La energía oscura de la música

Soncello, asociación de violonchelistas de Galicia, cumple cinco años celebrando el Segundo Curso de Verano de Ferrol

Los jóvenes músicos progresan con estas actividades más allá de la mera técnica musical porque a través de ellas cultivan también una afición que enriquecerá sus vidas, cualquiera que sea el enfoque profesional que acaben dando a estas. Y, quizás lo más importante, aprenden a formar y mantener sus propios criterios; algo tan necesario en tiempos como el presente, cuando el abandono de artes y humanidades en los currículos escolares tiende a formar una dócil masa de ciudadanos acríticos.

Son actividades que se multiplican en verano, época en la que los más avanzados en sus estudios music...

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La física fundamental, siempre tan a lo suyo, anda últimamente bastante ocupada en observar la expansión del Universo y medir la aceleración que esta experimenta. La responsable de esa aceleración es, al parecer, la llamada energía oscura que, según el modelo estándar de la cosmología (ΛCDM)aporta casi tres cuartas partes de la masa-energía total del universo. Estos cálculos, sin embargo, no ocultan el desconocimiento casi total sobre su naturaleza íntima.

De modo semejante, al menos para el propósito de estas líneas, la música es un universo en sí mismo con sus leyes gravitacionales propias pero lleno también de una energía oscura que hace que lo más espectacular se sostenga y expanda gracias a lo casi invisible. La más suntuosa representación de ópera o los conciertos más multitudinarios, como el de la Sinfónica con Dudamel en Santiago de hace una semana, se alimentan de la energía generada por la labor didáctica de conservatorios o escuelas de música.

Hay otra energía –más oscura aún por más desconocida- que las asociaciones profesionales o de aficionados celebran: un recital en un conservatorio, soberbio pero prácticamente invisible fuera de este ámbito o conciertos protagonizados por jóvenes instrumentistas. La naturaleza de estos es tan desconocida para la mayoría de los aficionados a la música como la de la energía oscura para los físicos. Son actividades desconocidas pero fundamentales en el mantenimiento y desarrollo de la cultura musical de un país.

Los jóvenes músicos progresan con estas actividades más allá de la mera técnica musical porque a través de ellas cultivan también una afición que enriquecerá sus vidas, cualquiera que sea el enfoque profesional que acaben dando a estas. Y, quizás lo más importante, aprenden a formar y mantener sus propios criterios; algo tan necesario en tiempos como el presente, cuando el abandono de artes y humanidades en los currículos escolares tiende a formar una dócil masa de ciudadanos acríticos.

Son actividades que se multiplican en verano, época en la que los más avanzados en sus estudios musicales se ven libres por fin de esos horarios tan inadecuados a su formación integral como personas y músicos. Es necesario el establecimiento de un régimen de estudios adecuado para estos estudiantes, cambio que es competencia de las administraciones. Pero estas, con sus actuales políticas educativas y su permanente actitud contra la Cultura, se han convertido en verdaderos olmos a los que resultaría inútil pedirles las peras de la racionalidad. Y menos en cuanto a horarios y planes de estudios adecuados a las necesidades de estos estudiantes.

En verano, pues, es cuando se desarrollan la mayoría de actividades de este tipo que diversas asociaciones celebran, como festivales, conciertos y cursos. Entre ellos, el 2º Curso de Violonchelo que organiza Soncello, la Asociación de Violonchelistas de Galicia, que tendrá lugar en Ferrol del 16 al 22 de este mes de julio en Ferrol.

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Esta asociación, fundada en 2012, está formada por cerca de un centenar de socios, no solo de Galicia, “con perfiles tan variados como estudiantes de violonchelo de diferentes niveles, profesores, músicos de orquesta, luthieres y simpatizantes”, según declara su presidenta, Carolina Landriscini. Sus principales objetivos, en sus palabras, pasan por “promover actividades con el ánimo de dinamizar la cultura y conocimiento alrededor del violonchelo en Galicia a través de encuentros periódicos entre violonchelistas”.

El curso que empieza este domingo en Ferrol sigue la filosofía de Soncello, cuenta Landriscini, ofreciendo a los alumnos “una amplia variedad de actividades alrededor del violonchelo, con seminarios, talleres y charlas de temáticas variadas como la construcción de los arcos o un acercamiento al rol del cello en el ámbito de la música folk”. Es de destacar que este curso contará con la presencia como profesora invitada de la prestigiosa pedagoga María de Macedo, que impartirá clase a todos los alumnos del curso, compartiendo su buen hacer con profesores y alumnos.

A lo largo de este se celebrarán cuatro conciertos: el primero de ellos se celebrará el domingo 16 y estará a cargo del especialista en violonchelo barroco Fernando de Santiago acompañado por Isabel Figueroa; en el segundo (martes 18) actuarán tres alumnos premiados en el Concurso Soncello para jóvenes, celebrado en mayo pasado; el tercero (miércoles 20) tendrá como protagonistas a la propia Carolina Landriscini y al pianista Javier Estebarán y clausurará el curso un concierto protagonizado el viernes 22, como no podía ser menos, por los alumnos del curso y la orquesta de chelos del curso. Todos los conciertos tendrán lugar en la capilla del Centro Cultural Torrente Ballester de Ferrol y comenzarán a las 20.30 h.

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