El ‘rey Vidal’ desenvaina su espada

Tras bajarse del helicóptero, ante 35.000 personas que coreaban su nombre, Arturo Vidal fue coronado, armado con una espada y subido a un corcel en el cual dio la vuelta olímpica al Estadio Monumental. Fue la más espectacular y multitudinaria presentación de un jugador en la historia del fútbol chileno, y el inicio de un período que El Rey califica como único, porque el club –”que ahora va a ser conocido en el mundo entero”, asegura– ganará muchas copas y llenará todos los estadios.

En su estilo, Vidal hace promesas de un futuro esplendor que mueven a los fanáticos y movilizan los mercados. Ha batido el récord de venta de camisetas, las entradas para el debut oficial por Copa Libertadores ante Godoy Cruz en Mendoza están agotadas y debutó en cancha apenas cuatro días después de haber firmado su contrato, dejando en claro que los problemas físicos son parte del pasado.

No pudo evitar, sin embargo, que la intestina lucha al interior del directorio se desbordara. Aníbal Mosa, de la facción accionista minoritaria, reprochó la falta de refuerzos, el escaso monto por la venta del joven delantero Damián Pizarro al Udinese y la falta de ambición del presidente, amparado por el apoyo de Vidal, que llegó al club gracias a su insistencia. Le respondieron de la parte controladora a través de Alfredo Stohwing, quien dijo que la gestión de Mosa al frente de la institución dejó un millonario déficit y casi los hace perder la categoría. Mientras en el estadio todo el mundo entronizaba al jugador, en los salones directivos seguían sacándose los ojos por el conflicto suscitado por su llegada.

A pocos minutos de terminado el acto –que no contempló partido amistoso– el ex volante del Bayer Munich, la Juventus, el Barcelona y el Inter instaló su primera polémica. El torneo en que deberá jugar permitirá, por votación mayoritaria de los presidentes de clubes, hasta seis extranjeros por club, a los que se podrían agregar dos juveniles que no hayan nacido en Chile. La medida anunciada en diciembre provocó la amenaza del Sindicato de Jugadores, que anunció un paro si se concretaba.

Tras arduas negociaciones entre la directiva de los futbolistas y la asociación, se llegó a una fórmula intermedia: seis inscritos, pero cinco en cancha, que fue rechazada por la asamblea de propietarios. El martes se votará la huelga y es probable que el inicio del torneo deba postergarse y que las instituciones adopten medidas punitivas contra los jugadores que le adhieran.

Fisurada la unidad, la primera voz fue la de Arturo Vidal, quien dijo que “ojalá el torneo no se pare por tonteras. Esto le hace mal al fútbol, a los futbolistas, a los más chicos”. La falta de respaldo y la calificación de “tonteras” para la defensa de los procesos formativos no cayó bien en el sindicato, que esperaba que el retorno de Vidal al país aumentara su capacidad de negociación sobre varias materias importantes, como el peso de los representantes de jugadores en la toma de decisiones.

El agente de Vidal es el todopoderoso Fernando Felicevich, quien articula desde las sombras varias políticas que rigen hoy a la industria en Chile. Como, por ejemplo, el aumento del cupo de extranjeros. Iniciada la polémica, faltará saber si en la asamblea convocada para el próximo martes Arturo Vidal asistirá en su condición de capitán de Colo Colo para ratificar su posición. Demasiado pronto para desenvainar la espada y hacer valer su poder de Rey.

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