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La hazaña de ‘el Bories’, uno de los clubes de fútbol más australes del planeta

El equipo de Puerto Natales, en la región chilena de Magallanes, nunca en su centenaria y apasionante historia jugó un partido tan importante como el que lo enfrentará el viernes a Puerto Montt por la Copa Chile

Bories
El Bories posa para una foto de equipo.Rocío Montes

Les llaman los tirapiedras y el apodo los llena de orgullo. Son el club más antiguo de la ciudad de Puerto Natales, en el extremo sur de Chile, la puerta de entrada del turismo patagónico. De unos 22.000 habitantes, esta pequeña ciudad está a pocos kilómetros de las Torres del Paine, una de las maravillas naturales más visitadas del planeta. Es la zona donde nació y creció el actual presidente de Chile, Gabriel Boric, la Región de Magallanes y de la Antártica chilena.

El club de los tirapiedras se llama en realidad Club Deportivo Social y Cultural Bories. Fue fundado en 1912 y representará a la Región de Magallanes y la Antártica chilena en la próxima Copa Chile que, como sucede en casi todo el planeta, reúne a equipos de fútbol profesionales con otros semi amateurs. Nunca en su centenaria historia jugó un partido tan importante como el que lo enfrentará a Puerto Montt el próximo viernes, y será primera vez que se juegue por un torneo nacional en el Estadio de Puerto Natales. Se transmitirá por TNT –se podría ver desde cualquier lugar del planeta por la app–, por lo que será la transmisión de fútbol más austral de la historia

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El número 10 de el Bories durante uno de los partidos del club.Rocío Montes

El Bories en realidad representa a Puerto Bories, una caleta que quedó integrada a la ciudad con el crecimiento urbano de los últimos años. A comienzos del siglo XX albergaba el complejo fabril de la poderosa Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, que tenía el monopolio de la ganadería en la vasta zona austral de Chile, llegando a exportar 3.000 ovinos diarios a Europa.

Las condiciones de trabajo eran paupérrimas. Los obreros provenían mayoritariamente de la isla de Chiloé –ubicada más al norte–, de España, Argentina y fundamentalmente de Croacia, una colonia que con el paso de los años fue creciendo en la región, a la que pertenece Boric.

Los propietarios del frigorífico eran británicos, Braun y Blanchard, y habían visto con preocupación la creación de la federación Obrera Magallánica, que pretendía conquistas básicas laborales, como ocho horas diarias de trabajo y la posibilidad de comprar alimentos esenciales en almacenes que no fueran propiedad de la empresa, que los sobrevaloraba. En las faenas trabajaban más de 700 obreros. Había un ferrocarril, una línea de vapores y una fábrica de ladrillos para levantar las precarias casas que servían para paliar las feroces condiciones del clima.

“Fue uno de los propietarios del frigorífico quien decidió que los colores del Bories fueran el amarillo y el azul a franjas verticales, que eran los del Everton de Inglaterra por esos años. La tradición se ha mantenido inalterable por más de un siglo”, cuenta Ramón Tenorio, el presidente de la institución.

En enero de 1919, una huelga que solicitaba la reincorporación de dos empleados ferroviarios terminó con el delegado obrero Carlos Vivero asesinado por un escopetazo del capataz inglés, conocido como Mister Kidd. De allí en más, se vivirá una de las historias más sangrientas de la historia de Chile.

La comuna de Natales

Una indignada multitud se toma primero el frigorífico, y tras la acción de Carabineros que provoca varios muertos, decide quemar el Banco de Punta Arenas y las oficinas de Braun-Blanchard. En su mayoría anarquistas y fuertemente influenciados por la revolución bolchevique, se estructuran con una férrea disciplina sabiendo que el enfrentamiento con las fuerzas militares chilenas será inevitable. El sangriento saldo del levantamiento son seis carabineros asesinados por la turba.

Lo que no esperaban era que el gobernador de Punta Arenas, Luis Alberto Sotomayor, solicitara ayuda a Río Gallegos, la ciudad argentina más cercana, que envió un destacamento de militares para proteger Punta Arenas y aplacar la revuelta de Puerto Natales. Es primera y única vez en la historia que se autoriza la intervención de fuerzas armadas extranjeras en territorio chileno.

Tras cinco días de toma –donde la ciudad pasó a denominarse la comuna de Natales– los gendarmes argentinos se hacen del control de la situación. Agotadas las municiones, los trabajadores se defienden a pedradas, lo que le daría apodo al Bories para toda la vida: los tirapiedras. Pronto la Marina y el Ejército chilenos se harían presentes y el saldo final sería de cuatro víctimas. Dos decenas de cabecillas fueron juzgados y hay testimonios que hablan de la intervención de la Cruz Roja para evitar fusilamientos. Más de 30 heridos a bala fueron atendidos. Los cabecillas que no escaparon fueron detenidos, varios de ellos murieron ejecutados en las huelgas posteriores registradas en la zona, donde destacan la de 1921 y la masacre del 27 de julio de 1927 en la sede de la Federación Obrera en Punta Arenas. En Argentina, apenas a unos kilómetros, 1.500 obreras perderían la vida en enfrentamientos con el gobierno de Yrigoyen.

El frigorífico Bories es hoy el hotel de lujo Singular, que alberga a los turistas que van de paso a los parques patagónicos. Hay un monumento que recuerda a las víctimas del verano de 1919 y está, por supuesto, el Club Deportivo Social y Cultural Bories, los tirapiedras, que luchan por mantener viva la historia más cruenta y violenta de la ciudad.

En Magallanes se juega al fútbol entre septiembre y marzo, cuando el clima lo permite. Son ocho equipos en Puerto Natales y el Bories ganó el regional para asegurar un cupo en las fases finales de la Copa Chile, donde jugará el partido más importante de toda su existencia.

De ocho a cinco

“Todos se reían de nosotros. Se fueron 13 jugadores del club a mediados de año y casi desaparece el Bories”, dice Eduardo Serón, volante defensivo, capitán, líder y estafeta del hospital local. “Pero no nos rendimos”, continúa. “Juntamos un grupo de jugadores y nos pusimos a entrenar en julio. Para cuando empezó la competencia, nadie daba un peso por nosotros, pero fuimos los mejor preparados. Por eso ganamos y sacamos a toda la gente de Natales a la calle cuando ganamos la clasificación”.

En el equipo son casi todos locales. Kinesiólogos, salmoneros, un ingeniero industrial, empleados del Banco del Estado, un sepulturero del cementerio y un panadero –el colombiano Owen Muñoz– conforman la plantilla, que tiene como puntales a Vilches y Ordoñes, dos profesores de Educación Física que llegaron desde Santiago a probar suerte en la zona. El entrenador es Gonzalo Soto, responsable de los traslados de pacientes al hospital de la zona. Director técnico autodidacta y de carácter severo, Soto obligó a su equipo a hacer dobles turnos con escarcha y nieve para competir con éxito frente al Esmeralda, el otro cuadro fuerte de Natales.

En el verano, todos se dedican al turismo, la mayor fuente de ingresos de la zona, donde predominan las grandes estancias y los parques naturales. Allí, en el último rincón del planeta, el Bories sueña con el partido frente a Puerto Montt que será el reencuentro con Eduardo Vidal, un natalino que se hizo profesional y que nació en los tirapiedras, un equipo destinado a honrar su historia.

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