Música entre daiquiris y bacalao

1. La Venencia. Es una taberna gaditana en la que ponen jerez y vino seco. Tiene paredes de madera llenas de botellas cubiertas de polvo, es muy genuina. El vino es fuertecito, ojo. Yo estoy acostumbrada porque soy andaluza, pero no es para todos los paladares. (Calle de Echegaray, 21).

2. La Taberna del Limón. Es muy castiza, me encantan sus salazones, pero lo que me conquistó el primer día es que el camarero llevaba una camiseta del grupo Spacemen 3. Empezamos...

1. La Venencia. Es una taberna gaditana en la que ponen jerez y vino seco. Tiene paredes de madera llenas de botellas cubiertas de polvo, es muy genuina. El vino es fuertecito, ojo. Yo estoy acostumbrada porque soy andaluza, pero no es para todos los paladares. (Calle de Echegaray, 21).

2. La Taberna del Limón. Es muy castiza, me encantan sus salazones, pero lo que me conquistó el primer día es que el camarero llevaba una camiseta del grupo Spacemen 3. Empezamos a hablar de música, me cayó genial y ya es uno de mis sitios de cabecera. También por dos cosas: sus quesos y que me dejan entrar con mi perra. (Calle del Limón, 22).

3. Wurlitzer Ballroom. Voy mucho a este local, que sabes cuándo abre pero nunca cuándo va a cerrar, por sus directos. Me encantan los grupos que programa. Allí he visto a grupos que nunca imaginarías que siguen en activo, como a Peter Perrett de The Only Ones o The House Martins. Cambian mucho de estilo en sus sesiones: un día escuchas funky, al día siguiente mod... Recomiendo no ir a horas intempestivas si no quieres sufrir una cola interminable ante de entrar. (Calle de las Tres Cruces, 12).

4. Plaza del Biombo. La primera vez que paseé por ese sitio vi la corrala y pensé que algún día me gustaría vivir allí. Está en pleno centro de Madrid pero, misteriosamente, siempre reina la tranquilidad. La fuente es muy antigua, en realidad es una pila donde iban las mujeres a lavar. Es como estar en un pueblo.

5. Zara. Es un restaurante cubano, y tiene la virtud de que, pidas lo que pidas, todo está buenísimo, siempre. Recomiendo el pollo frito, los tamales y sus daiquiris de mango y de fresa. Es un negocio familiar de emigrantes cubanos, y eso se nota en la cocina. Ahora lo llevan los hijos. (Calle de Barbieri, 8).

6. Emma y Julia. Es un italiano con pizzas de horno de leña que están que te mueres. Para mí, las mejores de Madrid. También las puedes pedir para llevar. (Calle de la Cava Baja, 19).

7. Siroco. Es un garito nocturno con todas las de la ley. Programan conciertos que van mucho con mis gustos, con bandas de noise y shoegaze poco habituales por aquí. Y tienen también sesiones de electrónica perfectas para acabar la noche. (Calle de San Dimas, 3).

8. Moloko Sound Club. Es el sitio perfecto para tomarte una copa escuchando buena música rock. Su decoración, con las paredes llenas de carteles de conciertos míticos, me recuerda mucho a la de algunos bares de la Alameda, en Sevilla, por donde salía antes. Me llevo muy bien con el dueño, sabe un montón de música. (Calle de Quiñones, 12).

9. Gruta 77. Es una sala de conciertos en un lugar que parece una fábrica abandonada, con un rollo industrial. Lo mejor es cómo suenan sus directos, algo que no puede decirse de muchas salas de Madrid. Programan muchas veces bandas de punk, allí descubro a muchos grupos que nunca había escuchado antes. (Calle del Cuclillo, 6).

10. Casa Revuelta. Recomiendo este sitio por dos motivos: sus buñuelos de bacalao y sus croquetas de bacalao. Es un sitio muy castizo; el trato de los camareros, que son los de toda la vida, es como el de antes, con confianza. Y me pilla cerca de casa, así que caigo por allí cada dos por tres. (Calle de Latoneros, 3).