Fue un innovador absoluto en el manejo de la luz y el color, la perspectiva espacial y la narración. Fra Angelico (nacido como Guido di Pietro en Florencia hacia 1395 y muerto en Roma en 1455) supo crear un mundo de personajes y sentimientos religiosos con los que hizo evolucionar el arte gótico hasta su perfección total, aplicando todas las innovaciones del Renacimiento de manera magistral. Tomando como eje central La Anunciación, recientemente restaurada, el Museo del Prado exhibe hasta el 15 de septiembre la exposición Fra Angelico y los inicios del Renacimiento en Florencia, una selección de 80 obras cuya mayor parte no se ha podido ver nunca en España, ya que se trata de piezas que, por su fragilidad, no suelen salir de sus sedes habituales. Es una iniciativa realizada en colaboración con la Asociación de Amigos del Museo del Prado y comisariada por Carl Brandon Strehlke, conservador del Museo de Arte de Filadelfia y uno de los mayores expertos mundiales en Fra Angelico.
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En el arranque de la exposición, un capitel de 600 kilos de peso —prestado por el museo florentino de San Marcos donde se conservan los frescos pintados por Fra Angelico— procedente de la nave central de la iglesia de San Lorenzo de Florencia da una idea del tiempo en el que se sitúa la exposición. Miguel Falomir, director del museo madrileño, señala esta pieza como una de sus favoritas. Explica que representa la Florencia de comienzos del siglo XV, un momento mágico en la historia del arte en el que comenzó el Renacimiento italiano que se remataría después con el genio de Leonardo, Miguel Ángel y Rafael.
Era un tiempo en el que la economía vivía un auge extraordinario en Florencia y sus enriquecidos mercaderes competían junto a la Iglesia en el encargo de obras a los mejores creadores del momento. Brunelleschi, Ghiberti, Donatello, Masaccio, Uccello y Filippo Lippi son algunos de los muchos maestros que participan en la transformación artística del momento y que se encuentran ampliamente representados en la exposición. “Si el Prado tiene lagunas, afectan a este momento del Renacimiento”, reconoce Falomir. Y añade: “Cuando se pudieron comprar, no se valoraron desde España y después los precios fueron inaccesibles. Son todas esas imágenes que hemos estudiado a fondo en los manuales de historia y que por vez primera se pueden ver en nuestro museo”.
De lo que no carece el Prado es de una más que digna representación de Fra Angelico. A su espectacular La Anunciación suma Virgen de la granada, pintura al temple sobre tabla, adquirida por el museo en 2016 a la Casa de Alba por 18 millones de euros. La compra conllevó la donación por parte del vendedor de una obra menor del artista, una predela (banda inferior de un retablo) del Funeral de san Antonio Abad. En esa adquisición, promovida por el expresidente del patronato, José Pedro Pérez-Llorca —fallecido el pasado 6 de marzo, a él está dedicada la exposición—, está el origen de esta muestra que gira en torno a la joya de la corona: La Anunciación.
El resultado es un deslumbrante recorrido en el que las visiones celestiales del artista están repletas de formas perfectas por su elegancia, luz y color. Sería necesaria una lupa para poder captar a simple vista los meticulosos detalles que definen cada una de las figuras: cada mechón de pelo, las pestañas de los ángeles, la pelusilla de sus mejillas, los músculos de los niños, la intensidad del oro en las auras.
Juegos geométricos
Hay figuras que parecen levitar o caminar por el aire, como por ejemplo en el retablo de La coronación de la Virgen (hacia 1434), prestado por el Louvre, dentro de una masa de personajes cuyas coronas de oro se confunden. Solo muy de cerca se puede ver la perfectamente definida individualidad de cada uno de los protagonistas. Parecen formar parte de una escena teatral en la que los volúmenes se conjugan para configurar una escenografía deslumbrante. El comisario Carl Brandon Strehlke señala ante la pintura que los juegos geométricos para ensayar nuevas formas de perspectivas son una de las constantes de la obra de Fra Angelico.
Las masas humanas y sus innovaciones protagonizan la obra que el comisario señala como favorita por su aire de cómic del siglo XX: Historias de los padres del desierto (hacia 1420). “En ella incluye relatos cotidianos y míticos de los cristianos de la antigüedad. Se trata de la reinterpretación, a cargo de Fra Angelico, de una pintura anterior que probablemente estaba en Santa Maria Novella”. Lo que en todo el recorrido asalta la mirada del visitante es el festín de colores utilizado por Fra Angelico: rosados, azules, rojos, verdes y dorados nacidos del afán experimentador del artista y marca indiscutible de su personal talento entre sus coetáneos.
Falomir afirma, rotundo, que no cree que falte ninguna pieza esencial en esta narración sobre Fra Angelico y su tiempo. Hay 40 obras de él y otras tantas de sus contemporáneos y maestros. “Las tablas superiores a un metro no se pueden prestar porque así lo dicen los acuerdos internacionales. Y lo que se podía traer, aquí está expuesto”. Reconoce el director del Prado que la estimación económica de toda la obra expuesta es incalculable y, a la vez, declina señalar la cifra de los seguros porque están hechos con la garantía del Estado: “De otra manera, sería imposible”.
Los misterios del pintor de pintores
Poco se sabe de la vida de Fra Angelico. Nacido como Guido di Pietro en la localidad toscana de Vicchio di Mugello hacia 1395, muy joven se trasladó con su hermano Benedetto a Florencia para trabajar en el taller de manuscritos de la parroquia de San Miguel Visdomini. “Benedetto se formó como copista, y Guido como iluminador, lo que explica su maestría en los minúsculos detalles y en obras de pequeño formato”, como asegura la web del Museo del Prado.
Su talento hizo que con solo 20 años ya figurara como pintor y ciudadano florentino en la Confraternidad de San Nicolás de Bari, y a partir de ahí le empezaron a llegar los encargos.
En 1423 entró en la orden de los dominicos en el convento de Santo Domingo en Fiesole y adoptó el nombre de Fra Giovanni da Fiesole. Entre 1420 y 1432 realizó obras clave como La Anunciación o La coronación de la Virgen. “Y 1432 marcó un punto de inflexión en su carrera, al pintar para el Arte de’Linaiuoli un tríptico cuya tabla central, de grandes dimensiones, muestra a la Virgen con el Niño entronizados, acabado en 1436”, escribe la web del Prado.
No se le conocerá como Fra Angelico hasta 14 años después de su muerte en Roma, en 1455, por su carácter bondadoso y su profunda espiritualidad. Con ese último nombre pasó a la historia ya convertido en uno de los artistas más admirados también por los propios pintores.
Fe de errores
En una versión anterior de este artículo se aseguraba que el museo de San Marcos donde se conservan los frescos pintados por Fra Angelico se encuentra en Venecia. Sin embargo, está ubicado en Florencia.