De Shakespeare a Shakespeare pasando por el infierno

Mark Lockyer teatraliza en el Lliure su trastorno mental

Mark Lockyer.

En 1995, Marrk Lockyer era un actor con grandes horizontes profesionales y vitales. Ensayaba una producción de Romeo y Julietacon la Royal Shakespeare Company en la que interpretaba el maravilloso papel de Mercutio, y la vida le sonreía. Pero entonces, una tarde en Stradford Upon Avon, las cosas se torcieron hasta llevarle de cabeza al infierno.

A explicar cómo fue a parar allí y cómo logró salir (y, entre otras cosas, volver a Shakespeare), Lockyer dedica el espectáculo autobiográfico y unipersonal que interpreta desde el jueves en el Teatre Lliure de Gràcia (hoy domingo últim...

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En 1995, Marrk Lockyer era un actor con grandes horizontes profesionales y vitales. Ensayaba una producción de Romeo y Julietacon la Royal Shakespeare Company en la que interpretaba el maravilloso papel de Mercutio, y la vida le sonreía. Pero entonces, una tarde en Stradford Upon Avon, las cosas se torcieron hasta llevarle de cabeza al infierno.

A explicar cómo fue a parar allí y cómo logró salir (y, entre otras cosas, volver a Shakespeare), Lockyer dedica el espectáculo autobiográfico y unipersonal que interpreta desde el jueves en el Teatre Lliure de Gràcia (hoy domingo última función, a las 18 h).

El monólogo se titula Living with the lights on y en él el actor, dirigido por Ramin Gray, se dirige directamente al público para contarle su historia, una historia de adicción y enfermedad mental que le llevó al hospital y a la cárcel.

“En dos años lo perdí todo, trabajo, casa, coche, relaciones, vivía en la calle y acabé en prisión”, explicó Lockyer al presentar su espectáculo. “Pasé de joven actor respetado a delincuente, y cuando estaba encerrado me empezaron a ayudar y me diagnosticaron un trastorno bipolar. Ahí empezó la segunda parte de este viaje, que fue la de la recuperación: tardé seis años”.

El actor cuenta en su monólogo el proceso con detalle y, paradójicamente, con mucho humor. “Es una historia de victoria sobre la adversidad”, recalcó. “Yo no soy un activista social ni un trerapeuta, soy un actor y es desde esa perspectiva que cuento lo que me pasó”. Y destacó: “Es una historia de esperanza, una celebración de la vida, y finalmente es, sobre todo, entretenimiento. Trato de que la gente lo pase bien, y se divierta”.

Lockyer explicó que un día se encontró ante la disyuntiva de dejarlo correr todo y suicidarse o tirar para adelante, “y decidí vivir”. Comenzó a “poner un pie delante de otro, volver a salir con mujeres, hacer el amor, y así llegué hasta aquí, cuando debería estar muerto”.

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Su primera obra tras recuperarse fue una producción de Hamlet en el Globe en la que hizo de Laertes. Pero además se puso a escribir sobre su experiencia y le animaron a llevarla a escena. Hoy, juzga, es mejor actor que antes, y ha alcanzado la paz consigo mismo.

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