La capilla gótica de Sant Miquel muestra todo su esplendor

Concluyen, después de 13 años y 425.000 euros, los trabajos de restauración de esta joya del Monasterio de Pedralbes.

Parte central de las pinturas góticas de la capella de Sant Miquel de Pedralbes. Europa press

Han pasado 13 años desde que comenzaron los trabajos de restauración (en 2005 se llevó a cabo un estudio exhaustivo del conjunto) en la capilla de Sant Miquel de Pedralbes, una auténtica joya forrada con 100 metros cuadrados de pintura gótica en paredes y techo, que por sí sola es visita obligada para todo el interesado en el patrimonio. Las pinturas las encargó en 1346, Francesca Saportella, segunda abadesa y sobrina de la fundadora, la reina Elisenda de Montcada, al taller de Ferrer Bassa.

A esta capilla particular en la que se ilustran los gozos de la Virgen y la Pasión de Cristo el ...

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Han pasado 13 años desde que comenzaron los trabajos de restauración (en 2005 se llevó a cabo un estudio exhaustivo del conjunto) en la capilla de Sant Miquel de Pedralbes, una auténtica joya forrada con 100 metros cuadrados de pintura gótica en paredes y techo, que por sí sola es visita obligada para todo el interesado en el patrimonio. Las pinturas las encargó en 1346, Francesca Saportella, segunda abadesa y sobrina de la fundadora, la reina Elisenda de Montcada, al taller de Ferrer Bassa.

A esta capilla particular en la que se ilustran los gozos de la Virgen y la Pasión de Cristo el tiempo había acabado marchitando los tonos intensos de los colores, como el azul de la azurita que ahora se han recuperado. También, los marmoleados de la parte inferior, muy dañados por ser la zona de más uso durante estos siete siglos de vida.

Desde ayer (tras invertir 425.000 euros obtenidos a partir de una campaña de Verkami y la tasa turística) es posible ver, casi como lo veía, a la luz de las velas mientras rezaba, Saportella, las pinturas de clara influencia italiana que recogen las innovaciones introducidas el año 1300 Giotto, precursor del Renacimiento. Por eso, a Bassa o al que acabara realizando el encargo de estas pinturas se le conoce también como el “giotto catalán”.

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