OPINIÓN

Gaza

'The Daily Show', el exitoso programa de Jon Stewart, ha denunciado los excesos de Israel

The Daily Show, el exitoso programa del estadounidense Jon Stewart, —tiene 19 premios Emmy y por él ha pasado varias veces Barack Obama—, ha denunciado los excesos de Israel y la dificultad de hacerlo sin que automáticamente le acusen de apoyar a Hamás o ser mal judío. Con su sátira habitual, ha mostrado, por ejemplo, al corresponsal en Tel Aviv, en manga corta, y al de Gaza, asomando la cabeza por un pesado chaleco antibalas: “Una caricatura en directo del conflicto en Oriente Próximo”. Stewart es judío.

El Ejército israelí ...

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The Daily Show, el exitoso programa del estadounidense Jon Stewart, —tiene 19 premios Emmy y por él ha pasado varias veces Barack Obama—, ha denunciado los excesos de Israel y la dificultad de hacerlo sin que automáticamente le acusen de apoyar a Hamás o ser mal judío. Con su sátira habitual, ha mostrado, por ejemplo, al corresponsal en Tel Aviv, en manga corta, y al de Gaza, asomando la cabeza por un pesado chaleco antibalas: “Una caricatura en directo del conflicto en Oriente Próximo”. Stewart es judío.

El Ejército israelí dio por terminada el martes la destrucción de túneles de Hamás en Gaza: 32, exactamente. Les llevó 28 días y se llevaron por delante la vida de exactamente 1.843 palestinos, 57 muertos por túnel. Más del 73% eran civiles, según la ONU, y 415, niños. Algunos murieron en sus casas, mientras jugaban al fútbol en la playa o bajo las siglas de Naciones Unidas en escuelas-refugio. Los israelíes perdieron por la acción de cohetes de Hamás a 67 personas, todos militares salvo tres civiles, exactamente. El conflicto es complejo, pero las cifras son precisas y elocuentes.

El Ejército israelí proclamó en su cuenta de Twitter “misión cumplida” y la oficina del primer ministro, Benjamín Netanyahu, celebró la “debilidad” del enemigo en lo militar y en lo político. Pero ninguna democracia debería felicitarse por una operación en la que para cumplir un objetivo militar (destruir los túneles) han causado la muerte a 1.354 civiles, más de 400, niños.

Y está por ver si estos 28 días de ataques, unidos a la resignada actitud de la comunidad internacional —que solo a última hora utilizó palabras como “masacre” (Hollande) y se puso a paralizar (España) o “revisar” (Reino Unido) la venta de armas a Israel—, han debilitado al enemigo o todo lo contrario: han arrojado a los brazos de Hamás a palestinos que han sobrevivido a los bombardeos, pero han perdido en ellos a madres e hijos. Existe el riesgo de que muchos de esos gazatíes piensen que el grupo islamista es el único que les defiende, pese a que son sus túneles y sus cohetes los que les ponen en peligro. Y quizá eso explique, en parte, por qué uno de los países con mayor gasto en Defensa por habitante, con una abrumadora superioridad militar, no ha podido aniquilar en años de conflicto a un grupo como Hamás.

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