Relámpago

La idea de velocidad no es un invento nacido con las redes sociales, el periodismo lleva toda su historia empeñado en ser relámpago

La periodista Ana Pastor y la líder de UPyD Rosa Díez.

El maestro A. J. Liebling tenía un consejo para los periodistas: ser más rápido que otro periodista mejor y ser mejor que cualquier otro periodista más rápido. La idea de velocidad no es un invento nacido con las redes sociales, el periodismo lleva toda su historia empeñado en ser relámpago. Las expectativas que el programa de Ana Pastor en laSexta despertó en sus seguidores tras la torpe destitución en TVE eran enormes. Pero las frustraciones que provoca El objetivo no tienen tanto que ver con esas expectativas como con el concepto de velocidad en el periodismo. Compuesto por un rami...

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El maestro A. J. Liebling tenía un consejo para los periodistas: ser más rápido que otro periodista mejor y ser mejor que cualquier otro periodista más rápido. La idea de velocidad no es un invento nacido con las redes sociales, el periodismo lleva toda su historia empeñado en ser relámpago. Las expectativas que el programa de Ana Pastor en laSexta despertó en sus seguidores tras la torpe destitución en TVE eran enormes. Pero las frustraciones que provoca El objetivo no tienen tanto que ver con esas expectativas como con el concepto de velocidad en el periodismo. Compuesto por un ramillete de secciones bautizadas con ingenio que desfilan al galope, con gráficas brillantes, no acaba de justificar tanto apresuramiento.

Para ejemplo, a un debate cinco días después de la Diada entre José Antonio Zarzalejos y Mònica Terribas, se le negó profundidad en el análisis, ahogado en datos cruzados, un tiempo corto y la insistencia en cuantificar el agravio fiscal sobre Catalunya, cuando es posible que el asunto haya trascendido ya esa disputa. Hubiera sido interesante para los españoles escuchar a la Terribas. Es una periodista capaz de hacer las mejores entrevistas de la última década en la televisión. Fue descabalgada de la dirección de TV-3 por Artur Mas cuando le interesaba más gobernar en entendimiento con el PP, y ahora ha regresado a los micrófonos de Catalunya Ràdio cuando toca cogerse de la mano con Esquerra. Pero aunque arrancó con una brillante y agradecible descalificación del tópico de que España roba a Catalunya, no le fue posible nadar más lejos de la orilla, condicionada por un formato que persigue la tormenta eléctrica, pero no permite que caiga la lluvia.

En la trabada entrevista con Rosa Díez quizá la intensidad del interrogatorio, y más al no ser un programa en directo, dispara los mecanismos de defensa del invitado, enrocado en palíndromos huecos como “estoy en contra de los profesionales de la política, pero no de los políticos profesionales”. A la entrevista se le concede el tiempo para florecer; no ocurre lo mismo con el resto del programa, que puede que gane a mejores informativos en rapidez, pero debe aspirar, por el talento de su presentadora, a ser también mejor que otros más rápidos y epidérmicos.

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