Columna

Religiones

En los 10 capítulos de 'Mesías', las religiones se entremezclan con la geopolítica y el fanatismo con el mercantilismo

Mesías es la gran apuesta de Netflix para 2020. Centenares de extras, localizaciones en diversos países y decorados impresionantes, como la reconstrucción del Monte del Templo de Jerusalén, para narrar la llegada de un posible enviado de Dios para difundir su palabra. Diez capítulos creados por Michael Petroni en los que las religiones se entremezclan con la geopolítica y el fanatismo con el mercantilismo.

En Estados Unidos se estrenó con polémica, suponemos que por la hipersensibilidad de una clase política y una industria audiovisual muy próximas a Israel por más que el ISIS,...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
Más información

Mesías es la gran apuesta de Netflix para 2020. Centenares de extras, localizaciones en diversos países y decorados impresionantes, como la reconstrucción del Monte del Templo de Jerusalén, para narrar la llegada de un posible enviado de Dios para difundir su palabra. Diez capítulos creados por Michael Petroni en los que las religiones se entremezclan con la geopolítica y el fanatismo con el mercantilismo.

En Estados Unidos se estrenó con polémica, suponemos que por la hipersensibilidad de una clase política y una industria audiovisual muy próximas a Israel por más que el ISIS, el Mossad y la CIA compartan la barbarie. Resultan espectaculares las secuencias del cerco a Damasco por el califato islámico o los devastadores efectos de un tornado en un pueblo de Texas en los que siempre surge Al-Masih (Mehdi Dehbi) para llevar la buena nueva y, al mismo tiempo, acrecentar el temor de los Gobiernos de Estados Unidos e Israel, personificados en la agente de la CIA Eva Geller (Michelle Monaghan) y el del Mossad Aviram Dahan (Tomer Sisley).

Y si en lo espiritual la llegada del enviado perturba el orden establecido en las religiones y en esa secuela del entretenimiento que son los telepredicadores, en lo terrenal lo que perturba son los anhelos palestinos por el reconocimiento de un Estado independiente y el temor de que una añorada paz mundial dé al traste con los beneficios de la industria militar.

En fin, Epicuro de Samos lo tenía claro: “¿Dioses? Tal vez los haya. Ni lo afirmo ni lo niego, porque no lo sé ni tengo medios para saberlo. Pero sé, porque esto me lo enseña diariamente la vida, que, si existen, ni se ocupan ni se preocupan de nosotros”.

Archivado En