Una masía en el corazón del Montseny será un centro creativo

La finca El Vilar fue residencia de veraneo de los presidentes de la Diputación

La masía El Vilar, en el parque del Montseny, será un centro creativo.

Si las paredes de la robusta masía de El Vilar, en el corazón del Montseny, hablaran, a buen seguro que revelarían conversaciones de indudable interés. Por ejemplo, las que mantuvieron el ex alcalde Pasqual Maragall y el que fue presidente de la Diputación Antoni Dalmau en las sesiones preparatorias de los Juegos Olímpicos, o las reuniones que allí tuvo el expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol —también invitado ocasional— , o las conversaciones que pudieron tener, en su día, los que fueron presidentes de la Diputación de Barcelona, como Juan Antonio Samaranch, Josep Tarradellas y Manuel ...

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Si las paredes de la robusta masía de El Vilar, en el corazón del Montseny, hablaran, a buen seguro que revelarían conversaciones de indudable interés. Por ejemplo, las que mantuvieron el ex alcalde Pasqual Maragall y el que fue presidente de la Diputación Antoni Dalmau en las sesiones preparatorias de los Juegos Olímpicos, o las reuniones que allí tuvo el expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol —también invitado ocasional— , o las conversaciones que pudieron tener, en su día, los que fueron presidentes de la Diputación de Barcelona, como Juan Antonio Samaranch, Josep Tarradellas y Manuel Royes. El Vilar fue residencia de veraneo de los ocupantes de la presidencia de la Diputación, algo que denota la fortaleza de esa institución que es titular del 10% de la superficie de Montseny. 

Royes fue el último morador ocasional de la masía y sus 300 hectáreas que miran a la vertiente sur del macizo. La institución supracomarcal se hizo con el complejo en 1929 cuando la adquirió por 125.000 pesetas bajo la presidencia de Josep Maria Milà i Camps, conde de Montseny. Un año antes se había aprobado la creación del Patronato de la montaña del Montseny. Originaria del siglo XVII, la masía se dedicó a la venta de hielo y fue sometida a una importante rehabilitación entre 1967 y 1973 porque amenazaba ruina. Entre 2004 y 2008, durante la presidencia de Celestino Corbacho de la Diputación, se hicieron las últimas obras de reforma. En realidad, ha estado sin uso durante casi dos décadas y desde 2002 un vigilante de la Diputación va a diario para controlar el estado de la finca y evitar que no sea ocupada.

La finca —espléndida —está en el término municipal de Fogars de Montclús y tiene dos edificios que miran a un espectacular balcón sobre el macizo. El edificio central es el destinado a vivienda y cuenta con tres habitaciones, salón -con una gran chimenea y horno para hacer pan- , comedor y cocina. El otro edificio —un antiguo pajar—fue habilitado como una amplia sala de reuniones y de trabajo. Todo está en perfecto estado para entrar a vivir ya, como diría un anuncio inmobiliario.

Aunque sin fecha y sin concreción, la masía se convertirá en su vida del siglo XXI en un centro dedicado a la creatividad, según el acuerdo alcanzado entre la Diputación y la Generalitat de Cataluña. Un acuerdo de intenciones que carece, además de fecha, de un programa concreto y de otras cuestiones importantes, como la financiación. “Lo importante es que ganamos un espacio al servicio de la creatividad y la cultura del país”, insistía la consejera Laura Borràs en la mañana del viernes en la presentación del incipiente proyecto.

Una creatividad que podía estar más ligada a la literatura, como una residencia de escritores u otras actividades relacionadas con el plan de fomento de la lectura: “está claro que la literatura ya es una de las vías de colaboración conjunto entre Diputación y Generalitat aunque el espacio también es idóneo para otras disciplinas artísticas”. “La gran ventaja es que se trata de un espacio en el que todo está a punto, no hay que hacer ninguna intervención, que suele ser siempre lo más complicado y costoso de cualquier proyecto cultural”, subrayaba el presidente de la Diputación, Marc Castells.

Lo que harán las dos administraciones a continuación será crear una comisión de trabajo para determinar las convocatorias públicas para ocupar las plazas y la rotación de las mismas, además de tener en cuenta la demanda de espacios culturales que hoy por hoy ya tienen sobre la mesa.

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