El palacete señorial de Villa Elisa sale del olvido

Cultura colaborará en la rehabilitación de esta casona situada en la costa de Benicàssim Fue uno de los símbolos de la potencia de la burguesía valenciana de principios del XX

Castellón -
Una panorámica de Villa Elisa en Benicàssim. ÀNGEL SÁNCHEZ

Fue uno de los símbolos de la potencia de la burguesía valenciana de principios del XX. Veranos, fiestas y tertulias al lado del mar en un ambiente casi palaciego. Villa Elisa, una casa señorial situada en primera línea de la costa de Benicàssim, cayó en el olvido presupuestario hace ocho años en medio de una rehabilitación que buscaba devolverle su esplendor y habilitarla como espacio sociocultural, educativo y de congresos.

El paso del tiempo se ha materializado en grafitis, cristales rotos y un grave deterioro del interior y del jardí...

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Fue uno de los símbolos de la potencia de la burguesía valenciana de principios del XX. Veranos, fiestas y tertulias al lado del mar en un ambiente casi palaciego. Villa Elisa, una casa señorial situada en primera línea de la costa de Benicàssim, cayó en el olvido presupuestario hace ocho años en medio de una rehabilitación que buscaba devolverle su esplendor y habilitarla como espacio sociocultural, educativo y de congresos.

El paso del tiempo se ha materializado en grafitis, cristales rotos y un grave deterioro del interior y del jardín. Ahora, la Consejería de Cultura ha certificado que asumirá la deuda contraída con el Ayuntamiento de Benicàssim por anteriores gobiernos autonómicos, y colaborará en la rehabilitación del espacio.

No hay plazos ni cantidades, pero sí compromiso. El consejero de Cultura, Vicent Marzà, se ha comprometido por escrito a reservar una dotación económica en los presupuestos de CulturArts de 2016 para pagar la deuda adquirida con el municipio. Una deuda que el Ayuntamiento de Benicàssim fija en 1.400.000 euros y que se generó entre los años 2007 y 2008, a partir de un convenio firmado entre Ayuntamiento y Generalitat. En ese convenio, el Consell, a través de Castelló Cultural, asumió el 100% del coste de rehabilitación, aunque fue el ayuntamiento quien avanzó parte del dinero, hasta el año 2008, cuando decidió paralizar las obras ante la falta de pago autonómico.

Y así han pasado casi ocho años, en los que el deterioro de la Villa– tanto interior como exterior– ha sido dramático. De hecho, ha pasado tanto tiempo que el equipo que redactó la propuesta de rehabilitación ya se ha jubilado, y el proyecto se ha dado por caducado. Con la intención de reanudar los trabajos, el arquitecto municipal ha emitido un informe estimativo que cifra en 1.600.000 euros el precio de una nueva puesta a punto, para lo que sería necesario elaborar un nuevo proyecto y volver a estudiar el estado actual del palacio.

El compromiso por parte de Cultura es la respuesta a una pregunta parlamentaria del grupo Ciudadanos. La portavoz de este grupo en el Ayuntamiento de Benicàssim, Cristina Fernández, considera un "gran paso", tanto la respuesta como el compromiso del consejero, ya que durante los últimos años se han presentado mociones y preguntas por parte de diferentes grupos políticos, sin una respuesta firme. La alcaldesa de Benicàssim, Susana Marqués también aplaude la respuesta de Cultura, pero demanda una "confirmación verdaderamente oficial" para la liquidación de la deuda con el Ayuntamiento. Por este motivo, ha solicitado una reunión con el consejero para hablar "exclusivamente del proyecto de Villa Elisa".

El ‘biarritz valenciano’

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Una de las torres de la residencia veraniega.Àngel Sanchez

Villa Elisa pertenece a un pasado marcado por las fiestas veraniegas y las charlas al lado del mar de la burguesía valenciana de finales del siglo XIX y principios del XX. Es una de las construcciones más destacadas de la conocida como Ruta de las Villas, un conjunto de viviendas señoriales frente al mar, donde familias madrileñas, valencianas y castellonenses combatían el calor del verano y alimentaban su vida social. La zona llegó a ser conocida como el Biarritz valenciano – en referencia a la ciudad vascofrancesa que fue sede vacacional para la realeza europea – por las características arquitectónicas y por la elección de la burguesía valenciana del momento como lugar de vacaciones.

El palacete fue construido en 1942 por el entonces alcalde de Tortosa, Joaquín Bau, quien le puso el nombre de su esposa, Elisa Carpi, y fijó allí la residencia estival de la familia. Durante la década de los 50 convocó a las familias del resto de las villas, unas 52 en el total del conjunto, a la celebración de las grandes fiestas del verano. El porche o los jardines de Villa Elisa destacaban por encima del resto con espectáculos de teatro o música que se podían escuchar desde el paseo, a orillas del Mediterráneo.

En 1982 la familia Bau-Carpi vendió la propiedad euros al Ayuntamiento de Benicàssim por 60.000 euros. Comenzó así su uso social con, por ejemplo, la celebración de bodas o la realización de certámenes de música. Ahora, tras una rehabilitación parada durante años y unas instalaciones deterioradas por el paso del tiempo, el anuncio de Cultura vuelve a iluminar su majestuoso pasado, a la espera de que se concrete el presupuesto para el pago de la deuda, como primer paso para su recuperación.

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