“¡Que lea el sobre entero!”: historia de un sorprendente Goya compartido

Reconstrucción a través de sus protagonistas de cómo se fraguó y se vivió en la gala el empate histórico en el premio a mejor película entre ‘El 47’ y ‘La infiltrada’

Marcel Barrena (izquierda), director de 'El 47', sube al escenario a saludar a Belén Rueda. Detrás, están tres de los otros entregadores: Tamar Novas, Alejandro Amenábar y Javier Bardem, con la estatuilla. Foto: PACO PUENTES | Vídeo: RTVE

A la 1.38 de la madrugada, la 39ª gala de los premios Goya se encaminaba hacia un hito histórico, sin que casi nadie lo supiera. De lo que iba a pasar en el escenario del Palacio de Congresos de Granada solo era conscientes dos personas, los dos notarios que daban fe de la limpieza y del secreto de la votación. A la 1.38, la actriz Belén Rueda abrió el sobre del premio a la mejor película y sacó dos papeletas y un folio dobl...

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A la 1.38 de la madrugada, la 39ª gala de los premios Goya se encaminaba hacia un hito histórico, sin que casi nadie lo supiera. De lo que iba a pasar en el escenario del Palacio de Congresos de Granada solo era conscientes dos personas, los dos notarios que daban fe de la limpieza y del secreto de la votación. A la 1.38, la actriz Belén Rueda abrió el sobre del premio a la mejor película y sacó dos papeletas y un folio doblado. Muchos papeles para un envoltorio que, en teoría, solo debía albergar una tarjeta dorada. La actriz pronunció: “El 47″, para júbilo de su equipo, y su compañero de lectura, Tamar Novas, se acercó para mirar los otros papeles: en el folio, en letra mayúscula, aunque en un tamaño muy pequeño, se leía: “Ex aquo” [sic]. En ese momento, en distintos lados del Palacio, estallaron varias tormentas. Esta es la crónica de esos segundos de incertidumbre, que se reflejan en la cara de Marcel Barrena, director de El 47, ejemplo gráfico de un sentimiento que conmocionó a todo el que estuviera atento a la entrega: pero ¿qué está pasando?

Para llegar a la madrugada del domingo hay que empezar por el viernes 24 de enero, a las 14.00, momento en que se cerraron las votaciones para elegir el palmarés de la 39ª edición. Desde ahí, los votos telemáticos y físicos ―aún hay quien los envía por carta― son controlados por la notaria Eva María Fernández Medina, que habitualmente certifica las votaciones de la Academia del cine español, tanto a los Goya (hay una primera selección para elegir las candidaturas, votación que este año se cerró el 13 de diciembre; y una segunda, la de los ganadores) como a la representante española a los Oscar, que también pasa dos cribas.

Al estar colegiada en Madrid Fernández Medina, y solo poder realizar su labor en esta ciudad, ella envía los resultados en un sobre sellado (lo traslada un representante de la Academia; ni siquiera él, obviamente, accede a esa lista) a un compañero en la ciudad andaluza, el notario Luis Rojas Martínez. Ambos, desde ese momento, vigilan el proceso. Y los dos conocían el empate que sorprendería al final de la ceremonia. El artículo 13.2.4. de las bases de los Goya de esta edición reza: “En caso de empate en número de votos en una misma categoría, podrán proclamarse dos ganadores/as, con los mismos derechos e incluyendo sendos trofeos”. El mismo documento da fe de que ni siquiera la Academia conoce el resultado: “El/la notario/a realizará el recuento de votos y dará a conocer a los/as ganadores/as en el momento del acto público de entrega de los Premios Goya. El/la notario/a hará entrega al/a la presidente/a de la Academia o persona en quien delegue, de los correspondientes sobres cerrados incluyendo el nombre de cada ganador/a identificados en su exterior únicamente con el nombre de cada categoría. Dichos sobres serán abiertos y leídos durante la celebración de la gala de los premios”. La Academia no sabe siquiera cuántos han votado de entre sus 2.424 miembros con derecho a ejercer esa acción (tienen que estar al corriente de pago y poseer una antigüedad en la institución mínima requerida).

