Prohibido día y noche

Un letrero en una chimenea semioculta en el corazón del Eixample demuestra la actividad frenética de una fábrica de muñecas de porcelana de finales del XIX

El espacio de la antigua fábrica, en un interior de manzana de la calle Consell de Cent, se antoja una crisálida fuera de tiempo. CARLES RIBAS

Caminando por Barcelona, con frecuencia me viene a la cabeza una de mis lecturas juveniles. Recuerdo aquel verano y la impresión que me causó el protagonista de aquella novela, un vagabundo con el cuerpo enteramente cubierto de tatuajes, cada uno de los cuales ilustraba una narración, todas distintas. Igual que en El hombre ilustradode Ray Bradbury (pues de ese libro se trataba), las paredes explican su historia por medio de imágenes, pequeñas viñetas que nos sorprenden de improviso si nos dejamos llevar.

Para encontrar la primera de estas ilustraciones hay que abandonar la cal...

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Caminando por Barcelona, con frecuencia me viene a la cabeza una de mis lecturas juveniles. Recuerdo aquel verano y la impresión que me causó el protagonista de aquella novela, un vagabundo con el cuerpo enteramente cubierto de tatuajes, cada uno de los cuales ilustraba una narración, todas distintas. Igual que en El hombre ilustradode Ray Bradbury (pues de ese libro se trataba), las paredes explican su historia por medio de imágenes, pequeñas viñetas que nos sorprenden de improviso si nos dejamos llevar.

Para encontrar la primera de estas ilustraciones hay que abandonar la calle y acceder, a través de un estrecho pasadizo, hasta el corazón de una antigua fábrica del Eixample. Se trata de una factoría de finales del XIX, que recibe al visitante con un largo túnel de buzones y después con la luz tamizada de un patio con plantas al que se asoman pequeños talleres de fotógrafos y artesanos, además de la editorial Comanegra. El edificio se conserva como lugar de trabajo, con su esbelta chimenea. Es decorando la piel enladrillada de esta torre fenomenal, sobre un cuadrado enyesado, donde puede leerse: “Prohibido día y noche, estacionar cualquier clase de vehículos y mercancías. Patio reservado, carga y descarga”.

El cartel, de la fábrica Lehmann y Cª en Consell de Cent, impedía aparcar

Esta es la antigua fábrica Lehmann y Cª de la calle Consell de Cent, cerca del jardín dedicado a Emma de Barcelona. Esta empresa pertenecía a la Fleischmann & Bloedel, constituida en Alemania con capital judío, y dedicada a la fabricación de muñecas de porcelana. A finales del XIX, estos juguetes eran toda una innovación y causaban verdadero furor entre las niñas, hasta tal punto que la firma se amplió con capital francés. Pronto abrió sucursales para su marca Edén-Bebé en París y Barcelona, ciudad esta última desde donde se pensaba en el mercado americano. Su sede barcelonesa fue proyectada en 1891 por Joan Vigo, B. Giol y Ramón Altayó; un inmueble con vivienda a la calle y naves interiores dispuestas en torno a un patio. La geógrafa Mercè Tatjer cuenta en su libro Barcelona, ciutat de fàbriques (Albertí Editor) que este trust franco-alemán inició su producción a partir de 1894, y en poco tiempo su plantilla era de 250 empleados. Sus hornos estaban pensados para la cocción y decoración de piezas de porcelana, y para fundir metales. Alrededor de su chimenea giraba toda la actividad fabril, y también social, de quienes vivían aquí. Prohibido estacionarse día y noche denota tarea incesante, que se incrementó a partir de 1914 cuando se ampliaron las instalaciones y se instaló la energía eléctrica.

Seguramente el historiador más concienzudo por lo que respecta a esta fábrica sea Pere Capellà Simó, ganador del premio Ciutat de Barcelona 2013 de historia con su libro La ciutat de les joguines (Gregal), donde cuenta cómo Barcelona llegó a ser una de las capitales mundiales en la industria del juguete. En Lehmann y Cª se fabricaban y distribuían muñecas articuladas, cuerpos, cabezas e indumentaria. Sus productos se podían encontrar en las mejores jugueterías de las calles Ferran y Princesa, o en los Grandes Almacenes El Siglo de la Rambla, que eran sus principales clientes. Como sus colegas franceses de La Samaritaine o Printemps, estos grandes almacenes comercializaban una línea propia de muñecas Edén-Bebé, bautizadas como Bebé-Siglo, con la marca estampada en el cinturón.

Hoy el espacio, en un interior de manzana, acoge una editorial y talleres artesanos
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Los problemas llegaron tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, cuando la empresa madre franco-germana fue denunciada como poco patriótica. El patriarca Salomon Fleischmann tuvo que huir de Francia y murió en la frontera de Hendaya, en 1916. Acabado el conflicto, Barcelona perdió la capitalidad juguetera en beneficio de los talleres valencianos. Además, la muñeca de porcelana parecía frágil y antigua comparada con los nuevos juguetes de celuloide o cartón. Así, en 1919 se creó la empresa Lemanos S.A. que, cuando Fleischmann & Bloedel fue cerrada en 1935 por la Alemania nazi, siguió fabricando desde platos y cubiertos para el ejército hasta disfraces de carnaval. Finalmente, en los años ochenta alquiló parte de sus instalaciones como talleres para albañiles, fontaneros o carpinteros. Y en 2002 la empresa se trasladó a Sant Adrià del Besós, quedando este espacio tal y cómo podemos verlo hoy en día: una crisálida fuera del tiempo rodeada de macetas.

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