Chefs

Algo raro está pasando. Levantas una piedra en España y no te sale un torero, te crece un cocinero. Y no uno cualquiera, sino un chef, masterchef o juniorchef.

Imagen del concurso de TVE 'MasterChef'

Algo raro está pasando. Levantas una piedra en España y no te sale un torero, te crece un cocinero. Y no uno cualquiera, sino un chef, masterchef o juniorchef. Algo hemos ganado; en lugar de andar triscando en los Grandes Hermanos, la gente la lía en las cocinas de televisión.

Manadas de niños intentan ser seleccionados para el futuro programa Masterfchef Junior; el cocinero Alberto Chicote cambia la fórmula, ya agotada, de Pesadilla en la cocina para parecerse a MasterChef. En Energy, Cena imposible consigue un estelar 2,1% de audiencia y la enrollad...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Algo raro está pasando. Levantas una piedra en España y no te sale un torero, te crece un cocinero. Y no uno cualquiera, sino un chef, masterchef o juniorchef. Algo hemos ganado; en lugar de andar triscando en los Grandes Hermanos, la gente la lía en las cocinas de televisión.

Manadas de niños intentan ser seleccionados para el futuro programa Masterfchef Junior; el cocinero Alberto Chicote cambia la fórmula, ya agotada, de Pesadilla en la cocina para parecerse a MasterChef. En Energy, Cena imposible consigue un estelar 2,1% de audiencia y la enrollada MTV, la de Alaska y Mario y Gandia Shore, prepara dos programas, House of food y Suacdown, sobre cocina más o menos gore.

La ola de cocinillas alcanza niveles de alarma social. Aceptas una invitación a casa de tus amigos y la velada se convierte en un monográfico de las habilidades del autor del menú (sí, el gran cambio es el artículo masculino); un protagonismo que jamás obtuvo la ama de casa de toda la vida. El fenómeno es mundial. Solo hay un tema en Internet que supere al porno, las páginas de recetas. Y no hay blogs más visitados que los dedicados a los fogones, siempre en plan es fácil y barato, hazlo tu mismo (consejo: no; entre horas invertidas, compras y gastos de detergente, sale más a cuenta invitar a Can Roca a los Ruiz Mateos).

Hipotéticamente todo el mundo cocina en casa, pero nunca tantos habían comido fuera los deprimentes menús del día, ni teníamos tanto desnutrido o malnutrido (antes obesos, antes gordos).

Con años de enseñanzas televisivas, de Arguiñano a Berasategui, no debería haber hambre en España, pero la experiencia indica lo contrario: la peña se mete en la cama suspirando por un bocata de jamón; con lo que hay que esperar al chef a que acabe su obra de arte nunca se pasó tanta gusa.

Confiemos en los químicos y en la hamburguesa de células madre para acabar con la gastronomía. Pronto los químicos nombrarán patrón a Ferran Adrià, bendito sea, la de puertas que les ha abierto. Casualmente, gracias a un químico, se me arregló la paella del fin de semana al colocar un periódico húmedo sobre el tieso arroz. El futuro del CSIC está en MasterChef, al tiempo.

Archivado En