Fernández Medina se ocupó de elaborar una copia autorizada del acta en la que figuraban los resultados de los Premios Goya, y fue su compañero de Granada el que preparó los sobres y puso dentro del de mejor película la hoja que señalaba el ex aequo para que quedara claro que los Goya no estaban viviendo un La La Land, en referencia al famoso desastre que reventó los Oscar de 2017. Aquel año Faye Dunaway dio como ganadora la película de Damien Chazelle y Fred Berger, productor del musical, desveló ya desde el escenario que la verdadera ganadora era Moonlight.

A la derecha, Arantxa Echevarría y Marcel Barrena, directores de 'La infiltrada' y 'El 47', se abrazan junto con los equipos de los dos filmes, tras la victoria compartida en los Goya. Justo detrás se felicitan dos de los productores, Mercedes Gamero, de 'La infiltrada', y Javier Méndez, de 'El 47'.Foto: PACO PUENTES | Vídeo: RTVE

La lectura empezó accidentada: la Academia quería rendir tributo a las dos décadas del Oscar y los 14 premios Goya ganados por Mar adentro. Tamar Novas, Lola Dueñas, Javier Bardem y Belén Rueda salieron bromeando a cerrar la gala, sin darse cuenta de que tenían los micrófonos abiertos. Les faltaba el director Alejandro Amenábar, que entró a la carrera con otro sobre en la mano: venía de haber entregado el anterior galardón a mejor dirección. Al llegar le dice algo a Bardem acerca de lo que porta que no se entiende bien. Amenábar lo explica a este diario: “No recuerdo bien lo que dije. Supongo que al haber entregado inmediatamente antes el de dirección y llevar aún el sobre se lo comenté a Javier. O a lo mejor le pregunté si era él quien llevaba el sobre de película. Lo que sí sé es que le dije que entregara él el Goya. Y luego vino el momentazo con Belén. Tamar ahí estuvo muy rápido: vio la nota en la que ponía en letra, quizá demasiado pequeña, ex aequo”. Tras las presentaciones de las cinco contendientes, la actriz leyó la deliberación.

En una sala adyacente al escenario, con un cartel lateral con la palabra “notarios” Rojas Martínez había ido dando en mano cada sobre y cada estatuilla, una y solo una por categoría. En ese recinto, un guardia de seguridad y, obviamente, la notaria madrileña. Testigos en el backstage aseguran a EL PAÍS que se oyó un grito, “¡Que lea el sobre entero!”, desde esa habitación. La orden se amplifica en segundos en cadena. “Llegaron corriendo tres o cuatro personas hasta el pie de la escalera de acceso al escenario gritando: ‘¡Que lea el sobre entero!’. Fue el típico mensaje que se fue trasladando de unos a otros. Y en voz alta, cosa rara en esas circunstancias”.

Novas, justo a la derecha de Rueda, contó en RTVE que él sí fue consciente de que en ese sobre había muchos papeles: “Me fijé en el papel, y en que había otra tarjeta dorada, en la que se leía La infiltrada”. Se lo remarca a la actriz, mientras en la retransmisión las cámaras enfocan al equipo de El 47, liderado por la productora Laura Fernández Espeso, consejera delegada de MediaPro Studios. Está justo subiendo las escaleras al escenario, desde la parte izquierda del patio de butacas, junto a Salva Reina, que había obtenido el primer trofeo de la noche como actor secundario, cuando escucha que Rueda sigue hablando. “He pensado que tendría que volver a sentarme”, confesaba la productora minutos después, recordando lo sucedido con La La Land en los Oscar.

