La colecta

El síndrome del distanciamiento subconsciente le sucede al Partido Popular con su excontable Luis Bárcenas

 En los matrimonios sucedía a menudo una costumbre de ligar o desligar al hijo de tu margen de influencia en función de su virtud. Así, el padre decía: “Nuestro hijo toca el piano de maravilla”, pero, en cambio, prefería este modo: “Tu hijo ha vuelto a suspender matemáticas”, si las tornas se giraban en contra.

Este síndrome del distanciamiento subconsciente le sucede al Partido Popular con su excontable Luis Bárcenas. Tras su encarcelamiento, los máximos dirigentes se han referido a él como “ese señor”, “ya no está en el partido” y “esta persona”. Suena como si en un proceso de nefroli...

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 En los matrimonios sucedía a menudo una costumbre de ligar o desligar al hijo de tu margen de influencia en función de su virtud. Así, el padre decía: “Nuestro hijo toca el piano de maravilla”, pero, en cambio, prefería este modo: “Tu hijo ha vuelto a suspender matemáticas”, si las tornas se giraban en contra.

Este síndrome del distanciamiento subconsciente le sucede al Partido Popular con su excontable Luis Bárcenas. Tras su encarcelamiento, los máximos dirigentes se han referido a él como “ese señor”, “ya no está en el partido” y “esta persona”. Suena como si en un proceso de nefrolitiasis, el paciente que expulsa un cálculo del riñón se preguntara cuándo ha podido tragarse una piedra tan ajena a su organismo, sin querer comprender que esa presencia mineral la ha formado su propio cuerpo en un proceso natural de dieta y eliminación. Pero la dieta y los principios orgánicos son lo que el partido de Bárcenas trata de negarse a sí mismo y de negarlo a los demás.

Esa impostura, esparcida en los medios como el marido esparcía la distancia subconsciente con su hijo fracasado en reuniones sociales, ha cobrado relevancia con la salida de Bárcenas de prisión. Y ha venido a sumarse a otras simulaciones diferidas. La más notable, la de su abogado, que el día antes de que se fijara la fianza que le permitiría eludir la prisión preventiva, se desligó del excontable aduciendo que había perdido la confianza en su cliente. Perdida esa confianza, al día siguiente ejerció de portavoz orgulloso, cercano y cálido, que ante los micrófonos de los telediarios aseguraba que Bárcenas saldría de la cárcel con el mismo peso, el mismo pelo y mejor ánimo del que entró. Era casi una lírica del encierro sin los facilones dramatismos de Espronceda.

La otra gran impostura de estos días fue la de la colecta para reunir los 200.000 euros de la fianza. El bloqueo de las cuentas en Suiza del esmerado extesorero obliga a un ejercicio de fe a todos los españoles, que tienen que tragarse que no tiene acceso a fondos y observan que el partido que se dice robado y engañado por él no le reclama nada más que silencio. Sigan insistiendo, que estamos deseando creer.

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