La victoria agridulce de Jeannette Jara
La candidata de la izquierda obtiene 26,8% en la presidencial, con la primera mayoría, pero menos de lo esperado. Su votación se vincula a la alta desaprobación de Boric
La candidata de la izquierda chilena, Jeannette Jara, logró el domingo una victoria agridulce en la elección presidencial. Si bien la militante comunista obtuvo la mayoría de los votos, un 26,8%, y pasó a segunda vuelta con el republicano de la derecha radical y conservadora, José Antonio Kast (23,9%), tiene un escenario muy complejo de aquí al 14 de diciembre, cuando se celebre el desempate. Lo difícil para la exministra del Trabajo del Gobierno de Gabriel Boric tiene que ver con números: por la derecha competían otros dos abanderados, el libertario Johannes Kaiser (13,9%), de la ultraderecha, y Evelyn Matthei, de la derecha tradicional (12,46%), quienes junto a Kast suman poco más del 50% y ya han anunciado que se unirán en el desempate.
Según el sociólogo y politólogo Alfredo Joignant, para Jara “la segunda vuelta está completamente cuesta arriba, ya que tiene muy poco espacio por donde crecer: a decir verdad, la elección está orientada a terminar en una masacre de no mediar genialidad o fenómenos sobrenaturales”.
Por el camino ha surgido, además, el populista Franco Parisi, del Partido de la Gente (PDG), quien concurría por tercera vez a La Moneda y fue, como en 2021, la sorpresa de la elección: obtuvo el tercer lugar, con 19,71%. “Es la Cenicienta de este cuento”, ha dicho Jara medio en broma y medio en serio este lunes por la mañana. Aunque el economista ha sido opositor a Boric, “electoralmente hablando, la gran duda es saber hacia dónde se dirigirá la enorme votación” que alcanzó“, señala Joignant en esta columna en EL PAÍS.
La noche del domingo, tras conocer los resultados, Jara no perdió tiempo, y dijo que ha venido mirando ideas de los otros abanderados: “Valoro profundamente la propuesta de la devolución del IVA [Impuesto al Valor Agregado] que está en el programa de Franco Parisi”, dijo. También alabó del programa de Matthei, que fue apoyada por algunos políticos que fueron parte de la exConcertación —coalición de centroizquierda que gobernó entre 1990 y 2010—, la reducción de los tiempos de espera para tratamientos oncológicos.
Jara no solo obtuvo menos votación de lo que, en promedio, proyectaban las encuestas, que la situaban en un 28%. Tampoco logró llegar a lo que se esperaba fuera su piso, vinculado al 30% de apoyo de los fieles adherentes a Boric. Su mejor escenario, anhelado y necesario para aspirar a buen desempeño en segunda vuelta, era al menos acercarse al 38% que en septiembre de 2022 apoyó en un plebiscito el proyecto de nueva Constitución, fallido, que propuso la izquierda. En aquel referéndum de salida, con voto obligatorio, como esta presidencial, ese fue el peso del progresismo. Pero Jara queda más de 10 puntos por debajo de aquel porcentaje.
La votación a Jara, inevitablemente está asociada al desempeño de Boric, pese a que como su ministra del Trabajo sacó adelante iniciativas que tanto ella en su campaña como la Administración de izquierdas, lucen: la reforma de pensiones -con el apoyo en el Congreso de la derecha tradicional-, la ley que reduce gradualmente la jornada laboral a 40 horas semanales y el alza histórica del salario mínimo. Sin embargo, el mandatario también tiene un fuerte rechazo, del 62%, como señala la última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), de octubre. Para la académica de la Universidad Adolfo Ibáñez, Carmen Le Foulon, ese factor es muy relevante: “Jara tiene en contra algo que no tenía Boric: viene de un Gobierno con muy baja aprobación”.
En su inicios, el joven Gobierno del frenteamplista, quien en 2021 ganó en segunda vuelta a Kast con un 55%, generó altas expectativas y promesas de cambios, pero, varios de ellos, no los pudo cumplir. Por ejemplo, su reforma tributaria, que, en el Congreso, donde no tenía mayoría, ni siquiera aprobaron la idea de legislar y arrancar con el debate. Pero también porque buena parte de su programa lo había depositado en la certeza de que se aprobaría la nueva Constitución en 2022.
“El débil resultado de Jara” es también “un juicio a la gestión del Gobierno de Gabriel Boric, que se acerca al fin de su cuatrienio (en marzo) con malos resultados económicos, sociales y de seguridad”, asegura el periodista político y escritor, Ascanio Cavallo. Para él, Boric ha gobernado “confiado en el aparente vuelo del llamado estallido social del 2019″, y “sobre la base de un conjunto de supuestos que prontamente se mostraron erróneos y su posterior corrección -que algunos consideraron como un profundo viraje socialdemócrata- no solo fue incompleta, sino que dejó a la economía al borde de un estado ruinoso, solo sostenido en la fortaleza de sus instituciones, en particular el Central y el Consejo Fiscal, ambos autónomos”.
Kast ha aprovechado estratégicamente la relación entre la candidata y el mandatario varias veces, en especial este domingo, cuando pasó a segunda vuelta. “Jeannette Jara es Gabriel Boric. Con un tono de voz distinto, con un modo de ser distinto, pero es el mismo proyecto político”.
Jara debe ahora dar un giro hacia el centro, y buscar también a los votantes no ideologizados, o anti-elite, que captó Parisi. También, insistir en su anuncio de suspender o congelar su militancia comunista -lleva allí 37 de sus 51 años- como un gesto urgente: está consciente que le ha generado problemas. También, debe convencer de que la inseguridad, la principal preocupación de la ciudadanía —un punto en el que Kast ha focalizado su campaña— es su prioridad. “No dejen que el miedo congele sus corazones”, fue lo primero que dijo tras los resultados.