Columna

‘El puente’, desde la humildad

El reality de #0 es el mejor programa de este tipo desde hace demasiado tiempo

Uno de los concursantes de 'El puente' durante el programa.

En tiempos de supervivientes que viven en islas "sin recursos" a mano pero que comen jamón y tienen a su disposición bebidas isotónicas, y grandes hermanos que hace siglos dejaron de ser experimentos televisivos divertidos y se convirtieron en cantera de personajillos, payasos y rellena minutos para la salvación en la parrilla, aparece un reality que tiene mucho de aventura y de entretenimiento y poco de patochadas y absurdeces. El puente, que terminó el pasado lunes en #0, y cuyos ocho epis...

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En tiempos de supervivientes que viven en islas "sin recursos" a mano pero que comen jamón y tienen a su disposición bebidas isotónicas, y grandes hermanos que hace siglos dejaron de ser experimentos televisivos divertidos y se convirtieron en cantera de personajillos, payasos y rellena minutos para la salvación en la parrilla, aparece un reality que tiene mucho de aventura y de entretenimiento y poco de patochadas y absurdeces. El puente, que terminó el pasado lunes en #0, y cuyos ocho episodios están disponibles bajo demanda en Movistar, es el mejor programa de este tipo que hemos visto en mucho tiempo. Demasiado. Se lo ha ganado por derecho propio, y con mucha humildad, sin necesidad de rellenar la parrilla, sin gritos. Sin tonterías.

El concurso tiene un planteamiento interesante: 15 personas conviven aisladas durante un mes junto a un lago, donde tienen que construir un puente de 300 metros para llegar a una isla, donde esperan 100.000 euros. No hay expulsiones ni pruebas que pasar, todo está encaminado a que se trabaje en equipo para llegar a la isla. Una vez conseguido esto, entre todos eligen a un solo ganador, que debe decidir si se queda con todo el dinero o si lo reparte con quien quiera.

El puente no vive del momento, no hace falta verlo en directo. Se puede consumir como una serie en ocho episodios donde poco a poco se van conociendo a sus protagonistas. El espectador acaba teniendo a sus villanos y a sus héroes. Y, como deber ser en un reality, al final todo puede cambiar. El héroe puede terminar cayendo peor por no cumplir con su palabra y el villano igual tenía razón, pero le fallaron las formas. Ahí es el espectador el que debe valorar.

No nombramos concursantes para no destripar un concurso con una factura muy cinematográfica en el que la imagen y la música está muy medida. Como en cualquier reality, debemos fiarnos de lo que el montaje nos muestra para entender a los personajes. En El puente todo resulta agradable, desde el paisaje a las reglas del concurso. En este programa no importan tanto las peleas o los cotilleos como ver las reacciones humanas a diferentes decisiones. Y ofrece una conclusión: la humildad es fundamental para que valoren tu trabajo de verdad, y más si es trabajo en equipo.

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