Opinión

Nadal contra sí mismo

La fortaleza de los grandes se demuestra de una manera profunda en su propia fragilidad. Es lo que aprendemos contemplando a Rafael Nadal en 'Informe Robinson'

Rafa Nadal, durante la grabación de 'Informe Robinson'.

La fortaleza de los grandes se demuestra de una manera profunda en su propia fragilidad. Es lo que aprendemos contemplando a Rafael Nadal en Informe Robinson (Canal +). El programa deportivo más hondo y espectacular de la televisión presente desnuda las claves del tenista, cuando se enfrenta a la última etapa de una carrera que hasta el momento ha colocado en su vitrina 14 Grand Slams.

No oculta Nadal sus baches, sus miedos y su dere...

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La fortaleza de los grandes se demuestra de una manera profunda en su propia fragilidad. Es lo que aprendemos contemplando a Rafael Nadal en Informe Robinson (Canal +). El programa deportivo más hondo y espectacular de la televisión presente desnuda las claves del tenista, cuando se enfrenta a la última etapa de una carrera que hasta el momento ha colocado en su vitrina 14 Grand Slams.

No oculta Nadal sus baches, sus miedos y su derecho a seguir compitiendo. Lo hace tras un año que le gustaría borrar. Cuando no encuentra otro sitio para mirar que hacia la historia: de frente y retando. Le quedarían tres títulos para igualar la genuina leyenda de Roger Federer. Analiza cruda y de manera transparente su pasado, pero no esconde aspectos tan polémicos como dolorosos ante el futuro, como el hecho de continuar al lado de su tío Toni como entrenador. Algo que, como quien ha sido su propia sombra deja entrever, podría ya no tener sentido.

Mira hacia adentro y le miran. No todos los comentarios que esgrimen quienes lo conocen a fondo —impresionante elenco en el que destacan desde sus principales contrincantes, el propio Federer o Djokovic, a sus más próximos colaboradores con voz en el reportaje— se muestran del todo complacientes con lo que le espera.

Prima su apego a las raíces, la obsesión por la humildad como camino certero hacia la grandeza, una abnegación medio franciscana ante el sufrimiento. Ganar no cuenta como meta para Nadal. Sino jugar pero no salir de la pista con una victoria y la vergüenza interior de no haberlo dado todo. En ese espejo deberían mirarse otros deportistas. En esa ascética y estoica certeza. La de un sabio del esfuerzo, un titán que rezuma sudor y renueva el sacrificio a cada golpe en busca de la superación personal. Toda una lección de vida a través del deporte.

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