‘El 47′ y ‘La infiltrada’ ganan el primer Goya compartido de la historia a mejor película

Eduard Fernández, por ‘Marco’, y Carolina Yuste, por el ‘thriller’ sobre la policía que se introdujo en ETA, ganan los premios a protagonistas en una gala en la que ‘Emilia Pérez’, sin Karla Sofía Gascón en Granada, triunfó en película europea

Los equipos de la películas ´El 47´ y ´La Infiltrada´ tras recibir el Goya compartido a la mejor película esta noche en Granada.Foto: PACO PUENTES | Vídeo: RTVE

Tras una gala aburrida estalló el gran espectáculo, los fuegos artificiales. Después de una gala de estupendos premios y terribles discursos se anunció el primer ex aequo de la historia de los premios Goya, que remató su 39ª ceremonia dando el premio a mejor película a El 47, de Marcel Barrena, y La infiltrada, de Arantxa Echevarría. Han podido votar casi 2.000 académicos, y al final, ha habido empate. Absoluto. ...

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Tras una gala aburrida estalló el gran espectáculo, los fuegos artificiales. Después de una gala de estupendos premios y terribles discursos se anunció el primer ex aequo de la historia de los premios Goya, que remató su 39ª ceremonia dando el premio a mejor película a El 47, de Marcel Barrena, y La infiltrada, de Arantxa Echevarría. Han podido votar casi 2.000 académicos, y al final, ha habido empate. Absoluto. Dos películas asentadas en historias de España, que ilustran casos pocos conocidos con protagonistas tenaces, fascinantes, duros.

En los 806 kilómetros que separan la alfombra roja que los vecinos extendieron en la noche del sábado en la barriada de Torre Baró de los 48 escalones que subían los asistentes a la 39ª edición de los premios Goya, celebrados en el Palacio de Congresos de Granada, caben cinco trofeos recibidos por El 47 desde la Academia española de cine. En los 843 kilómetros que van desde la calle Boulevard de San Sebastián al Palacio caben los dos premios ganados por La infiltrada. El 47 se llevó mejor película, mejor actriz secundaria (Clara Segura), mejor actor secundario (Salva Reina), dirección de producción y efectos especiales. La infiltrada sumó al ex aequo el de mejor actriz, para Carolina Yuste.

En una votación rigurosamente secreta y controlada por una notaria, en la que pueden participar casi 2.000 académicos, al final el cabezón no cayó hacia un lado o hacia otro. Se quedó en medio, en manos de los equipos que lideraban Marcel Barrena y Arantxa Echevarría. En la historia del cine español solo había ocurrido en 1991, en la categoría de corto. Y por eso el escenario granadino rebosó de gente feliz.

Los actores Eduard Fernández y Carolina Yuste, con sus Goyas a mejor actor y actriz.Julio Munoz (EFE)

Hasta ese momento, la gala había avanzado a paso de tortuga. Eduard Fernández, la estrella de la temporada, presente en El 47 y en Marco, ganó el Goya más esperado, por su recreación de uno de los mentirosos más fascinantes de la historia de España, Enric Marco. En el escenario se lo entregaron Josep Maria Pou y su hija, Greta Fernández, que le había mentido contándole que daba el de guion. Hubo mentiras en la vida de Marco, pero en el discurso de Fernández hubo mucho verdad, cuando recordó a los españoles muertos en los campos de concentración nazis y los muertos en los conflictos actuales, como Palestina. La bandera de Palestina, bien como pegatina, bien como pin en vestidos y solapas, estuvo muy presente en la alfombra roja.

La habitación de al lado, del ausente Pedro Almodóvar —aunque sí estaba el resto de los integrantes de su productora, El Deseo—, logró los reconocimientos a mejor fotografía, para Edu Grao, un hombre muy preciso en su trabajo y que ya acumula una estupenda filmografía en EE UU; a mejor guion, para Pedro Almodóvar, y a mejor música, obra de un genio, Alberto Iglesias, que con esta estatuilla ha obtenido su décimo segundo premio Goya. Un músico con cuatro candidaturas al Oscar, un artista que está construyendo un opus descomunal, que probablemente aún no ha sido suficientemente valorado. El tiempo lo pondrá en su sitio, engrandecerá su labor. En el escenario, además, el donostiarra demostró su bonhomía, cuando recordó a Marisa Paredes: “Mi primer trabajo con Pedro Almodóvar fue La flor de mi secreto, y en su primera secuencia aparecía Marisa”. A Paredes la ceremonia rindió tributo cuando tras el discurso del presidente, Fernando Méndez-Leite, entró en el escenario María Isasi, su única hija, y leyó unas palabras sobre el legado de su madre.

