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Pía Adriasola, la abogada conservadora que llega a restablecer el cargo de primera dama de Chile

La esposa de Kast, madre de nueve hijos y adherente al movimiento de Schoenstatt, busca inyectarle su vocación social al papel institucional

Pía Adriasola Barroilhet (61 años, Santiago), esposa del presidente electo José Antonio Kast desde hace 34 años, se convertirá en la nueva primera dama de Chile a partir del próximo 11 de marzo. Aunque el Gobierno de Gabriel Boric eliminó el cargo, el republicano había adelantado que ese rol “no se termina”. Y en las palabras iniciales que entregó apenas fue electo este domingo para liderar La Moneda, dijo que “Pía va a ser una tremenda primera dama”.

Durante la campaña, la abogada no solo acompañó en distintos rincones del país y en mítines al candidato, sino que también tuvo pautas propias, donde le sacó brillo a su calidez y su afición por la música. También participó del encuentro en la casa de Cecilia Morel, viuda del expresidente de centroderecha Sebastián Piñera, donde le preguntó qué implicaba el papel institucional, con la mirada puesta en sus próximos cuatro años. Este lunes acompañará a su marido en su reunión protocolar con el Boric.

“No porque alguien haya decidido que se va a acabar el cargo, se termina el rol de la primera dama”, sostuvo Kast tras la reunión con Morel hace un par de semanas. “Esto es mucho más que un cargo, es un rol, y eso es lo que hemos también recibido de parte de Cecilia Morel, de explicarnos lo que implica la primera dama”, añadió. Las primeras damas, históricamente, se han hecho cargo de una serie de fundaciones de la red sociocultural de la Presidencia, una tradición que vio su fin con la llegada de Boric al poder, por voluntad de su entonces novia, Irina Karamanos. Ha trascendido que Adriasola sí quiere impregnarle un sello a su papel, como en el pasado lo hizo, por ejemplo, Luisa Durán -esposa del socialista Ricardo Lagos- con el programa de atención odontológica “Sonrisa de Mujer” o la propia Morel, con el sistema “Elige Vivir Sano”, que busca promover hábitos y estilos de vida saludables. Todavía, sin embargo, no existe un plan detallado de cuál será su cruzada y cómo será su vínculo con las fundaciones que antes lideraban las primeras damas.

Adriasola, que se autodefine como cariñosa, sociable, “latina”, tiene una vocación social que ha explotado durante las tres campañas de su marido. En esta última, una de sus principales apariciones ocurrió a finales de agosto, cuando llegó conduciendo un camión que tenía una gran bandera de Chile en el costado, en el marco del lanzamiento de la campaña de Kast en Antofagasta. La imagen era un guiño a las mujeres todo terreno de la zona minera.

La infancia de Adriasola transcurrió en una zona rural del sur de Santiago, que con los años se fue urbanizando y hoy se conoce como Bajos de Mena, una de las poblaciones populares del municipio de Puente Alto, de clase media. La situación económica familiar era “muy precaria”, según la describió en el programa de Youtube de la Iglesia Misión Carismática Internacional (MCI) en 2021. La parcela no contaba con agua potable y la extraían de un tranque con manguera para luego procesarla. La calle más cercana por la que pasaba el transporte público quedaba a seis kilómetros de la casa. Adriasola relató en el programa que, pese al contexto adverso, la llegada de cada niño era celebrada como una fiesta. Esa crianza le esclareció que quería ser madre: la adherente del movimiento Schoenstatt ha tenido nueve hijos con Kast.

Cuando Adriasola dio la prueba para ingresar a la universidad se debatía entre estudiar música, inglés o párvulo. Finalmente se inscribió en Derecho en la Universidad Católica de Chile porque, según ha dicho, quería aprender algo que no pudiera cultivar en el papel de madre que quería ejercer. Un día antes del inicio de clases acudió con una amiga al centro educativo y vio a un estudiante de segundo año de la carrera muy delgado, rubio, de ojos azules, que estaba recibiendo a los novatos. El chico que llamó su atención era José Antonio Kast. Cuando éste se presentó, con profunda timidez, le dijo que era “Anton”.

