MADRID EN MAPAS (I)

El calor va por barrios

El efecto isla de calor provoca que la población más desfavorecida esté más expuesta a las temperaturas extremas

La ciudad es una forma radical de transformación del paisaje. No solo en lo que se ve (edificios, calles, carreteras) sino también en la calidad del aire y hasta en la temperatura atmosférica. El asfalto, el trazado de la red, la radiación del suelo, los flujos de corrientes y decenas de pequeños procesos invisibles dan lugar al clima urbano. En verano, en Madrid, cualquiera sabe de qué estamos hablando: lenguas de fuego que golpean al que se atreve a salir a la calle.

Las temperaturas en los núcleos interiores ...

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La ciudad es una forma radical de transformación del paisaje. No solo en lo que se ve (edificios, calles, carreteras) sino también en la calidad del aire y hasta en la temperatura atmosférica. El asfalto, el trazado de la red, la radiación del suelo, los flujos de corrientes y decenas de pequeños procesos invisibles dan lugar al clima urbano. En verano, en Madrid, cualquiera sabe de qué estamos hablando: lenguas de fuego que golpean al que se atreve a salir a la calle.

Las temperaturas en los núcleos interiores de las grandes urbes son más altas que en la periferia, un fenómeno conocido como isla de calor urbana. Un equipo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) ha estudiado cómo varía este efecto según el punto de la ciudad donde se mide y a quién afecta más. Su proyecto (MODIFICA: Modelo predictivo del comportamiento energético de edificios de viviendas bajo condiciones de isla de calor urbana) demuestra que el calor en Madrid va por barrios. Y que los más desfavorecidos lo sufren más.

El trabajo, pionero en España, empezó analizando las temperaturas diurnas y nocturnas en la capital durante un día concreto. Las diferencias llegaban a marcar un anillo de altas temperaturas entre el centro y la M-40 - la llamada isla de calor. Pero es por las noches cuando se agudiza este fenómeno. En un barrio puede llegar a haber hasta 8 grados más que en otro. Eso es, la diferencia entre dormir a 37 grados o dormir a 29. 

En la recién publicada actualización de este trabajo, usando más y mejores datos, los investigadores miden la cantidad de grados por encima de los 27 que se registran a lo largo de un día. El barrio de San Diego (distrito de Puente de Vallecas) es el que registra una mayor cantidad de horas a temperaturas extremas, seguido por Delicias y Atocha.

El cruce de estos datos de temperaturas con indicadores de vulnerabilidad permite ver los efectos de la pobreza energética. De esta forma, no solo se identifican zonas donde el efecto isla de calor es mayor, sino también cuáles son los barrios con más problemas para hacer frente a las altas temperaturas.

El resultado es que el 2% de la población de bajos ingresos y el 18% de los mayores viven en zonas de temperaturas extremas y donde la escasa calidad de la edificación, la antigüedad o la falta de buena climatización amplifican aún más el efecto de las islas de calor. Es lo que ocurre en los barrios de San Diego, Numancia o Almendrales, entre las zonas más cálidas de la ciudad con muchos vecinos en situación vulnerable. Para comparar: en Londres se encuentra en esta situación el 1% de los más pobres y al 4% de los ancianos.

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Son efectos del clima, pero se pueden combatir con políticas de urbanismo. Además de alguna solución imaginativa (como pintar las calles de blanco: lo hizo la ciudad de Los Ángeles, en California), ingenieros y urbanistas sensibles con el tema indican el camino: muros verdes, la naturalización de espacios vacíos como los solares y restauración de los ríos urbanos. En un contexto donde el cambio climático, el envejecimiento de la población y la subida del precio de los combustibles harán aún más vulnerables a quienes ya lo son.

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