“Me ha faltado chispa”

El español, al concluir el encuentro, asume resignado: "Rosol estuvo increíble, golpeaba todo lo fuerte que quería, le entraba todo donde soñaba"

Lukas Rosol, tras vencer a Nadal.STEFAN WERMUTH (REUTERS)

Cuando Rafael Nadal entra en la central de Wimbledon, lee unas palabras que no olvidará luego, cuando tenga que explicar su derrota. Ahí, sobre el dintel de la puerta que le lleva hasta el altar más sagrado del tenis, relucen las letras de un poema, If, de Rudyard Kipling, que le lanzan un mensaje: “Trata como el mismo impostor a la victoria y a la derrota”, es el resumen. Más de tres horas después, eliminado en segunda ronda de un grande por primera vez desde 2005, las mismas palabras brotan de la boca mallorquín. “En el quinto set”, resume sin amargura; “Rosol jugó a un nivel que su...

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Cuando Rafael Nadal entra en la central de Wimbledon, lee unas palabras que no olvidará luego, cuando tenga que explicar su derrota. Ahí, sobre el dintel de la puerta que le lleva hasta el altar más sagrado del tenis, relucen las letras de un poema, If, de Rudyard Kipling, que le lanzan un mensaje: “Trata como el mismo impostor a la victoria y a la derrota”, es el resumen. Más de tres horas después, eliminado en segunda ronda de un grande por primera vez desde 2005, las mismas palabras brotan de la boca mallorquín. “En el quinto set”, resume sin amargura; “Rosol jugó a un nivel que supera la realidad”. “Estuvo increíble. Golpeaba todo lo fuerte que quería, le entraba todo donde soñaba. Fue Irreal. Así es el deporte. Es doloroso, siempre es duro caer, pero el deporte es ganar y perder”.

Los pelotazos del checo son los clavos que cierran la tapa del ataúd. Durante 3h18m, Nadal espera su momento mágico, ese minuto de oro que le distingue desde siempre, segundos irreales en los que la pesadilla se torna sueño y el castigo premio. Nunca llega. “No estuve inspirado en los momentos clave”, reconoce luego. “Él le pegaba sin pensar, sin sentir la presión, y cuando eso ocurre, estás en las manos de tu oponente”, añade. “Jugué con un poco menos de energía que otras veces. Me siento muy bien mentalmente. Físicamente, me ha faltado la chispa de otras veces. La movilidad no ha sido la mejor en ningún momento. Mis opciones no las he jugado como se tienen que jugar en un torneo como este, donde todo se decide por detalles”.

El mallorquín deja Londres. El 28 de julio volverá a la catedral del tenis: con Kipling eternamente vivo en una pared, las medallas de los Juegos de Londres estarán en juego.

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