Las primeras invitaciones a salir siempre fueron en grupo hasta que el joven de ascendencia alemana se atrevió a quedar solo con ella y fueron a misa. Se convirtieron en pareja y la relación duró algo más de un año. La diferencia de personalidad era mayúscula: a ella le gustaba bailar, cantar, socializar y hablar de los sentimientos. Kast, en cambio, era hermético, frío y volcado en los estudios. Cada uno se volvió a emparejar, pero se reencontraron en octubre de 1988. Los problemas de comunicación y falta de tiempo, sin embargo, también regresaron. Para entonces Kast ya estaba metido en el asunto político universitario y Adriasola se sentía “súper postergada e insignificante” en la vida de su pareja, como contó a la Revista Sábado. El sacerdote Horacio Rivas les sugirió el “martes de pololeo”, un espacio fijo en la agenda para compartir.

Se casaron en 1991 y se fueron a vivir a Paine. Él se comprometió a dejar la política y a dedicarse al negocio de su padre, dueño de la empresa de cecinas y cadena gastronómica Bavaria. El suegro de Adriasola le pasó una oficina donde ésta, junto a una amiga, armó un estudio. El matrimonio tuvo dos hijos con un año y un mes de diferencia y las labores domésticas con las responsabilidades profesionales empezaron a generarle intranquilidad a la abogada. Adriasola quería parar un momento antes de tener su tercer hijo, así que fue al doctor, quien le dio pastillas anticonceptivas. Kast le respondió que no se podían usar y nuevamente acudieron donde un cura, quien les dijo que estaban prohibidas y les habló de métodos naturales para evitar un embarazo. En la misma entrevista a Revista Sábado, ella contó que ahí “entendió” que los hombres “son fértiles siempre y que las mujeres a veces”. Desde entonces emplearon el método natural y tuvieron otros seis hijos. Adriasola dejó de ejercer como abogada.

En 1996, esperando el cuarto hijo, su marido le pidió permiso para presentarse a alcalde de Buin. Para entonces ya vivían en una parcela de 5.000 metros cuadrados junto a la fábrica de cecinas Bavaria y eran vecinos de los padres de Kast. Ella aceptó, con la condición de que la involucrara en la campaña. Salían a las tantas de la noche a tocar puertas y Adriasola conectó con el trabajo en terreno y la conversación tú a tú en las casas, juntas de vecinos e iglesias. Kast perdió, pero quedó de concejal y nunca más abandonó la política.

Para la campaña presidencial de 2017, la primera de su marido, Adriasola participó mucho en las visitas a ciudades en distintas regiones por el día, para llegar a dormir a la casa. Después de aquel intento fallido y de la agresión que sufrió su marido en Iquique en marzo de 2018, la abogada creó la Fundación Cuide Chile, cuyo lema es Cuidando derechos fundamentales de los chilenos. La fundación trabajó en el Congreso haciendo lobby mientras se discutían leyes que, según Adriasola, afectaban a los niños y jóvenes respecto a su identidad sexual y a la educación sexual temprana. En 2020 asistió a la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados para abordar el proyecto de ley de educación sexual. “El sexo es verdaderamente seguro cuando no se ejerce. Ahí usted previene. Cuando usted no tiene relaciones sexuales, no tiene ninguna posibilidad de que se quede esperando guagua, ni que tenga enfermedades de transmisión sexual”, planteó.

En una carta publicada en 2018 en La Tercera, Adriasola se definía como “feminista” -de acuerdo a la acepción de la RAE, aclaraba- pero criticaba las banderas que levanta la tercera ola del movimiento, muy fuerte ese año en Chile. Decía representar a las que no marcharán en manifestaciones “donde se ofendan los valores y creencias de millones de mujeres”. En el segundo intento de su marido por ocupar La Moneda, en 2021, ya no se involucró tanto en la candidatura. La pareja decidió que ella se encargaría de la casa y él, de la campaña. “Yo soy el ministro de Relaciones Exteriores y ella ministra del Interior”, explicó Kast en el podcast español Aladetres. Ahora, ambos llegan a La Moneda, él como presidente, y ella como primera dama.

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Sobre la firma

Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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