Examen práctico a las esencias liberales

Un nuevo estudio aborda el liberalismo desde la perspectiva de la vida política y el ciudadano

Manifestación del Tea Party contra la reforma sanitaria impulsada por el presidente de Estados Unidos Barack Obama.Jonathan Ernst (Reuters)

Ni los mismos liberales se ponen de acuerdo en qué consiste el liberalismo. Los que se consideran seguidores de esta doctrina a este lado del Atlántico prefieren llamarse “liberales clásicos”, seguidores del economista y filósofo escocés Adam Smith, o libertarios para distinguirse de los políticos actuales, que se definen como liberales, pero que en sus actuaciones no son tales y terminan fomentando el crony capitalism —es decir, el capitalismo de amigotes, un maridaje entre empresarios y políticos que se intercambian mutuamente favores de los que se derivan pingües beneficios económi...

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Ni los mismos liberales se ponen de acuerdo en qué consiste el liberalismo. Los que se consideran seguidores de esta doctrina a este lado del Atlántico prefieren llamarse “liberales clásicos”, seguidores del economista y filósofo escocés Adam Smith, o libertarios para distinguirse de los políticos actuales, que se definen como liberales, pero que en sus actuaciones no son tales y terminan fomentando el crony capitalism —es decir, el capitalismo de amigotes, un maridaje entre empresarios y políticos que se intercambian mutuamente favores de los que se derivan pingües beneficios económicos para ambas partes—. Los liberales del otro lado del Atlántico, principalmente los próximos al Partido Demócrata en Estados Unidos, defienden en lo político medidas progresistas, pero en lo económico son keynesianos. Los republicanos, en cambio, suelen defender la libertad económica, pero son conservadores en lo político.

Una opción para desenredar esta madeja del liberalismo hubiera sido enfrascarse en definiciones y discusiones infructuosas, como hacen muchos de los pocos que se declaran verdaderos liberales. Sin embargo, María Blanco, aunque podría haber escrito un ensayo teórico como profesora universitaria que es, ha optado por hablar sin más del liberalismo a través de su convivencia con las diferentes tribus liberales y sus think tanks. Por ello, si bien incluye un capítulo que analiza las principales corrientes académicas liberales (Friedman y la Escuela de Chicago, Mises, Hayek y la Escuela Austriaca, Buchanan y la Escuela de la Elección Pública, etcétera), son más fructíferos los dedicados al liberalismo desde la perspectiva de la vida política y del ciudadano de a pie.

La autora mantiene que no hay políticos liberales sino medidas de corte liberal, y que cuando las ideas liberales traspasan el ámbito intelectual se corrompen por el precio político que tienen que pagar los dirigentes, si quieren sacar sus propuestas adelante. De ahí la dificultad de cortar el nudo gordiano que plantea Blanco: la política corrompe los principios, y a un mismo tiempo proponer un programa de acción significa saltar a la arena política.

Si en lo político el panorama es tan desolador, la opinión del ciudadano sobre el liberalismo no puede ser más devastadora. Se asocia el liberalismo con la defensa de los más fuertes. La autora hace un verdadero esfuerzo para desbaratar los argumentos de aquellos que consideran el liberalismo como un sistema defensor de los intereses de los ricos, que es insolidario, fomenta la explotación infantil, la especulación y la irresponsabilidad social, genera paro e infratrabajo, destruye el medio ambiente, socava las bases de la moral social, favorece a los países ricos y limita la soberanía nacional y la democracia. Examinando estas cuestiones se adentra en temas todavía más polémicos como el feminismo, la libre posesión de armas o la legalización de la prostitución y las drogas.

Al final la autora nos ofrece una aproximación al liberalismo que defiende la libertad, como también lo hace por otra parte el socialismo, pero acompañada, y aquí radica su diferencia con respecto a otras corrientes de pensamiento, de la responsabilidad individual de las decisiones tomadas. Una doctrina que defiende la libertad en sí misma, al margen de que produzca más o menos riqueza. Blanco termina acercándose a aquellos que, más que favorecer un Estado pequeño y eficaz, cuestionan la existencia del propio Estado con la finalidad de que los ciudadanos tomen “las riendas de su vida al máximo”.

En definitiva, en un momento de surgimiento de nuevos partidos políticos y la popularidad de los remedios económicos de corte keynesiano, la lectura de este libro pretende plantear preguntas que centren el debate sobre asuntos socio-económicos. Las respuestas de María Blanco, sin lugar a dudas, levantan ampollas fuera y dentro de la tribu liberal.

Las tribus liberales. Una deconstrucción de la mitología liberal. María Blanco. Ediciones Deusto. Barcelona, 2014. 208 páginas. 17,95 euros

 

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