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Por Equipo de Comunicación
PREMIOS ORTEGA Y GASSET

‘Divergentes’, o el reto de informar sobre Nicaragua desde el exilio

Wilfredo Miranda, uno de los ganadores del Premio Ortega y Gasset en 2022, reflexiona sobre la complejidad de ejercer el periodismo fuera de su país

El director y el editor de 'Divergentes', Néstor Arce y Wilfredo Miranda, en la antigua redacción del medio digital, en Nicaragua.

El periodismo es un oficio de riesgo en Nicaragua. Se antoja complejo enfangarse, teñirse los zapatos de lodo por informar desde el terreno. Pero la situación no es nueva. La falta de libertad de prensa y otros derechos fundamentales en el país se ha visto acuciada especialmente desde 2018, coincidiendo con las grandes protestas en el país contra el gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo, y que acabó con la represión y muerte de casi 400 personas a manos del régimen. En ese intento incesante por contar la verdad se afana el medio digital Divergentes. Hace menos de un año ganó el Premio Ortega y Gasset por la Mejor cobertura multimedia, unos galardones que tienen abierta la convocatoria de su 40ª edición. Hoy sus periodistas reivindican desde el exilio la importancia de ejercer la profesión, pese a la distancia. “Es difícil hacer periodismo cuando te expulsan de tu país, cuando ves que hay terror, la gente tiene miedo y nadie quiere hablar”, sintetiza el editor Wilfredo Miranda.

Que Divergentes siga en pie con una docena de periodistas desde el exilio es toda una hazaña. Lo explica Miranda, de 31 años, desde San Juan de Costa Rica, desde donde asegura haberse marchado por las amenazas constantes al ejercer su profesión. “El régimen no descansa para buscar cómo acallar”, se lamenta. Pero los informadores de este medio no han cesado en su empeño de contar la verdad. Unos lo hacen con prudencia desde Nicaragua, y otros trabajan en la distancia desde Costa Rica, Estados Unidos, México y Reino Unido, los países a los que se han marchado buscando refugio y asilo político.

Desde que el régimen de Ortega, antiguo revolucionario sandinista reconvertido en autócrata, reprimiera con brutalidad la insurrección popular de 2018, “Nicaragua se ha vuelto un país en fuga”, sostiene Miranda. San José se ha convertido en la principal capital del exilio nicaragüense, y desde allí se concentran la mayoría de protestas ciudadanas para denunciar la situación del país que, lentamente, pierde foco mediático: “Lamentablemente para la comunidad internacional, la situación se va normalizando y va quedando en el olvido. Por eso el periodismo tratará de seguir documentando, pase lo que pase, que Nicaragua no se olvide”.

Las barreras para trabajar desde fuera son múltiples. La física, la diferencia horaria, la falta de recursos y los pequeños conflictos derivados del propio exilio son solo algunas de ellas. ¿Pero cómo se mantienen las fuerzas para seguir desarrollando este oficio? Para Miranda y el equipo directivo de Divergentes, supone toda una responsabilidad, pero también un compromiso: “Uno está con varios frentes abiertos, sobre todo con el frente emocional de los que se quedan y los que se fueron. Hemos tenido bajas en el camino, pero el 97% del equipo se mantiene intacto y firme. Unos, con apoyo psicológico, otros lo sobrellevan, pero seguimos ahí porque es vital no callar”.

En ello se ha afanado Divergentes este último año, a pesar de todo: han documentado la violación de derechos humanos sin descuidar los temas de corrupción del país, han narrado el drama corrupto del sistema migratorio, el negocio de los enfermos de insuficiencia renal crónica con empresas allegadas al gobierno, el éxodo migratorio hacia Estados Unidos y han publicado investigaciones ambientales sobre la tala y la contaminación de los ríos, entre muchos otros trabajos de investigación. En estos tiempos, la adaptación es su tabla de salvación. “El periodismo está en constante reinvención. Nuestro papel no es ser víctima, pero toca denunciar lo que pasa. A pesar de los embates que nos persigan, nuestro deber es informar”.

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