Maribel Verdú entrega a Aitana Sánchez-Gijón el Goya de Honor.PACO PUENTES

El recorrido de la película Segundo premio, codirigida por Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez, ha sido largo y doloroso hasta alcanzar el Goya a mejor dirección, que recogió solo Rodríguez. Marcado por la enfermedad de la hija de Lacuesta y la guionista Isa Campo, el filme, una recreación onírica de la leyenda del grupo granadino Los Planetas, tuvo a Lacuesta viendo desde las pantallas instaladas en una habitación de hospital y a Rodríguez en el terreno. Cuando la película ganó en el festival de Málaga, Lacuesta cantó una canción en homenaje a Luna, ya fallecida. A la una y treinta de la madrugada, Rodríguez leyó en su móvil un mensaje del realizador, que recordó “cómo Luna dirigió” desde su regazo. A eso sumó mejor sonido y mejor montaje.

En un grupo de películas con dos premios entró la antes mencionada Marco, que además del galardón al actor protagonista sumó el de maquillaje y peluquería; La estrella azul, la resurrección del roquero Mauricio Aznar, el fallecido líder de Más Birras, que ganó las dos estatuillas más cantadas de la noche, la de actor revelación, para Pepe Lorente, y el de dirección novel, para Javier Macipe, que rompe la racha de siete realizadoras que habían ganado en esta categoría. En este pelotón estuvo La virgen roja, para su dirección de arte y su diseño de vestuario; y La guitarra flamenca de Yerai Cortés, como mejor documental —en extraño quiebro su director, C. Tangana, pidió perdón y agradeció el cariño recibido por la gente del cine— y mejor canción (para Los almendros, un bello tema de reconciliación entre La Tania y Cortés).

Belén Rueda con el equipo de 'El 47' en la gala de los Goya.Foto: REUTERS/Jon Nazca | Vídeo: RTVE

Casa en llamas, mejor guion, sirvió para que muchos espectadores descubrieran a la otra estrella de la temporada, Eduard Sola, autor de los mejores discursos de la temporada de premios, que en esta ocasión alabó a todas las madres del mundo, para acabar dedicando el premio a la suya.

Los últimos diez días protagonizados por Karla Sofía Gascón acabaron en los Goya en el premio a mejor película europea, para una Emilia Pérez sin Emilia Pérez. Enrique Costa, de Elástica Films, y Miguel Morales, de Wanda Films, sus codistribuidores en España, sí mencionaron el nombre de la actriz madrileña, tras recordar todos los galardones recibidos por el narcomusical de Jacques Audiard. Y al final, soltaron: “Contra el odio y el escarnio, más cine y más cultura”.

Sobre el escenario, Tamar Novas, Belén Rueda, Javier Bardem y María Dueñas acompañados por Alejandro Amenábar, director de 'Mar adentro' que cumple 20 años de su estreno.PACO PUENTES

Hace dos décadas que el cine español ganó su último Oscar a la mejor película de habla no inglesa (que aún se llamaba así) con Mar adentro, tras llevarse 14 cabezones. En un momento realmente breve para lo que fueron otras actuaciones, cuatro de sus actores (Belén Rueda, Lola Dueñas, Tamar Novas y Javier Bardem) y su director, Alejandro Amenábar, dieron las gracias a todas las personas que apoyaron la lucha de Ramón Sampedro por una muerte digna, alcanzada con su eutanasia. Ese derecho se ha visto reflejado en múltiples películas este año, lo que ha subrayado que la eutanasia, aunque ya esté legislada, aún sigue siendo un lujo.

La ceremonia estuvo salpicada de números musicales que revisaron —bien hecho— clásicos, con un buen guion y dos presentadoras a la altura, Maribel Verdú, que además disfrutó de entregar el Goya de Honor a Aitana Sánchez-Gijón, y una chispeante Leonor Watling. Solo un lamento. Una gala es tan espectáculo como entrega de premios. Se entiende que haya que agradecer el galardón, sobre todo en casos de obras sacadas a puro impulso personal, como los cortometrajes, pero cuando se acaba soltando hasta un “¡Viva Consuegra!” hay que acordarse de los televidentes, que en casa empiezan a desear que la gente del cine español no tenga más familia.

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