El polifónico Eugenio Trías y sus 41 amigos

Galaxia Gutenberg edita una selección de artículos escritos por el filósofo al cumplirse los cinco años de su muerte

El filósofo Eugenio Trías.Gianluca Battista

Que un filósofo cuelgue el cartel de no hay billetes (como suele decirse) un sábado en pleno centro de Barcelona es un logro casi inaudito. Pues hoy, el Aula 1 del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona se llenará para recordar (nada de homenajear: releer, revivir, disfrutar) al filósofo Eugenio Trías (Barcelona, 1942-2013), que hoy, 10 de febrero, hará cinco años que falleció. Para la ocasión, Galaxia Gutenberg ha editado La funesta manía de pensar, una cuidada selección de artículos de Tría...

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Que un filósofo cuelgue el cartel de no hay billetes (como suele decirse) un sábado en pleno centro de Barcelona es un logro casi inaudito. Pues hoy, el Aula 1 del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona se llenará para recordar (nada de homenajear: releer, revivir, disfrutar) al filósofo Eugenio Trías (Barcelona, 1942-2013), que hoy, 10 de febrero, hará cinco años que falleció. Para la ocasión, Galaxia Gutenberg ha editado La funesta manía de pensar, una cuidada selección de artículos de Trías escritos entre 2001 y 2013 que el propio autor ya estaba elaborando antes de morir y que ha completado el periodista y filósofo Francesc Arroyo. El libro va acompañado de otra recopilación, esta con los testimonios, anécdotas y recuerdos de 41 amigos (incluido su hijo David) que acaba de retratar a la persona.

La selección de artículos, cuyo título Trías ya había apuntado, visita la rica y diversa obra de este pensador de “espíritu libre”, en palabras de Arroyo. “He leído centenares de artículos de Eugenio, he hecho resúmenes de cada uno y he escogido 60 en base a su interés, claro y a lo que le pudiera transmitir al lector actual”, explica el periodista. El resultado muestra la variopinta temática de un pensador que siempre estuvo fuertemente conectado a la realidad: “Era un filósofo en el sentido más amplio del término, porque le interesaban muchos campos de la vida”, apunta Arroyo.

Grandísimo aficionado a la música (su obra El canto de las sirenas, de 2007, una auténtica historia de las ideas —de más de mil páginas— a través de la música, ha vendido más de 20.000 ejemplares y se sigue vendiendo), al cine, al arte o a la política, conseguía hablar de lo que le pareciera a partir de estas pasiones. “A Eugenio solo le importaba todo”, sentencia su amigo Ángel Gabilondo.

“Sus reflexiones políticas derivan de su preocupación por la convivencia ciudadana, por lo que pasaba en el mundo”, apunta Arroyo, que recuerda que Trías hace 10 años ya advirtió sobre los nacionalismos: “Cuidado porque son insaciables, siempre quieren más”, dijo. “Ahora no se habría replegado”, asegura, ante el asentimiento del hijo y la viuda. “Trías siempre fue un pensador independiente cuando ser independiente era más difícil que ahora”, dice Arroyo, valorando que siempre dio la cara, como cuando en época de Franco, ante el cierre de la Universidad, él se llevaba a los alumnos a un bar cercano. No hace falta decir que fue un profesor “dialogante, serio, apasionado y ameno”. Y, además, “escribía muy bien”, remarca Arroyo.

El pequeño volumen en el que amigos y colegas tan diferentes como Rosa Regàs, Gonzalo Suárez, Fernando Savater, Cristina Fernández Cubas, Jordi Llovet, Ángel Gabilondo o Pepe Ribas dedican unas páginas a Eugenio Trías es una golosina: “Escribe gente más o menos de su generación que aportan diferentes puntos de vista sobre él, y todos son verdad: en conjunto conforman a un Eugenio muy creíble”, comenta su viuda, Elena Rojas. “Los escritos nos revelan a un Eugenio polifónico”, considera David Trías, su hijo. “Muchos destacan algo poco conocido de mi padre, una persona extremadamente tímida, como es su risa, irónica y provocadora (‘se reía bien’, escribe el propio David, que firma el último artículo). La aportación de su amiga Colita da fe de ello en la risueña foto de la portada de La funesta manía de pensar. “Hemos conseguido un documental literario”, resume David Trías. “Ahora faltará hacer el audiovisual”.

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