Una noche con las mujeres que cuidan de los gatos callejeros

Miles de personas voluntarias mantienen y esterilizan colonias felinas en las ciudades, un sistema de control de estas poblaciones criticado por algunos biólogos que quiere extender en España la ley de protección de los animales

Las voluntarias Eva Crespo, Asun Pau, Choni Sánchez y Rebeca R, en Madrid. Como ellas, hay miles de mujeres alimentando y cuidando de los gatos callejeros.Álvaro García

Raquel Pau tiene la casa llena de gatos, pero luego en la calle cuida de más de 80. Ella es una voluntaria acreditada con carnet del Ayuntamiento de Madrid para alimentar y ocuparse de estos animales callejeros. “Una vez que empiezo con una colonia felina no puedo dejar de ir, es un estrés horrible cuando me surgen otros planes para buscar quién los cuide, tengo remordimientos, como si los hubiera abandonado yo”, cuenta mientras se prepara para realizar su ronda de cada dos días por diferentes calles de Madrid. Como ella, hay miles de personas autorizadas, casi todas mujeres, que cuidan de gatos callejeros en ciudades de todo el país. En Barcelona son cerca de 660, en Valencia 600, en Madrid 2.200...

Cargadas con cubos de pienso y bidones de agua, estas mujeres suelen salir de noche, cuando la oscuridad deja ver una cara muy distinta de la ciudad. A la puesta de sol, los gatos dejan de ser invisibles y se entiende mejor la escala del problema: las colonias felinas son un fenómeno que no deja de crecer en el país, con lo que supone esto para la salud de las urbes, las otras especies que depredan y los propios gatos convertidos en vagabundos, otros despojos de las sociedades modernas. Las voluntarias que socorren a estos animales también prefieren la noche porque se cruzan con menos gente: “Todavía a veces se meten conmigo por darles de comer, el carnet nos sirve para hacer frente a las agresiones vecinales: antes me amenazaban con llamar a la Policía, ahora soy yo la que dice que llama”.

“Todavía a veces se meten conmigo por darles de comer, el carnet nos sirve para hacer frente a las agresiones vecinales: antes me amenazaban con llamar a la Policía, ahora soy yo la que dice que llama”, comenta Raquel Pau, una de las miles de voluntarias del país acreditadas para alimentar felinos

Raquel tiene 55 años y hace más de 20 que alimenta gatos callejeros. Empezó con los que veía en la calle junto a su taller de escultura, le daba pena lo mal que estaban, pero luego fue descubriendo otros felinos en zonas aledañas y fue alejándose cada vez más con su cubo de pienso. Hoy conduce su furgoneta blanca para ir pasando por varias colonias en puntos distantes de la ciudad, donde se ocupa ella sola de unos 80 gatos.

Raquel Pau, con uno de sus gatos rescatados de la calle, en su taller de escultura.Álvaro García

Estas voluntarias acreditadas dejan pienso, nunca restos de comida (que pueden generar malos olores y suciedad). Además, no solo alimentan, sino que también esterilizan a los animales. Se trata del denominado método CER (Captura, Esterilización y Retorno), un sistema para frenar la expansión de estos gatos sin sacrificarlos y dejándolos vivir en libertad en la calle. Es la forma que quiere extender por toda España el anteproyecto de ley de protección y bienestar de los animales, para controlar los gatos urbanos a la vez que se protegen como animales de compañía, un enfoque muy criticado por biólogos de conservación por los daños a la biodiversidad que provocan los mininos. Para Raquel, matar a los gatos no es una opción. Aunque reconoce que “sigue habiendo muchas señoras que dan de comer sin esterilizar y esto es un problema, pues eso dispara el número de gatos”. “Si no vas a esterilizar, no alimentes”, se indigna.

Para esterilizarlos, estas mujeres tienen primero que aprender a cazar a estos esquivos animales. Esta noche, Asun Pau y Choni Sánchez (ambas de 66 años) van por Madrid con una jaula en el coche para ver si consiguen atrapar una gata que piensan que puede estar ya embarazada. “Yo lo paso fatal, me da pena capturarlos, emocionalmente es muy estresante”, cuenta la primera. “Pero no queda más remedio, si de 15 gatos dejas 2 sin esterilizar, en un año tienes 8 o 10 nuevos”, zanja la segunda.

