¡Oye ‘men’ no le pegue a la negra!

Las fiestas 'Dont hit a la negrx' es "una comunidad afectiva de personas queer migrantes"

Un detalle del cartel de una de las fiestsa, obra de Instagram/guariota.

Quiero contarle mi hermano un pedacito de la historia negra, de la historia nuestra caballero. Así empieza Rebelión, la canción de Joe Arroyo, lanzada en 1986. Joe fue un cantante y compositor colombiano. Rebelión fue, como él mismo definió, el “himno de su canto”. La canción narra la trata esclavista, me dicen las personas que organizan la fiesta Don't Hit A La Negrx, cuyo nombre se debe a la canción ¡Oye men no le pegue a la negra!.

 “Dont hit a la negrx es una comunidad afectiva de p...

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Quiero contarle mi hermano un pedacito de la historia negra, de la historia nuestra caballero. Así empieza Rebelión, la canción de Joe Arroyo, lanzada en 1986. Joe fue un cantante y compositor colombiano. Rebelión fue, como él mismo definió, el “himno de su canto”. La canción narra la trata esclavista, me dicen las personas que organizan la fiesta Don't Hit A La Negrx, cuyo nombre se debe a la canción ¡Oye men no le pegue a la negra!.

 “Dont hit a la negrx es una comunidad afectiva de personas queer migrantes que desde el placer, la fiesta y el goce resistimos ante la arremetida del racismo de Estado español”, me explican. Hasta hoy llevan tres ediciones, organizadas en espacios autogestionados, centros sociales y espacios comerciales. La cuarta edición se organizará el 13 de febrero en la sala Rey Lagarto (La Palma, 14). Han tenido gran acogida entre la comunidad. Lo atribuyen a que a las personas queer migrantes, se nos niegan el derecho al ocio. Por eso crearon estos espacios: para cuidarnos, para querernos y apoyar a talentos locales de la comunidad queer migrante.

La fiesta surge a partir de sus realidades precarias en resistencia ante los obstáculos de la vida a partir de sus experiencias de migración. “En un momento específico una compañera trans negra se vio en la calle, expulsada de un centro de acogida. Entre varias personas de la comunidad migrante racializada decidimos hacer una fiesta para generar una caja de resistencia para casos como este, para garantizar cosas básicas —alimentos, medicina, vivienda, transporte—”, me cuentan.

Sacamos el tema de la aplicación del derecho de admisión en los locales de ocio y los recientes casos racistas donde se le negaba la entrada a personas racializadas, y cómo esto fue otra de las motivaciones para crear este espacio. En este sentido, gente trans, no binaria, bolleras, maricas, apoyan esta iniciativa que transita por lugares periféricos, desde cuerpos periféricos que no coqueteamos con el capitalismo rosa. También le rendimos homenaje a esos espacios históricos de la escena ball de voguing (relaccionada con el empoderamiento a través de pasos de baile) conformado por personas negras, indígenas, racializadas, no blancas. Snap bitch es un momento de voguing en esta fiesta donde personas queer, migrantes recordamos que el “voguing is not white”.

Al preguntarles a los organizadores sobre las diferencias al transitar la fiesta de espacios autogestionados y centros sociales a espacios comerciales, dicen que cada lugar tenía su particularidad. “Evidentemente es costoso realizar fiestas en espacios comerciales y hay que explicar que no hacemos una fiesta solo por bailar, sino que existe una causa política detrás de la fiesta. Por su parte en los centros sociales existe una pequeña sensibilidad con los motivos de la fiesta aunque sigan existiendo tensiones cuando entran en juego las relaciones de poder privilegios y opresiones”.

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