Análisis

‘Proyecto bullying’: ¿De verdad hace falta una cámara oculta?

El último programa de Cuatro mezcla reportaje, la intervención social y el espectáculo para denunciar el silencio ante el acoso escolar

Avance de 'Proyecto Bullying'.

El acoso escolar o bullying no se percibe con la gravedad y la dimensión de la violencia de género. Todavía hay quien lo define como “chiquilladas”. Pero quizá la solución no sea mandar a un chaval acosado al patio del colegio con una cámara oculta en la mochila.

Semanas antes de ser asesinada, Ana Orantes contó su calvario en directo en Canal Sur. “En 40 años solo me ha dado palizas y sinsabores”, explicó. Su exmarido la quemó viva en la puerta de su casa en Cúllar Vega (Granada) el 17 de diciembre de 1997. Tuvo que morir una mujer a la que media Andalucía había visto días antes en la tele para que se empezase a dar una dimensión integral al asunto. Y no es que esté resuelto, con 44 mujeres asesinadas el año pasado y 11 en lo que llevamos de 2017.

Es un tema de enorme gravedad que ahora se puede cuantificar precisamente porque hay datos. No ocurre con el acoso escolar. No existe ninguna estadística oficial reciente que ofrezca la dimensión exacta del problema. Solo estudios, la mayoría de ONG y realizados mediante encuestas, que muestran cifras muy dispares.

Ayer se emitió Proyecto Bullying, el polémico programa de Mediaset conducido por el presentador Jesús Vázquez, que cuenta a la víctima y al espectador que él también lo sufrió: “Fui invisible muchos años”. Varias fiscalías de menores han intentado frenar su emisión porque los protagonistas –un chico o chica acosada por episodio y hay cuatro previstos- han ido a clase con la cámara para grabar los insultos y agresiones que sufren a diario.

La nueva versión, tras la anterior frenada por los fiscales, distorsiona su imagen y su voz. Aunque es posible que los protagonistas aún sea reconocible por la ropa, la voz de sus padres o las situaciones que describen. “¡Gorda!”, “¡Subnormal!”, “¡Que te calles, puta!” “Se busca orco” “¡Cómo tendrás el chocho!”, se escucha en unas grabaciones que no se muestran. Pero las ve su familia – “muchas veces pensé que exageraba”, dice la madre-, cinco compañeros de instituto y las madres de dos. El centro, según dice Jesús Vázquez durante el programa, no colabora.

A la protagonista del primer episodio, de 14 años, la llevan al rodaje de la serie La que se avecina porque quiere ser actriz. Los actores intentan arroparla, algunos con poco tino. “Al ataquerrrr”, bromea uno. “¿Dónde están esos malvados?”, espeta otro mirando a la cámara.

El programa denuncia que los centros escolares no ven lo que pasa, la complicidad de los compañeros que guardan silencio ante los abusos, la sorpresa de los padres que no alcanzan a imaginar el infierno que viven sus hijos. Todo eso durante una hora y en prime time, idóneo para remover conciencias. Pero una víctima de bullying ha tenido que llevar una mochila con cámara oculta, un acto de consecuencias impredecibles. Esa chica será reconocible para sus compañeros después de que un programa de televisión haya intervenido por su cuenta y riesgo ante las carencias de un sistema que no ha sabido aún dimensionar la gravedad del acoso escolar ni volcarse en atajarlo. No es fácil decidir si realmente merece la pena.

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