La pista falsa de la yihadista del corpiño

Una joven belga que quería viajar a Siria para enrolarse en el Estado Islámico hizo escala en Barcelona horas antes del 17-A

Agentes de la Guardia Urbana tratan de localizar al autor del atropello de La Rambla, el 17 de agosto de 2017.JOAN SÁNCHEZ

Hajar Abrini tenía todos los números para ser el cabo suelto de los atentados de Barcelona y Cambrils. Con todos los miembros de la célula de Ripoll muertos por disparos de los Mossos o detenidos, la presencia de esta mujer de solo 22 años inquieta a los investigadores. Constatan que ha estado en Barcelona pocas horas antes del 17-A, que ha abandonado la ciudad de forma “apresurada” y que tiene familiares relacionados con el terrorismo: es sobrina de ...

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Hajar Abrini tenía todos los números para ser el cabo suelto de los atentados de Barcelona y Cambrils. Con todos los miembros de la célula de Ripoll muertos por disparos de los Mossos o detenidos, la presencia de esta mujer de solo 22 años inquieta a los investigadores. Constatan que ha estado en Barcelona pocas horas antes del 17-A, que ha abandonado la ciudad de forma “apresurada” y que tiene familiares relacionados con el terrorismo: es sobrina de Mohamed Abrini —uno de los autores del atentado en el aeropuerto de Bruselas de marzo de 2016— y esposa de Saad Hamadoui, detenido en la cárcel de Lantin. En su perfil de Telegram, la mujer tiene un león y la insignia del Estado Islámico. Todos los indicios les invitan a pensar mal. A través de la Audiencia Nacional, la policía autonómica pide ayuda a Bélgica en una investigación novelesca que acaba en nada. O casi.

El 15 de agosto de 2017, Abrini salió del aeropuerto de Zaventem —escenario de la matanza perpetrada por su tío— y voló a Barcelona. Pasó la noche en el centro de negocios de la terminal 1 de El Prat. A primera hora del día siguiente, cogió un vuelo a Estambul, pero fue expulsada en la frontera y regresó a Barcelona. Volvió a dormir en el aeropuerto, donde permaneció todo el tiempo “sola”, según los investigadores belgas. El periplo la llevó después a Milán y a Corfú en ferri, donde fue finalmente detenida. En el equipaje de mano le encontraron niqabs, pero también lencería fina a estrenar, un picardías y un corpiño, según consta en los atestados. Más tarde, fue enviada a su país, Bélgica.

Abrini permanece en prisión desde entonces, pero no por sus vínculos con el atentado de Barcelona —“ningún elemento” permite relacionarla con esos hechos, según las autoridades belgas— sino por querer unirse a las filas de Estado Islámico en Siria. Su plan arrancó tiempo atrás. En marzo de 2017, la chica debía reunirse con un combatiente de origen francés en Bruselas. Pero el hombre, apodado Abou Ayoub, no se presentó a la cita. Más tarde, en agosto, contactaron por Telegram. Él la convenció de que se reunieran directamente en Siria y le explicó la forma de llegar.

Si la mujer viajó a Barcelona a mediados de agosto de 2017 fue solo para hacer escala hacia Estambul porque “sentía que la policía le hubiera dado problemas” de haber ido directamente. El 18 de agosto, un día después de la masacre, ambos conversan. Ayoub le informa de los sucesos del día anterior, de los que Abrini ni siquiera tenía noticia. “Atentado en Barcelona reivindicado por Dawla. Afortunadamente ya te habías ido, si no habrías tenido problemas gordos”, consta en las conversaciones encontradas en su iPhone-

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