Columna

Presidente Zelenskiy, primera temporada

¿Cómo hará Volodymyr Zelenskiy cuando no pueda ordenar a sus guionistas que le reescriban las tramas?

Volodymyr Zelenskiy.VALENTYN OGIRENKO (REUTERS)

No es raro que un actor aproveche su popularidad para hacer carrera política con ella. Ahí están Ronald Reagan o Toni Cantó, por ejemplo. Lo que es extraño es que la hagan sin red, sin subirse a ningún aparato o tradición ideológica y con su solo nombre por bandera. Eso es lo que está pasando en Ucrania, donde Volodymyr Zelenskiy ha sido el más votado en la primera ronda de las presidenciales. Casi está tocando el poder, le falta el empujoncito de la segunda vuelta.

Dicen que Zelenskiy no tiene n...

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No es raro que un actor aproveche su popularidad para hacer carrera política con ella. Ahí están Ronald Reagan o Toni Cantó, por ejemplo. Lo que es extraño es que la hagan sin red, sin subirse a ningún aparato o tradición ideológica y con su solo nombre por bandera. Eso es lo que está pasando en Ucrania, donde Volodymyr Zelenskiy ha sido el más votado en la primera ronda de las presidenciales. Casi está tocando el poder, le falta el empujoncito de la segunda vuelta.

Dicen que Zelenskiy no tiene ni siglas ni experiencia política, pero no es cierto: según Imdb.com, lleva dos temporadas presidiendo Ucrania en la ficción, como protagonista (y productor) de El servidor del pueblo. En esta serie, con la que arrasó los audímetros antes de arrasar las urnas, interpreta a Vasiliy Petrovich Goloborodko, un pacífico y anodino profe de escuela que deviene presidente del país para acabar con la corrupción y los privilegios de la casta que vampiriza el poder.

¿A quién han votado los ucranios, a la persona o al personaje? Tal vez, hartos de realidad, se han encomendado a un héroe de ficción. La identificación del público con los personajes es tan fuerte que, a menudo, quienes han sido villanos tienen que esconderse de la furia de la gente que se cruza con ellos por la calle. Jack Gleeson, que encarnó al sádico Joffrey Baratheon en Juego de tronos, casi ha tenido que salir a cenar con escolta, asustado por las amenazas e insultos que recibía.

O tal vez sea el propio Zelenskiy quien, afectado del mismo síndrome que llevó a Bela Lugosi a creerse Drácula, haya decidido que dirigir un país no puede ser mucho más difícil que fingir que lo diriges (y algo de razón puede llevar: una buena parte de la actividad de un político consiste en interpretar un papel). Ambas hipótesis inquietan por igual y abocan a una decepción explosiva: ¿qué pasará cuando los ucranios descubran que su presidente y el personaje de la tele son cosas diferentes? ¿Y cómo hará Zelenskiy cuando no pueda ordenar a sus guionistas que le reescriban las tramas? El desenlace, próximamente en sus pantallas.

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