Un proyecto deIberia

La agitada mente de la creadora de remansos de paz

La interiorista Lorna de Santos, premio Casa Decor 2020 y AD 2021, se ha convertido en una referencia del sector gracias a un estilo que se ha dado en llamar “minimalismo cálido”. Sus talentos son, dice, una mirada diferente y una implicación personalísima en cada proyecto

Desde bien pequeña, a la futura arquitecta Lorna de Santos (Madrid, 1990) “lo normal” ya le provocaba algo peor que aburrimiento: recelo, casi miedo. Y, dentro de ese cajón, el de la normalidad, la niña que fue metía no solo al profesor que parloteaba en el aula o los deberes, también los juegos en el recreo o las celebraciones de cumpleaños de los compañeros del cole. Poseía ya entonces, dice, una sensibilidad viva, una mirada diferente que ha sabido convertir en su principal virtud: “Quienes me conocen destacan que acostumbro a mirar las cosas desde otro prisma, y que me empecino bastante con mi propia visión. Dicen que mi cabeza es como una lavadora centrifugando ideas…. Y tienen razón”. Es la mente inquieta de quien se ha convertido en una de las interioristas más demandadas de España, una creadora con la vista puesta en crecer, lo que, para ella, significa: “Ser internacional, seguir aprendiendo de quienes me rodean y saber liderar y apoyar el talento de mis equipos”.

Agitada, con una sonrisa de oreja a oreja, se baja de la moto y se adentra en el restaurante que está reformando y que, tras 10 meses de obras, va a abrir sus puertas en un par de semanas. Mientras la fotografían no pierde detalle de cuanto sucede a su alrededor, advierte a un carpintero que se afana con el rodillo: “Ese barniz es mate, ¿verdad?”; indica, un par de disparos más tarde, a otro trabajador: “Los focos cenitales sobre las mesas tienen que abrirse más, sin llegar a generar sombras en los rostros de los comensales”…

Pregunta. ¿Le viene de casta al galgo? Su padre es constructor, su madre interiorista…

Respuesta. ¿Ha influido? Seguro que sí. Pero… de niña no jugaba a las casitas, precisamente. Dibujo fatal y no me dio a edad temprana por nada creativo. Vivía agarrada a una raqueta. Jugaba al pádel. He competido siempre. Incluso mi madre me ayudaba a saltarme alguna clase para entrenar. Me lo tomaba muy en serio. Entrenaba contra chicos, apenas había mujeres al principio. Llegué a profesional. Viajaba por toda España y mis padres me acompañaban. Estuve jugando desde los 9 años, hasta que decidí retirarme a los 23.

P. ¿Qué pasó?

R. Gracias a haber formado parte de la selección española de pádel pude acceder a un puesto para deportistas de élite en la universidad. Tocaba escoger carrera, me había planteado ser actriz, ser fisioterapeuta, pero elegí matricularme en Arquitectura en la ETSAM [Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, perteneciente a la Universidad Politécnica de Madrid]. Ahí todo cambió. Fui feliz desde el principio: un ambiente tan cultural, rodeada de gente que perseguía la excelencia. Pero estaba acostumbrada a dejarme la piel por cosas en las que era buena, el deporte. Y, de pronto, necesitaba ayuda con las matemáticas, con el álgebra, era una alumna del montón, a pesar de las horas que le echaba, una estudiante que en lo que mejor se defendía era en la asignatura de Proyectos. Empecé a notar el agotamiento, se me agarrotaba el brazo compitiendo, le estaba perdiendo el gusto al pádel… Así que decidí parar y concentrar todo mi esfuerzo en subsanar las carencias que percibía con respecto a mis compañeros de carrera. ¡Estaba conociendo a tanta gente de la que aprendía tanto! Siguen siendo hoy mis amigos. Fue un mundo nuevo. Aunque no crea que dejé el deporte…

P. ¿Le sirvió su talento como deportista para perseverar y convertirse en arquitecta?

R. Por mi carácter, me llamaban leona, imagínese… Cuando me bloqueaba en un partido, restando un saque, solía repetirme: “Vamos, tú puedes, eres las mejor”. No es que me lo creyera, pero ese condicionamiento positivo me sacaba del bloqueo. Claro que esa actitud me sirvió durante los estudios. El deporte sigue siendo crucial para mí.

P. ¿De qué forma?

R. Corro maratones, carreras por la montaña, necesito colocarme en situaciones extremas porque son el único lugar donde encuentro serenidad, donde veo las cosas con claridad. En esos momentos he tenido mis mejores ideas. Mi padre, que siempre me animó a seguir entrenando en los periodos de exámenes, siempre dice que hay que tener muchas ideas y luego dormirlas… o hacer deporte con ellas bullendo.

