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Desarrollo Humano
Tribuna
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Volver a hablar de Chile

Con todo, la conversación ciudadana también refleja la fuerza del potencial del país. Las personas creen que Chile tiene las capacidades humanas, naturales y sociales para salir adelante

Estamos próximos a cumplir la mitad de esta década. Un periodo marcado por hechos extraordinarios que, año tras año, nos han recordado la importancia de anticiparnos y prepararnos mejor para los desafíos de nuestro tiempo. Hoy, cuando el país enfrenta un nuevo ciclo electoral, vuelve a abrirse la pregunta sobre el rumbo que queremos tomar como sociedad.

Con ese espíritu, desde Tenemos que Hablar de Chile —iniciativa conjunta de nuestras universidades— invitamos nuevamente a la ciudadanía a conversar sobre los desafíos, oportunidades y compromisos que podemos asumir en los próximos cinco años. A fines de 2024, cerca de diez mil personas participaron en distintas instancias, individuales y grupales, para responder una pregunta central: ¿qué podemos lograr juntos para tener un mejor país?

De esa conversación identificamos cinco narrativas que expresan los principales desafíos y oportunidades del país, junto con 39 propuestas ciudadanas —disponibles en el sitio web.

Frente a los problemas que enfrentamos, la primera mirada de muchas personas no es optimista: desesperanza, miedo, incertidumbre y orfandad aparecen como narrativas dominantes. Sin embargo, cuando la conversación se orienta hacia las oportunidades, emerge la fuerza de los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país. Las propuestas recogen esa dualidad: son respuestas que transforman la preocupación en acción y que trazan un mapa de lo posible, una ruta para discutir y acordar caminos comunes. Son ideas concretas, posibles de realizar antes de que termine esta década.

La sensación de falta de rumbo y la pérdida de confianza en el futuro ensombrecen el presente, pero la ciudadanía también muestra que la esperanza puede reconstruirse a través de acciones compartidas para proyectar un futuro común. Las propuestas más reiteradas apuntan a mejorar la educación y la salud: terminar con las listas de espera, fortalecer la atención primaria, sumar especialistas en regiones, mejorar la educación inicial, facilitar el acceso a la educación superior y fortalecer la profesión docente, son algunas de las propuestas. Es un llamado a atender los derechos sociales con urgencia y determinación.

La narrativa asociada al miedo se manifiesta como una sensación extendida de inseguridad frente al crimen organizado y la violencia en los barrios, junto con la percepción de que el Estado no logra proteger eficazmente a las personas. Ante esto, las propuestas ciudadanas expresan un deseo de recuperar la tranquilidad: fortalecer el control de fronteras, mejorar las cárceles, perseguir con mayor eficacia el delito y la reincidencia, y al mismo tiempo avanzar en prevención, coordinación y gestión.

La incertidumbre económica atraviesa de manera transversal la conversación. El temor a perder el empleo, la fragilidad de los ingresos, el costo de la vida y la dificultad de conciliar trabajo y familia dominan las preocupaciones cotidianas. En este contexto, las respuestas ciudadanas son prácticas y urgentes: fomentar el empleo, mejorar los ingresos, estabilizar lo cotidiano y generar condiciones que permitan sostener la vida diaria. Aunque se reconoce la importancia de prepararse para el futuro —a través de la inversión, la innovación o los nuevos empleos—, muchas personas sienten que las urgencias del presente no les dejan espacio para mirar más allá del día a día. La percepción de fragilidad impacta en la posibilidad de proyectarse.

Finalmente, aparece una sensación de orfandad institucional, marcada por la falta de liderazgo y de responsabilidad pública. Predomina la idea de que “nadie hace nada”, y que las denuncias o reclamos no generan cambios reales. La corrupción, la ineficiencia y el mal trato erosionan la confianza y alimentan el sentimiento de abandono. En este contexto, una de las propuestas más valoradas es “aprobar leyes que castiguen con fuerza la corrupción”, considerada prioritaria por un 74% de las personas y la medida más efectiva de todas las evaluadas (89%). Recuperar la integridad institucional aparece como una condición esencial para volver a creer en el nosotros.

Con todo, la conversación ciudadana también refleja la fuerza del potencial del país. Las personas creen que Chile tiene las capacidades humanas, naturales y sociales para salir adelante. De esa convicción nace la idea de que los desafíos pueden transformarse en oportunidades y que el país debe avanzar unido.

Vivimos un momento de alta exigencia y complejidad mundial, con instituciones tensionadas y una convivencia social débil. En este escenario, los problemas no se resuelven desde la fragmentación, sino desde la colaboración y el encuentro, desde nuestras diferencias. Requieren coordinación, voluntad común y un nuevo impulso país. Las 39 propuestas ciudadanas no son un manual de política pública, ni un programa cerrado: son una invitación a reconstruir la confianza y la esperanza, a volver a creer que Chile puede pensarse en común. Pese al cansancio y la frustración que a veces dominan la conversación pública, sigue vivo el sueño de un mejor futuro, uno que podemos lograr juntos, para cerrar esta década.

Ese es el llamado que hacemos desde las universidades: atrevernos a sumar esfuerzos, cuidar lo que hemos construido y proyectar juntos lo que aún está por venir, haciendo de estas propuestas un punto de partida para construir un Chile más justo, próspero y humano, con una democracia fuerte y participativa.

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