Tiempo de clásicos

El verano es sin duda un tiempo de clásicos. Porque es en estos días de ocio y calor cuando se desarrolla al máximo la pasión por la lectura. El buen lector sufre todo el año al no poder pasar página o leer un capítulo más por culpa de deberes y obligaciones. Felicidad es saborear un buen clásico sin límite de tiempo. Degustar palabras, frases, párrafos, levantar la vista y sonreír. Pero no hay que elegir a la ligera, de ello depende convertir el ansiado verano en literariamente inolvidable. Descubrir o releer las joyas de la literatura universal, o nuestros clásicos personales que quizás nada...

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El verano es sin duda un tiempo de clásicos. Porque es en estos días de ocio y calor cuando se desarrolla al máximo la pasión por la lectura. El buen lector sufre todo el año al no poder pasar página o leer un capítulo más por culpa de deberes y obligaciones. Felicidad es saborear un buen clásico sin límite de tiempo. Degustar palabras, frases, párrafos, levantar la vista y sonreír. Pero no hay que elegir a la ligera, de ello depende convertir el ansiado verano en literariamente inolvidable. Descubrir o releer las joyas de la literatura universal, o nuestros clásicos personales que quizás nada tengan que ver con ellas.Y, como buen lector hacerlo sin cerrar la puerta a la novedad, pues la experiencia nos demuestra que la buena literatura no sabe de categorías ni clasificaciones. Novedad que este año ha sido para mí Lolita, la gran novela de Vladimir Nabokov. Un clásico inolvidable.

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