Rebeca R. (de 36 años) y Eva Crespo (44) también han salido a echar un vistazo a las colonias felinas que cuidan entre varias voluntarias. “Nos miran como las locas de los gatos, socialmente, está mal visto, pero a mí me da igual lo que digan”, comenta Rebeca, que se cuela entra unos árboles para mostrar por dentro una colonia camuflada entre la vegetación: un rincón en el que han colocado recipientes de agua, comida y unos cajones de madera donde los gatos pueden refugiarse. “En invierno les ponemos mantas”, comenta esta voluntaria que cuida de unos 60 de estos felinos.

“Nos miran como las locas de los gatos, socialmente, está mal visto, pero a mí me da igual lo que digan”, comenta Rebeca R, que cuida de 60 felinos en la calle

En diciembre de 2022 se cumplirán 20 años de la prohibición de sacrificar animales de compañía como gatos en Barcelona, que para el control de las poblaciones utiliza este sistema CER de esterilizaciones siguiendo el ejemplo de Roma. Como explica Anna Ortonoves, jefa del Departamento de Gestión y Protección de Animales del Ayuntamiento de esta ciudad, para ello se apoyan en el voluntariado de más de una decena de entidades sociales, dentro de un programa con 160.000 euros en ayudas para 2022. “El gato de colonia es un animal libre, tiene que ser libre”, señala esta responsable municipal, que asegura que en Barcelona se realizan 600 esterilizaciones de felinos al año. “En el año 2022 no podemos seguir pensando que la forma de solucionar el problema es el sacrificio, cuando se ha demostrado que esto no funciona”. “El gato es un depredador, sí. Y lo ideal sería que cada vez hubiera menos en las calles, pero el control de las colonias con la esterilización es la única forma para gestionar de forma ética los gatos callejeros”.

No piensa igual Martina Carrete, profesora de Ecología de la Universidad de Olavide y una de las autoras de una carta reciente de un grupo de investigadores contra esta forma de control de los gatos callejeros, dejándolos libres en las ciudades. “Nosotros no queremos que desaparezcan, pero no pueden estar abandonados en las calles”, destaca esta bióloga. “Lo de la ética tiene su trampa, a uno le puede parecer que no es ético matar a un animal, pero tampoco lo es dejar libre a un gato que va a matar a otros animales o propagar enfermedades”. El escrito de los científicos, entre los que está Miguel Delibes de Castro, uno de los grandes expertos en lince ibérico, asegura que “el gato doméstico ha estado implicado en más de una cuarta parte de las extinciones contemporáneas de aves, mamíferos y reptiles en todo el mundo, y está considerado el depredador no nativo más dañino”. Cuando son mascotas, la profesora considera una irresponsabilidad dejar salir a los gatos solos de casa y defiende incluso que únicamente deberían poder pasearse con correa, como los perros. En cuanto a los de la calle, Carrete no cree que el método CER sea la solución que hace falta: “La esterilización o se hace a lo bestia, en un área muy grande y con un porcentaje muy alto de gatos, o no vale para nada”.

Rebeca se ilumina con un móvil en una de las colonias que cuida. Álvaro García

En Barcelona hoy en día hay censadas unas 640 colonias en las que viven cerca de 7.300 gatos. Aunque el Ayuntamiento de la Ciudad Condal asegura desconocer el porcentaje de animales esterilizados, los datos oficiales muestran un descenso de estos animales. En Madrid, hay registradas 1.700 colonias, pero no hay un número oficial de felinos. En Valencia, tienen contadas 600 colonias y estiman que existen entre 15.000 y 20.000 gatos. En Sevilla, donde han empezado hace poco con este sistema, cuenta 88 las colonias y no saben el número de animales Entre todas las ciudades españolas, el caso más llamativo ahora mismo es Córdoba: allí han censado 1.090 colonias con unos 3.200 felinos, pero en el último año y medio han esterilizado al 63% de ellos y esperan llegar al 100% a finales de este 2022.

En un descampado de Madrid junto a unas chabolas, Raquel llega con su furgoneta para seguir alimentando gatos. Algunos de los felinos salen a su encuentro incluso antes de bajarse del vehículo. “A estos no les pongo nombre, pues luego sufres mucho, aquí duran poco”, asegura. Por lo general, los gatos de esta colonia acaban muertos o metidos en su taller de escultura, no puede evitarlo. Según calcula, solo en el pienso para las colonias, que ahora está por las nubes, se gasta unos 3.500 euros al año de su bolsillo. Y a esto hay que sumar las esterilizaciones, unos 40 euros los gatos y unos 65 las gatas. Aunque el Ayuntamiento de Madrid financia hoy estas intervenciones, las listas de espera son largas. “Estoy haciendo yo todo el trabajo, pero he castrado a más de 300, me deben temer”, se ríe.