MI DEFINICIÓN

“El talento es ser capaz de hacer sentir al otro lo que tú sientes”

De Santos toma nota de todo a su alrededor: se necesita espuma de látex de 10 centímetros de espesor para los asientos, la cristalera de la terraza está todavía pendiente de instalación, con los andamios erguidos frente a la fachada… ¿Cómo se convirtió la jugadora de pádel, la estudiante de arquitectura, en la premiada interiorista? Cuando colgó la raqueta decidió marcharse a estudiar al extranjero: en Tel Aviv, en Israel, descubrió su talento natural para la arquitectura de interiores; henchida, cargada con la valentía de sentirse de nuevo buena en algo, puso rumbo a China, a Shanghái, donde vivió dos años. Trabajó en el prestigioso Neri & Hu Design and Research Office. A su vuelta, en 2017, fundó su propio estudio en Madrid.

P. ¿Por qué Israel?

R. Se elegía destino por nota. Yo escogía en la posición ciento y pico… Pero me quedé con la copla: la estudiante con la nota más alta había elegido Tel Aviv, así que me dije: “Debe ser por algo…”. Pensé que, obviamente, debía tratarse de una motivación formativa. Y, como cuando me llegó el turno quedaban plazas allí, en aquel destino exótico, no lo dudé. Luego me confesó que se marchó a Israel por amor… Por suerte para mí, fue un profesor de aquella universidad quien me puso en mi camino; me dijo: “Lorna, tú te tienes que dedicar al interiorismo, tu creatividad, tu sensibilidad, eso es lo que de verdad importa. Ya se ocuparán de las cuestiones técnicas otros…”.

P. ¿Y China? ¿El más difícil todavía?

R. Más o menos… Los primeros seis meses me dediqué casi por completo al idioma: era imposible estudiar en inglés o en cualquier otra lengua que no fuera chino. Tuve suerte. Gracias a mi estancia allí se abrieron convenios de intercambio y colaboración con la ETSAM. Guiaba por las calles de Shanghái al director de la escuela enseñándole mercados chinos y regateando con los vendedores… Fui, de repente, un poco embajadora. Estoy bastante orgullosa de lo mucho que aprendí y disfruté allí.

En ‘Topografías del placer’ (izquierda) abrió la pared como un desvelamiento, para dejar ese resquicio al fuego, que invita a la reflexión. Una apuesta que resultó ganadora en Casa Decor 2020 y la propulsó como interiorista. Abajo, dos espacios con el sello del ‘minimalismo cálido’ de De Santos. .

Montando en bici, no paraban de asaltarme nuevas ideas y me pregunté: ‘¿Cuántas podré ejecutar? ¿cuántas vidas necesitaría para llevar todas a cabo?

Sus primeros clientes, como suele ocurrir, fueron conocidos o encargos que la constructora de su padre le derivaba. Hasta que en 2020 llegó un punto de inflexión: su proyecto Topografías del placer se hizo con el galardón más importante de la edición de ese año de Casa Decor. Ahí quedó definido el estilo por el que sería reconocida: sus blancos, su luz, sus ambientes de pura paz, los pavimentos continuos, la calidez más orgánica que geométrica… En 2021, la revista especializada AD la nombró interiorista del año. Una carrera meteórica que sigue lejos de tocar techo.

P. Al final, el destino ha sido obstinado y la ha llevado de vuelta a casa, a aquello que vio hacer a sus padres. ¿No le queda el gusanillo de haber probado con alguno de sus otros talentos?

R. Recién licenciada en Arquitectura me matriculé en Interpretación. Cursé un año. Me di cuenta pronto de que no era lo mío. ¡Y mira que con la primera obra de teatro que hice me salió representante y todo! Pero no sentía que fuera mi camino. No sentía lo mismo que al entrar sola en un espacio vacío y mirarlo y comenzar a pensar sus posibilidades, en qué hacer con él… Pero sigo yendo mucho al teatro, me inspira mucho. También viajar, la música, el cine, la gastronomía…

Lorna de Santos

El talento de la deportista…

Es quien es, dice, por su tenacidad, por esa actitud de leona con que afronta cuanto le venga.

... y el talento de la empresaria

Cree en la conjunción de talento, en el equipo, y en el futuro le gustaría seguir aprendiendo y rebasar la frontera de una arquitecta de interiores: se considera empresaria, desea sacar líneas de muebles, abrir líneas de negocio y, sobre todo, ser esa clase de líder que hace crecer a cuantos trabajan con ella.

P. Hace cocinas. ¿También cocina?

R. Si invito a alguien a cenar a casa, debe tener claras dos cosas: habrá buen vino y pediremos comida a domicilio. ¡Ni de broma! ¡No! Jamás cocino. Se me da fatal.

P. Entonces ¿por qué cosa que ahora mismo no domina o no sabe hacer cambiaría todos sus talentos? ¿Por quién se cambiaría, si pudiera?

R. Creo que la única vida por la que cambiaría lo que ha sido la mía hasta ahora sería la de Rafa Nadal. La raqueta…

CRÉDITOS

Redacción:  Alejandro Martín 
Coordinación editorial:  Juan Antonio Carbajo, Francis Pachá, Alejandro Martín 
Desarrollo:  Rodolfo Mata   
Diseño e ilustración:  Juan Sánchez   
Coordinación de diseño:  Adolfo Domenech   
Fotografía: Jaime Villanueva

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