Buch enquista el nombramiento del nuevo jefe de los Mossos

El consejero de Interior no desencalla el relevo de Ferran López, que lleva provisionalmente ocho meses al frente de la policía catalana

El consejero de Interior, Miquel Buch, saluda al comisario jefe de los Mossos, Ferran LópezQuique García (EFE)

Hace casi un mes que el Govern anunció que Miquel Buch dirigiría Interior. El consejero ha reorganizado su departamento, pero no ha desencallado el asunto más espinoso: el nombramiento del jefe de Mossos. El cuerpo lleva ocho meses en interinidad, desde que en octubre el mayor Josep Lluís Trapero fuese cesado, y el comisario Ferran López ...

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Hace casi un mes que el Govern anunció que Miquel Buch dirigiría Interior. El consejero ha reorganizado su departamento, pero no ha desencallado el asunto más espinoso: el nombramiento del jefe de Mossos. El cuerpo lleva ocho meses en interinidad, desde que en octubre el mayor Josep Lluís Trapero fuese cesado, y el comisario Ferran López asumiese sus funciones de manera provisional en la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Buch se negó este miércoles a desvelar si mantiene la confianza en López. “Hoy no toca”, zanjó el consejero, recurriendo a la escuela del expresidente Jordi Pujol para evitar temas espinosos.

“En las próximas horas o en los próximos días se les informará", añadió Buch sobre los planes de futuro para la Jefatura de Mossos. “Pero eso no es ni un sí ni un no” a si habrá cambios, subrayó, en la rueda de prensa posterior a la Junta de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, a la que acudió acompañado de López. El comisario escuchaba sentado en primera fila cómo el titular de Interior echaba balones fuera sobre su futuro inmediato.

López se reunió por primera vez con Buch el lunes de la semana pasada, sin que el consejero revelase sus intenciones. Una semana después, el siguiente lunes por la mañana, los cinco comisarios que dependen de la Jefatura de Mossos se vieron con el director general, Andreu Martínez, en la comisaría de Les Corts. Por la tarde, se celebró otra reunión más, esta vez en el edificio central de Mossos, en Egara, con todos los altos mandos. En ninguno de esos encuentros se trató el tema, según diversas fuentes policiales, que se ha convertido en un elefante en la habitación. “Mientras el jefe de la policía catalana siga siendo la misma persona, no podemos hacer otra cosa que confiar en él”, zanjó al día siguiente la portavoz del Govern, Elsa Artadi, sobre el futuro de López.

Su respuesta no es el primer desaire hacia el comisario jefe de los Mossos. López no fue invitado al nombramiento de los nuevos consejeros, entre ellos Buch, el pasado 2 de junio. Entonces el Govern alegó problemas de espacio y una cuestión de protocolo. Diversas fuentes policiales dan por descontado que López no seguirá al frente de los Mossos por el peso simbólico de haber sido el comisario del 155.

Desde el Departamento de Interior aseguran que no han ofrecido a ningún mando el puesto de jefe de Mossos. Y esgrimen que el consejero quiere planificar debidamente el futuro del cuerpo, y anunciar a la vez todos los cambios a los que obligaría una reestructuración de la cúpula. En todo caso, insisten, ya no tardarán mucho más. Fuentes policiales consideran que la decisión ya está tomada, sobre todo porque el actual equipo del consejero Buch conoce a la mayoría de comisarios de Mossos. El secretario general, Brauli Duart, y el director, Andreu Martínez, estuvieron vinculados a Interior en el pasado.

La quiniela de posibles sustitutos tiene casi tantos nombres como comisarios hay actualmente en la Jefatura: Ferran López mantiene la estructura triangular, con los comisarios Joan Carles Molinero y Miquel Esquius como sus segundos. De ellos dependen los comisarios Joan Figuera, actual responsable de la Sala Central de Mando, y Emili Quevedo, de la comisaría general técnica de planificación de Seguridad. El único que realmente ha sido propuesto es el mayor Trapero, al que en un gesto simbólico el presidente Quim Torra y Buch le ofrecieron restituirle. Como estaba previsto, el mayor declinó la oferta, alegando la situación judicial en la que se encuentra, imputado por sedición y organización criminal, a la espera de juicio en la Audiencia Nacional.

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El precedente de Trapero convierte el puesto de jefe de los Mossos en un regalo envenenado. Muchos mandos consideran que el mayor se ve en esa situación por culpa, en parte, de los anteriores responsables políticos de Interior, que públicamente transmitieron hasta el final la idea de que los Mossos permitirían que se votase en el referéndum ilegal, desobedeciendo a jueces y fiscales. El exconsejero del Interior, Joaquim Forn, se encuentra en prisión preventiva; el exsecretario general, César Puig, y el exdirector, Pere Soler, están también imputados.

Entre los círculos políticos corre la voz de que nadie en Mossos quiere ser el nuevo jefe del cuerpo. “Hay ciertas reticencias”, admiten fuentes policiales, ante la idea de ser “el comisario del procés, en lugar del jefe de la policía catalana, a secas. “Necesitamos empezar una nueva etapa, con ilusiones renovadas. Hace demasiado tiempo que estamos en interinidad”, añaden otros mandos del cuerpo. Mientras, el comisario Ferran López sigue acompañando al consejero Buch, que ha iniciado las visitas a las comisarías de Cataluña, sin aclarar qué hará con él.

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