El cerdo y la ‘gauche divine’

En 1987, Colita fotografió a un cerdo: “Lo tenían solo para que comiera y cubriera a las hembras, así que era verdaderamente feliz”

La fotografía de “un cerdo feliz” que tomó Colita en 1987 y que es una de sus favoritas.

En 1987, Colita fotografió a un cerdo que era feliz. “Lo tenían en la granja solo para que comiera y cubriera a las hembras, así que era verdaderamente feliz”, recuerda la fotógrafa. Su rostro tremendo y contento (el del cerdo) nos observa desde la foto en blanco y negro, una a la que Colita tiene especial cariño y que suele regalar a sus amigos para que la pongan en la cocina y les alegre el día.

Pero Colita (seudónimo de Isabel Steva, nacida en Barcelona un día de 1940 “a la hora de la siesta”) también fotografió a otra fau...

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En 1987, Colita fotografió a un cerdo que era feliz. “Lo tenían en la granja solo para que comiera y cubriera a las hembras, así que era verdaderamente feliz”, recuerda la fotógrafa. Su rostro tremendo y contento (el del cerdo) nos observa desde la foto en blanco y negro, una a la que Colita tiene especial cariño y que suele regalar a sus amigos para que la pongan en la cocina y les alegre el día.

Pero Colita (seudónimo de Isabel Steva, nacida en Barcelona un día de 1940 “a la hora de la siesta”) también fotografió a otra fauna. Por ejemplo, a grandes figuras de la cultura como Orson Welles, Rafael Alberti, Antonio Gades, Dalí y Carmen Amaya. O a sus amigos de la célebre tribu barcelonesa de intelectuales y artistas llamada gauche divine (Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral o Terenci y Ana María Moix). “Lo de la gauche divine comenzó como una broma porque así nos bautizaron en un artículo de finales de los sesenta. Una broma que se tomaron más en serio en Barcelona que en Madrid y, mira, seguimos hablando de ello”.

Una buena (y “anárquica”) muestra del trabajo de Colita, consistente en más de setenta fotografías, puede verse en la galería Fernández-Braso hasta el 31 de julio, dentro del festival PhotoEspaña. “Solo me he dedicado a fotografiar mi ciudad, Barcelona, y sus cambios, a mis paisanos y a la gente que ha pasado por allí”, resume la artista. Y es que Barcelona ha cambiado mucho desde aquel costumbrismo de monjas y austeridad que Colita retrató en los años sesenta. Del franquismo a la franquicia: “Ahora está todo invadido por franquicias que hacen la ciudad idéntica a cualquier otra ciudad europea, las Ramblas están intransitables y el turismo ha machacado la ciudad. Los sucesivos Gobiernos municipales la han vendido por un plato de lentejas”, se queja. ¿Qué perspectivas hay con la nueva alcaldesa, Ada Colau? “Es un cambio esperanzador, porque a peor ya casi no se puede ir”.

Colita ya demostró su rechazo a otras políticas, concretamente a las del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte encabezado por José Ignacio Wert, rechazando el Premio Nacional de Fotografía 2014. “Señor Wert, no me apetece salir con usted en la foto”, escribió entonces en la carta de renuncia. “La situación de la cultura y la educación en España, cómo expresarlo, es de pena, vergüenza y dolor de corazón. No es posible que exista dicho ministerio. Es una quimera”. Poco tiempo antes, en su disciplina, lo había rechazado el músico Jordi Savall.

Como este año PhotoEspaña está dedicado a Latinoamérica, Colita presenta aquí una serie de fotografías inéditas tomadas en 1994 en Cuba, “un país maravilloso, con gente maravillosa pero con el castrismo, que es un desastre. Aunque parece que ahora la cosa va ir a mejor”.

Colita pertenece a la generación de fotógrafos que, además de disparar, revelaba, ampliaba o fijaba. “La fotografía es hoy en día una cosa distinta”, dice, “se ha perdido la calidez de lo artesano, pero yo me sigo encontrando cómoda, porque seguiría sacando fotos aunque fuera con un zapato”.

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