Según calcula Raquel, solo en el pienso para las colonias, que ahora está por las nubes, se gasta unos 3.500 euros al año de su bolsillo. Y a esto hay que sumar las esterilizaciones, unos 40 euros los gatos y unos 65 las gatas.

En otro punto de la ciudad, Asun cuenta cómo las voluntarias han ido perfeccionando las técnicas de captura. “Al principio, el veterinario nos daba una pastilla y teníamos que buscar dónde se había quedado el gato dormido”. “Luego lo llevábamos a esterilizar”, sigue su compañera Choni, “y muchos veterinarios no sabían coger estos gatos, no son como los de casa”, afirma seria moviendo la cabeza. Ahora ellas tienen sus propias jaulas, aunque hoy finalmente no la utilizarán porque la gata que buscaban ha parido, llegaron tarde, ya hay una nueva camada en la ciudad.

Estas dos veteranas forman parte de las Barrio gateras, un grupo que se dedica a dar apoyo a otras cuidadoras. Como recalcan, la colaboración y el trabajo en red entre todas estas voluntarias resulta clave para afrontar una tarea inabarcable con sus escasos medios. “Esto es muy esclavo y poco agradecido, la gente que cuida de los gatos no tiene ni vacaciones”, afirma Asun, que en casa tiene ya tres perros y tres gatos recogidos de la calle. “Maribel, una señora de 80 años, se coge dos autobuses para ir a alimentarlos”, relata Choni, que vive también con dos felinos rescatados. Ante las críticas de los biólogos, Asun asegura que no son ellas las que han dejado ahí a estos animales, antiguas mascotas o descendientes de ellas: “Nosotras lo que intentamos justamente es que no haya gatos en la calle”.

Los gatos callejeros que tienen cortado el pico de una de sus orejas son los que ya están esterilizados.Álvaro García

En Córdoba, Francisco Ruiz, gerente de la empresa municipal Sadeco, que se ocupa del programa de esterilizaciones, explica que hace unos años hicieron un proyecto piloto con 20 colonias felinas y un presupuesto de 30.000 euros. “Lo que aprendimos entonces es que para que funcione tiene que ser rápido y masivo, actuando a la vez en toda la ciudad, si no es tirar el dinero”. Con esta filosofía, en enero de 2021 esta localidad de 320.000 habitantes puso en marcha un plan mucho más ambicioso dotado con 250.000 euros anuales, con la colaboración de la Federación de Asociaciones de Protectoras de Animales (FAPAC) y el Colegio Oficial de Veterinarios de Córdoba. Las defensoras de los animales atrapan los gatos, los veterinarios los esterilizan (además de desaparasitarlos y ponerles un chip) y el Ayuntamiento lo paga. Como detalla Ruiz, “el objetivo es terminar 2022 con el 100% de los gatos esterilizados, de forma que la población se estabilice en 2023 y empiece a descender en 2024, según vayan muriendo los animales”.

Sobre el debate en torno al anteproyecto de la ley de protección de los animales, Ruiz considera que hay que escuchar a todo el mundo: “Mi opinión es que no podemos vivir de espaldas a la sensibilidad de la gente y con esta cuestión las sensibilidades son muy diversas. Pero haciendo un esfuerzo de comprensión se llega a resultados”.

Zonas libres de gatos

Un estudio reciente del investigador Mario Díaz, del Museo de Ciencias Naturales, muestra cómo los gatos no solo tienen un impacto directo al depredar las aves, sino que su presencia cambia también el comportamiento de estas por el miedo, dificultando que encuentren comida o se reproduzcan. Este investigador cree que resulta necesaria delimitar zonas libres de estos felinos, donde se proteja a las otras especies. Por su parte, Helena Bat, psicóloga especialista en conflictos con gatos y veterinaria en formación, considera esencial aumentar la concienciación. “Somos los humanos los que estamos poniendo los gatos en el medio”, incide. “Hay que concienciar no ya en las ciudades, sino también en el entorno rural, donde es complicadísimo explicar a la gente que tiene que esterilizar a los gatos y no dejarlos salir a la calle”.

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