Un niño de 11 años, supuesto autor de una amenaza de bomba en un avión de Fuerteventura a Santiago

Una nota firmada por "el terrorista" dispara las alarmas y obliga a intervenir a la Guardia Civil con perros adiestrados para cumplir con el protocolo de seguridad

Lugo -
Torre de control del Aeropuerto de Lavacolla, en Santiago.Anxo Iglesias

Fueron dos horas de angustia, de incertidumbre, para los pasajeros de un vuelo que debería de haber salido ayer a las ocho y veinte de la tarde de Fuerteventura con destino a Santiago de Compostela, tras hallarse una nota amenazando con hacer explotar el aparato, firmada por “el terrorista”.

A bordo del avión de Vueling viajaban 180 personas. Finalmente esa zozobra se mudó en indignación cuando la Guardia Civil comunicó a los afectados que se trataba de la supuesta nota de un niño de 11 años que ya estaba localizado, junto con sus p...

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Fueron dos horas de angustia, de incertidumbre, para los pasajeros de un vuelo que debería de haber salido ayer a las ocho y veinte de la tarde de Fuerteventura con destino a Santiago de Compostela, tras hallarse una nota amenazando con hacer explotar el aparato, firmada por “el terrorista”.

A bordo del avión de Vueling viajaban 180 personas. Finalmente esa zozobra se mudó en indignación cuando la Guardia Civil comunicó a los afectados que se trataba de la supuesta nota de un niño de 11 años que ya estaba localizado, junto con sus padres, y que el papel se hallaba ahí de otro viaje anterior. Esto es, en resumen, lo que ha relatado esta mañana a El País una de las afectadas, la política nacionalista gallega Branca Rodríguez Pazos, que fue la primera teniente de alcalde en la primera legislatura del exalcalde socialista de Lugo Xosé López Orozco, de 1999 a 2003.

Rodríguez Pazos cuenta que cuando iban a salir de Fuerteventura “a las ocho y veinte de la tarde rumbo a Santiago, cuando el avión estaba en la pista dando la vuelta para despegar, una pasajera al abrir la bandeja vio un papel que ponía que había una bomba y que podía estallar. La firmaba el terrorista”. El niño, supuestamente, detallaba que el artefacto contenía glicerina.

Fue entonces cuando se dispararon las alarmas. La azafata se lo comunicó al comandante, y este, dirigiéndose al pasaje, “dijo que había que hacer una revisión, que había que seguir un protocolo y que teníamos que salir del avión”, relata la testigo lucense de la escena. Rodríguez Pazos asegura que “la gente estuvo muy bien, no hubo ningún histerismo y bajamos todos”. “Estuvimos allí" fuera, esperando, y "vino la Guardia Civil para revisar todo el avión”, describe.

Pasado un tiempo “vino un capitán de la Guardia Civil y nos dijo que no nos preocupáramos porque se tenía que seguir el protocolo hasta el final, mirar, traer perros y revisar todo”, recuerda. Poco después se le trasladó a los pasajeros que había sido “un niño de 11 años, que había gastado una broma” y que ya había sido localizado por los agentes, al igual que sus padres.

“Fue una broma pesada. Espero que el niño tenga un castigo porque esto causó muchos perjuicios porque había gente esperando en Santiago y otros habían alquilado coches precisamente en Santiago”, reprocha la pasajera. Pasado el trance el avión retomó su ruta, voló a Santiago, y  a la llegó a la capital gallega sobre las cuatro de la mañana. La exconcejala del BNG arribó en Lugo una hora después, sobre las cinco.

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“Fue un hecho sin ninguna consecuencia pero fue desagradable y hay que tener cuidado con este tipo de cuestiones”, valora finalmente Rodríguez Pazos, que no quiere ni pensar qué hubiera pasado si esa amenaza se produce volando, con lo que probablemente hoy todavía estarían en otro aeropuerto a la espera de que se les ofreciese una solución.

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