La Urbana detecta 30 puntos negros donde los ciclistas circulan por las aceras

Los agentes de la policía municipal empiezan a denunciar con sanciones de entre 100 y 500 euros

Un ciclista circulando por una aceraCarles Ribas

Mediodía en la Rambla de Barcelona del primer día de febrero de 2019. Un ciclista circula por la calzada en la calle del Carme. Al llegar al icónico paseo no lo duda: sube sobre la acera central y encara, en contra dirección, la peatonal Portaferrissa. A nadie le extraña el cúmulo de infracciones que en cuestión de segundos ha acumulado el conductor de una bicicleta fixie —de las que solo tienen una marcha— en una de las zonas más concurridas de la ciudad. Ningún agente de la Guàrdia Urbana ha detectado la infracción. La próxima vez que haga este trayecto, si es interceptado por un ag...

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Mediodía en la Rambla de Barcelona del primer día de febrero de 2019. Un ciclista circula por la calzada en la calle del Carme. Al llegar al icónico paseo no lo duda: sube sobre la acera central y encara, en contra dirección, la peatonal Portaferrissa. A nadie le extraña el cúmulo de infracciones que en cuestión de segundos ha acumulado el conductor de una bicicleta fixie —de las que solo tienen una marcha— en una de las zonas más concurridas de la ciudad. Ningún agente de la Guàrdia Urbana ha detectado la infracción. La próxima vez que haga este trayecto, si es interceptado por un agente de la Guardia Urbana, será sancionado.

La Guàrdia Urbana de Barcelona ha empezado este viernes a multar a los conductores de bicicletas que circulen por las aceras. Después de meses de análisis, el cuerpo policial ha comprobado que en toda la ciudad existen, al menos, una treintena de puntos negros distribuidos por diferentes barrios donde los ciclistas sistemáticamente incumplen la normativa. Tras un periodo de información que acabó el pasado jueves, al día siguiente los agentes han comenzado a denunciar. Todos los miembros del cuerpo policial municipal han recibido la directriz mediante la cual deben denunciar este tipo de comportamientos. El objetido del Consistorio es, a corto plazo, que los ciclistas desaparzcan pronto de las aceras.

El pasado mes de agosto, el gobierno de Barcelona en Comú anunció que este 2019 finalizaba la moratoria que permitía a las bicicletas circular por aceras de entre tres y 4,75 metros de ancho.

La teniente de alcalde de Ecología, Urbanismo y Movilidad, Janet Sanz, justificó la decisión asegurando que la ciudad, desde este septiembre, dispone de más de 200 kilómetros de carril bici, lo que supone que el 90% de los vecinos de la ciudad disponen de, al menos, un carril bici a menos de 300 metros de su domicilio. Se anunciaba entonces que el primer día de enero de 2019 se pondría fin a la moratoria aprobada en mayo de 2015.

Las bicicletas nunca han podido circular por aceras de menos de 4,75 metros. En las aceras que sobrepasaran esa distancia se permitía a las bicis circular siempre y cuando dejaran tres metros de espacio libres con los peatones. Con el fin de la moratoria, solo se permite que la bicicleta suba a las aceras de más de 4,75 metros cuando el carril esté sobre la acera siempre que no se excedan los 10 kilómetros por hora. Sigue estando permitido circular por la acera entre las 22.00 y las 7.00 si el ciclista acompaña a un menor de 12 años que también circule en bicicleta.

Entre el 1 y el 31 de enero, los agentes de la policía municipal se dedicaron a informar a los ciclistas de que debían bajar de las aceras. Después de Reyes, una veintena de informadores se colocaron en diferentes puntos de la ciudad y alertaron a los ciclistas del fin de la moratoria. El Consistorio cree que ya se ha informado suficiente y es el momento de empezar a sancionar. Este viernes, los agentes interpusieron las primeras multas, que oscilan entre los 100 y los 500 euros dependiendo de la gravedad de los hechos.

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El cuerpo policial no ha creado ningún tipo de unidad que persiga, exclusivamente, las infracciones de los ciclistas. Al contrario, la directriz se ha dado a todos los agentes para toda la ciudad. Además, las Guàrdia Urbana ha diseñado un mapa con los diferentes distritos de la ciudad y ha detectado, al menos, tres puntos negros en cada uno de ellos. Lugares donde, según el propio cuerpo, existen alternativas para que los ciclistas circulen por carriles bici, zonas con limitación de velocidad a 30 kilómetros por hora o plataformas únicas. Zonas tan características como la Rambla, el paseo Sant Joan, la Rambla de Poblenou, los alrededores del Hospital Clínic, el paseo Joan de Borbó o la calle Pujades, entre otros. En estos puntos los agentes están prestando especial atención y no descartan trasladarse a otros lugares.

Pese a ello, el cuerpo policial no ha realizado este viernes ningún control específico para detectar a ciclistas infractores. Pocas de las personas que circulaban en bicicleta por la ciudad aseguraban conocer el fin de la moratoria y la respuesta siempre era unánime: “No hay suficientes carriles bici en la ciudad para que nos obliguen a bajar de las aceras”.

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