Marcel Barrena, ante los micrófonos, director de 'El 47', en el escenario de los Goya, durante su agradecimiento. Detrás, con el Goya, Fernández Espeso, de 'El 47', saluda a María Luisa Gutiérrez, de 'La infiltrada'. En medio, Mercedes Gamero, de 'La infiltrada, va a abrazar a Javier Méndez, de 'El 47'.Jon Nazca (REUTERS)

Abajo, en otra fila, saltaron otras cineastas de alegría. “Nos hemos quedado alucinadas. Ya dábamos por perdida la noche”, recordaba María Luisa Gutiérrez, productora de La infiltrada. “De repente hemos visto que Belén [Rueda] decía: ‘No, no. ¡Esperad!’. Y nos miraba”, aseguraba Mercedes Gamero, otra productora del mismo filme. Y Arantxa Echevarría confesó que de inmediato pensó en tres palabras: “La La Land”. Quienes vieran la ceremonia en la televisión escucharon una voz más, la de Carolina Yuste, que había ganado el Goya a mejor actriz 10 minutos antes, y estaba en el backstage con TVE. Es ella quien suelta: “Qué dices, tronco. ¡Qué fuerte!”. Novas repite en alto “Es ex aequo”, y el actor gallego se queda con la hoja donde puede leerse el empate, consciente del momento histórico. El equipo de La infiltrada estaba sentado justo en la primera fila del otro lado del patio de butacas, así que ascienden a por el premio desde ese sector. Yuste corre desde el backstage para sumarse al festejo. Y los dos equipos, que tienen buena relación, y que habían coincidido en el mismo restaurante horas antes en la comida, se hermanan en la celebración. “Ha sido un poco extraño, pero muchísimas gracias”, lo resumió Barrena desde el escenario. La Academia confirmaba al rato que harán otro cabezón, con lo que cada filme tendrá su propio trofeo.

No todo el mundo vivió igual esos instantes de felicidad tras la confusión. La sombra del error de los Oscar era demasiado alargada y un responsable de la academia whatsappeó inmediatamente a la notaria madrileña. Fernández Medina no había advertido a la institución de que hubiera una sorpresa en un sobre, ya que las bases dictan que el resultado debe ser mantenido totalmente en secreto. Al instante este cargo de la academia recibió la confirmación: todo estaba bien, el resultado era de verdad un empate.

Arriba, siguen los agradecimientos. Se acercan ya las dos de la mañana, hay dos equipos con sus discursos, y en un plano se ve que, antes de que vaya a hablar Echevarría, Leonor Watling va a salir a despedir la gala, y Maribel Verdú, entre risas, la sujeta, para que la directora tenga su momento.

Ya hubo empates en entregas de otros premios cinematográficos. Empezando en los mismos Goya, donde se había dado una vez: en 1991, en la categoría de cortos, cuando los filmes en este formato recibían un único reconocimiento (ahora se divide en documental, ficción y animación). Hace tan solo tres años los David di Donatello, los Goya italianos, otorgaron el galardón a la mejor dirección de fotografía a Daria d’Antonio, por Fue la mano de Dios, y Michele d’Attanasio, por Freaks Out. En los Oscar de 2013, el premio a mejor montaje de sonido se repartió entre La noche más oscura y Skyfall, en la sexta vez en que los premios de Hollywood vivían un ex aequo. Los dos más sonados se dieron en el siglo XX: en 1968, Katharine Hepburn y Barbra Streisand compartieron el de mejor actriz por sus trabajos en El león en invierno y Funny Girl, respectivamente. El primer empate se dio en 1932, cuando Wallace Beery y Frederic March se llevaron el de mejor actor por El campeón y Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

En las bases de los Goya 2025 se avisaba: “Cada elector/a podrá votar un/a único/a nominado/a para cada una de las categorías”, que en el caso digital es obvio, no admite otra manera. También, que “no será obligatorio votar en todas las categorías para considerar válida la papeleta”, aunque probablemente el voto principal sea justo el que todos los miembros de la institución realicen. Los pronósticos de la víspera se dividían entre dos favoritas: El 47 y La infiltrada. Acertaron todos.

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