El error de la polarización
Mientras que la ciencia, divorciada de las humanidades, ha conseguido las más altas cimas de desarrollo, las letras han tenido un desarrollo más lento
El autor que hoy nos ocupa sirve como ejemplo para mostrarnos cómo ciencia y literatura son dos maneras complementarias -nunca contradictorias- de representar la misma realidad. Hablamos de Charles Percy Snow (1905-1980), científico inglés que cultivó la ciencia y la literatura a partes iguales.
Finalizando la década de los cincuenta, C. P. Snow pronunció en Cambridge un polémico discurso bajo el título Las dos culturas, donde se quejaba de la polarización entre ciencias y letras en la sociedad moderna; dualidad que ha originado la actual brecha entre disciplinas complementarias....
El autor que hoy nos ocupa sirve como ejemplo para mostrarnos cómo ciencia y literatura son dos maneras complementarias -nunca contradictorias- de representar la misma realidad. Hablamos de Charles Percy Snow (1905-1980), científico inglés que cultivó la ciencia y la literatura a partes iguales.
Finalizando la década de los cincuenta, C. P. Snow pronunció en Cambridge un polémico discurso bajo el título Las dos culturas, donde se quejaba de la polarización entre ciencias y letras en la sociedad moderna; dualidad que ha originado la actual brecha entre disciplinas complementarias. La polémica aún resuena y la brecha cada vez es más grande. Sin ir más lejos, los planes de estudio consolidan aún más dicha dualidad desde el mismo momento en el que nos dan a elegir entre ciencias o letras. Una de dos.
Contemplar el mundo y percibir la totalidad del mismo es un asunto de la filosofía tanto como de la ciencia. Si nos remontamos a épocas pasadas, los tratados científicos se contemplaban como géneros literarios en sí mismos. Eran los tiempos de la Antigua Grecia, cuando a los filósofos se los denominaba “físicos” por su enfoque racional de la naturaleza. Sin ir más lejos, Tales de Mileto cultivó la filosofía, en la misma medida que las matemáticas y la astronomía. Platón nos lo presenta en uno de sus “Diálogos” como un hombre que caminaba mirando al cielo, buscando de qué preguntas son respuesta los astros. En una de esas, Tales cayó a un pozo. Valga la metáfora para identificar la caída de Tales al pozo con la caída de las letras al pozo negro de la historia.
Contemplar el mundo y percibir la totalidad del mismo es un asunto de la filosofía tanto como de la ciencia
Mientras que la ciencia, divorciada de las humanidades, ha conseguido las más altas cimas de desarrollo, las letras han tenido un desarrollo más lento. Algo parecido es lo que señaló C.P. Snow en su conferencia. “La literatura cambia más lentamente que la ciencia”, dijo ante la concurrencia, para luego poner de ejemplo a un “distinguido hombre de ciencia” que le interrogó acerca de Yeats, Pound y Wyndham Lewis como autores perversos que influyeron a la hora de contribuir al holocausto. Algo excesivo, pero nada asombroso si nos remitimos a la separación entre dos mundos que tendrían que seguir unidos, como al principio de la historia, antes de que las letras se precipitaran al pozo negro.
Por lo dicho, para C.P. Snow, el número 2 es un número peligroso. “Cualquier tentativa de dividir en dos una cosa debería ser mirada con desconfianza”. La crítica que hace Snow al divorcio entre ciencia y literatura nos muestra que, tanto las letras como la ciencia, corren el peligro de degenerar si ambas siguen distanciadas. Las letras, sin instrucción científica, dan lugar al oscurantismo, de la misma manera que la ciencia, sin la chispa literaria, da como resultado el cientificismo.
Esto se puede ilustrar con el ejemplo del mismo Shakespeare, cuyo Hamlet acabaría siendo definido por el cientificismo como una combinación de palabras, puestas las unas tras las otras. Mientras tanto, al otro lado, la física de partículas nos muestra que podemos estar en dos sitios a la vez, y que las reglas del juego cuántico cambiarían el soliloquio de Hamlet. De esta manera, el “Ser o no ser”, se quedaría en “Ser o no estar”. Esa es la cuestión que Snow puso sobre el escenario de Cambridge, dramatizando el hecho de la separación entre ciencias y humanidades. Para C.P. Snow, ciencias y humanidades van de la mano. Solo con la suma de ambas se consigue que la cultura sea un estado de la materia en su dimensión más inteligente.
El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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