Análisis

Rosa antes de hora

El cierre de Bulevard Rosa de paseo de Gràcia 55 no es gran pérdida salvo para nostálgicos ya muy hechos

Una tienda cerrada este martes en el Bulevard Rosa.juan barbosa

Inaugurado en 1978 y cerrado ayer, fue siempre una incongruencia comercial. “Bulevard” de nombre, se apellidaba “Rosa” no por gay, sino por su antecesor, el “Salón Rosa” una cafetería de 1932, cuyo nombre causaría hoy estupor, pues es el de los establecimientos legales más parecidos a un burdel en Japón. El Bulevard Rosa nunca llegó a ser un centro comercial, un mall de verdad, invento del arquitecto Victor Gruen a mediados del siglo pasado, cuyo estudio proyectó docenas de ellos y fue copiado miles de veces. Aquí quedó en galerías.

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Inaugurado en 1978 y cerrado ayer, fue siempre una incongruencia comercial. “Bulevard” de nombre, se apellidaba “Rosa” no por gay, sino por su antecesor, el “Salón Rosa” una cafetería de 1932, cuyo nombre causaría hoy estupor, pues es el de los establecimientos legales más parecidos a un burdel en Japón. El Bulevard Rosa nunca llegó a ser un centro comercial, un mall de verdad, invento del arquitecto Victor Gruen a mediados del siglo pasado, cuyo estudio proyectó docenas de ellos y fue copiado miles de veces. Aquí quedó en galerías.

El cierre de Bulevard Rosa de paseo de Gràcia 55 no es gran pérdida salvo para nostálgicos ya muy hechos: yo no he conseguido que nadie medianamente joven de mi entorno recordara la última vez que entró en ellas. Contó, eso sí, con comercios memorables de antigüedades, pero las galerías no aguantan la desolación de los huecos, de los escaparates vacíos con cristaleras polvorientas. Si de 100 establecimientos cierran 10 o 12, los demás caen uno tras otro como un castillo de naipes. Como se había ido antes el Cine Publi. Otros tiempos.

La distribución —el comercio— ha cambiado para siempre. El camino (aquí la comparación gustará más bien poco) lo trazan los Estados Unidos de América. No es que las gentes compremos menos, es que compramos de otro modo, crecientemente por internet: cada día que pasa podemos contrastar mejor las características y precios de productos similares antes de comprarlos, cada vez precisamos menos de nuestra propia experiencia y de la opinión de nuestra amable vendedora. Salimos de compras, no a comprar. Los nuevos comercios en paseo de Gràcia 55 serán de marcas perfectamente previsibles. Vamos a un centro comercial a pasárnoslo bien. En USA, había el año pasado casi 16 millones de personas empleadas en el comercio, bajando. Nadie espera que su número vaya a dejar de disminuir. Barcelona ya tiene algo así como un 20% de locales vacíos, pero se distribuyen de forma muy desigual según los barrios y el paseo de Gràcia no será ningún perdedor. A mí me preocupan las personas: conviene un plan de educación para el reempleo de millares de trabajadores excelentes que sobresalen en la atención a todos nosotros, cualidad definitoria del buen profesional del comercio tradicional que podemos reaprovechar. Mas esto rinde a medio y largo plazo. Esperen antes proclamas, protestas y prohibiciones, la propaganda previsible de nuestros políticos.

Pablo Salvador Coderch es catedrático de Derecho Civil de la UPF.

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