL-501, entre Lanzahíta y Piedralaves (provincia de Ávila), junto a su carrito, Jimmy.Silvia Varela

Los tipos tenían mala pinta. Eran tres y, machete en mano, se desplegaron sobre el asfalto de una carretera perdida entre los estados de Veracruz y Tabasco, México. Nacho Dean, que tras dos años y medio recorriendo el mundo a pie ya podía “oler” el peligro, siguió caminando, como si nada. Al llegar a cinco metros de ellos, se quitó las gafas de sol, hizo un quiebro, y empezó a correr, carretera abajo, empujando el carrito azul que le ha acompañado durante tres años. Los tres tipos empezaron a perseguirle, blandiendo los machetes en el aire. Uno tras otro, como en las películas, empezaron a fla...

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Los tipos tenían mala pinta. Eran tres y, machete en mano, se desplegaron sobre el asfalto de una carretera perdida entre los estados de Veracruz y Tabasco, México. Nacho Dean, que tras dos años y medio recorriendo el mundo a pie ya podía “oler” el peligro, siguió caminando, como si nada. Al llegar a cinco metros de ellos, se quitó las gafas de sol, hizo un quiebro, y empezó a correr, carretera abajo, empujando el carrito azul que le ha acompañado durante tres años. Los tres tipos empezaron a perseguirle, blandiendo los machetes en el aire. Uno tras otro, como en las películas, empezaron a flaquear, se fueron frenando. Nacho siguió corriendo.

Ha atravesado 31 países y caminado 33.000 kilómetros. Sin coches de asistencia, sin compañía, sin seguro internacional, sin GPS

“¿Qué necesidad tengo yo de acabar con mi vida?”. Eso fue lo que pensó. Y así lo cuenta el propio Nacho Dean, malagueño de 35 años, al borde de la carretera CL-501, entre Lanzahíta y Piedralaves, provincia de Ávila, cuando apenas le quedan unos días para culminar su hazaña. El episodio de México, en septiembre de 2015, el tercero de peligro tras un atraco en Lima y otro asalto en El Salvador, le indicó que había que pensar en poner fin a la aventura: una cosa es recorrer el mundo y otra, bien distinta, morir en el intento. Tras atravesar 31 países y caminar 33.000 kilómetros, desemboca el próximo domingo en la madrileña Puerta del Sol.

De allí partió hace tres años. Abandonó un trabajo de socorrista para tomarle el pulso al planeta. Sin coches de asistencia, sin compañía, sin seguro internacional, sin GPS. El camino le ha regalado lecciones: “Si aprendes a vivir con poco, la vida va poniendo en tu camino lo que necesitas”, dice, sereno, con sus gafas de sol de espejo y su camiseta blanca con el lema Revolution. A su lado, Jimmy, el carrito para bebés que lo ha escoltado por cuatro continentes.

“Si aprendes a vivir con poco, la vida va poniendo en tu camino lo que necesitas”, dice, sereno, con sus gafas de sol de espejo

Al principio se resistía a ponerle nombre. Pero el sol y la soledad de los desiertos de Australia propiciaron el bautizo: Jimmy; Jimmy Águila Libre. El nombre, por Hendrix, por Jim Morrison; los apellidos, en homenaje a un amigo piloto de helicópteros.

Jimmy reposa sobre sus tres ruedas, cerca de Dean, junto a un arroyo, a los pies de la sierra Gredos. Ha sido su fiel compañero durante más de 1.100 noches. En su interior, una hogaza de pan que le regaló un panadero del camino, un ordenador portátil, una lámpara frontal como las de los mineros, un antídoto para las mordeduras de serpientes venenosas –el equipaje pesa 25 kilos-. Juntos han recorrido una media de 45,5 kilómetros al día, la mano de Dean siempre estrechando el manillar. Los primeros pasos por Europa, la prueba de fuego de Asia, la aventura libre y salvaje de Australia, el duro año y medio recorriendo de Sur a Norte América. El paso por suelo africano quedó abortado, entre otros motivos, por falta de presupuesto -salió con 3.000 euros que se convirtieron en 20.000 gracias a variadas aportaciones-.

Doce pares de zapatillas y 20 ampollas después de aquel iniciático 21 de marzo de 2013, Dean regresa a la Puerta del Sol

Este exestudiante de publicidad con vocación de rebelde ha querido poner el foco sobre el planeta con su viaje, Earthwidewalk: “El calentamiento global es una realidad, tenemos que cuidar de la casa en la que vivimos”, manifiesta. Doce pares de zapatillas y 20 ampollas después de aquel iniciático 21 de marzo de 2013, Dean regresa a Sol. Su viaje ha sido un deshacerse de lo superfluo, un huir del ruido que nos rodea para sentir la naturaleza. “Te deshaces del ruido y queda la única verdad, la del amor, la de la fuerza, la de la energía, la de la solidaridad, la de cambiar las cosas”.

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